Inteligencia artificial, robótica, historia y algo más.

30/12/20

¿Dónde están los coches autónomos que nos prometieron?

A pesar de las continuas sorpresas a la que no nos termina de acostumbrar el destino, aún resisten sectores de expertos, particularmente en economía y tecnología, empeñados en predecir y orientar sobre el futuro. A menudo espoleados por los medios de comunicación y su ansia de declaraciones rotundas. Y en estas, nos encontramos que una de las grandes promesas de los últimos años, está a punto de romperse: la de los coches autónomos.

Grandes titulares y promesas coparon portadas en los últimos años: ¿cuándo tendremos coches autónomos que nos cambien radicalmente la vida? Distintos gurús, entre los que destaca Elon Musk, se han ocupado de avivar la llama de la expectativa desmesurada por esta tecnología. En 2016, podíamos leer predicciones así:


En 2020, circularán en nuestras carreteras más de 10 millones de coches autónomos (Business Insider)

Creo que tendremos vehículos totalmente autónomos en 3 años (Elon Musk, 2015)

En el otro lado, uno de los mayores escépticos en la materia ha sido Rodney Brooks, quien se ríe públicamente del millón de taxis autónomos que Elon Musk pretendía instalar para finales de 2020.


De hecho, Brooks defiende que el nivel de conducción autónoma alcanzado hasta ahora ha avanzado muy poco respecto a niveles que se alcanzaron hace tiempo. Concretamente, Ernst Dickmann logró circular a 90 km/h un coche autónomo por la autopista a las afueras de Munich, durante unos 15 km. ¡Y esto ocurrió en 1987! Eso sí, a Rodney Brooks se le suele olvidar mencionar que en este experimento, el coche circulaba solo por la autopista, con toda la seguridad y simplificación del experimento que ello da.

La década que dejamos atrás ha aportado muchísimas novedades en el campo de la inteligencia artificial, y se han explotado millones de bases de datos para mejorar aplicaciones tan complejas como chatbots, asistentes de voz, o la analítica de datos. Todo eso se fundamentaba en la gran promesa que ofrecían las redes neuronales profundas y el big data. La técnica conocida como deep learning.

Esta potente herramienta, de una manera casi astral, era capaz de extraer patrones y encontrar el funcionamiento de algunas acciones humanas, a partir de la alimentación de miles de millones de datos. Los grandes gurús y los investigadores se las prometían muy felices: ‘grabamos millones de km de circulación en los coches autónomos experimentales, y la inteligencia artificial ya se ocupará de entender y aprender qué es lo que estamos haciendo a partir de sus sensores y nuestras acciones’. Pero la realidad se empeñó en desmentir y romper las ideas de estos soñadores.

La conducción ha demostrado ser una tarea radicalmente diferente al conocimiento del habla o los sistemas inteligentes de recomendación que se emplean en los sitios de comercio electrónico. Alguien que sea un conductor habitual conoce de sobra ‘el baile en el asfalto’ que ocurre continuamente entre vehículos. Dicho baile se basa en el entendimiento entre dos conductores de:

  • «este conductor está ayudándome a incorporar a la autopista»
  • «me alejo un poco de este coche con matrícula extranjera, ya que le veo perdido y no sé por dónde se me va a meter»


y esa comunicación con los ojos para dar el paso entre vehículos y peatones… todo esto se traduce en el lenguaje, intuición y conjunto de sensaciones, que la simple recogida de datos de vehículos y entornos no es capaz de entender. Los fabricantes de vehículos se han percatado de esto, y han avisado de que no se van a cumplir sus primeros plazos optimistas.

Este año, incluso el responsable de la división de coches autónomos en VW anunció que quizás nunca lleguemos al nivel de autonomía 5, el máximo exponente de esta tecnología. Pero bueno, desde estas líneas, vuelvo a defender la tautología de hacer predicciones tan largas sobre cualquier idea, así que tampoco nos pongamos catastrofistas.

Los sueños de nuestra sociedad sobre la posibilidad de tener vehículos autónomos ya tienen cerca de un siglo. Vaya mérito tuvieron esos visionarios a imaginar una máquina así, en plena maduración del sector de automoción en el mundo, pero con una parte ínfima de las comunicaciones que tenemos hoy en día. Según se recogen en distintos estudios, las proclamas públicas sobre el sueño del coche autónomo comenzaron en la década de 1920, pero no fue hasta los 50 que comenzaron a plantearse experimentos serios. Gran culpa de este paso adelante se debió al interés suscitado en el público en Ferias Mundiales, como la de 1939 en Nueva York, donde los estadounidenses sacaron pecho de su industria sobre cuatro ruedas. A partir de ahí, en el imaginario popular comenzó a instalarse la idea utópica de emplear el coche como un lugar de reposo, tranquilidad y felicidad, tal y como refleja la viñeta de 1956, diseñada por General Motors.


En resumen, el desarrollo e integración de una tecnología tan amplia a lo largo de la historia es un camino apasionante, en mi opinión. Y en épocas donde tantos sectores nos tenemos que poner de acuerdo, tenemos que ser conscientes del delicado equilibrio entre las declaraciones grandilocuentes de los gurús para atraer atención y sobre todo, inversión, y el freno de expectativas de los tecnólogos y los reguladores. Entre todos, podremos llegar a cumplir la utopía del Nivel de Autonomía 5. Algún día.


ACTUALIZACIÓN (31 dic 2020)

Rodney Brooks cierra con este tuit su premonición:


Este artículo salió originalmente publicado en la revista de investigación, DYNA, a la que recomiendo que echéis un vistazo.

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29/12/20

2020, un año de lecturas

2020 ha sido un año muy productivo en lecturas. El confinamiento tiene la culpa de ello. Por lo tanto, la lista de libros es bastante más extensa que la de otros años, y en 2020 cayeron 42 44 obras, y algunas que estoy leyendo aún. Cerca del objetivo semanal de un libro. Para no aburrir a los lectores, os dejo la reseña de algunos de ellos, y al final del artículo, os dejo la lista completa de obras, por si alguien quiere conocer mi opinión de ellos. Y os invito a comentarme cuáles son vuestras lecturas de este año en los comentarios.

 

Soldados de Salamina (Javier Cercas) 

En esta obra, se cuenta la incesante búsqueda de un soldado que busca al miembro del otro bando, cuyas vidas se cruzaron una noche en un bosque en plena Guerra Civil española, y el segundo, le perdonó la vida del primero. Es una historia bastante entretenida y muy buen documentada sobre ese episodio concreto de la Guerra Civil en Cataluña, y los valores y la perseverancia de un antiguo soldado por culminar uno de los ya, objetivos de su vida, de encontrar a su casi verdugo.


La ingeniería es humana (Henry Petroski) 

Cogí este libro con mucha atención. Petroski es reconocido por escribir distintos libros de ingeniería y sobre todo, construcción. Sin embargo, esta obra versa sobre los fallos de unos 6 puentes, y dedica los capítulos a extensas y a menudo, áridas explicaciones de qué falló y cómo se calculó alguna parte de la estructura. No me ha gustado especialmente.


Los Santos Inocentes (Miguel Delibes) 

Esta novela me ha parecido una obra maestra del escritor castellano, sobre los abusos de los señoritos a la clase obrera y en ocasiones, analfabeta, de aquella España que se abría camino hacía muchas décadas. De hecho, según cómo se mire, es un libro de actualidad vigente. Explica muy bien las relaciones entre los personajes, y la obra se ha adaptado al cine. Me gustó mucho.


El arte de la vida (Sigmund Bauman)

Este ensayo es una obra bastante corta, en la que Bauman magistralmente describe los procesos vitales a través de los cuales construimos nuestra vida. Está dividido en 3 capítulos, que hablan sobre la identificación de los valores que definen nuestra vida, encontrar nuestro hueco, rodearnos de gente que consideramos que nos complementan, y finalmente, a través del desarrollo de los proyectos que construimos (familia, trabajo, obras artísticas), logramos la plasmación final de quiénes somos y se lo expresamos a los demás a través de nuestros actos. Me ha gustado mucho.


Pensar rápido, pensar despacio (Daniel Kahneman)

La irracionalidad humana es el gran tema de Daniel Kahneman, premio Nobel de Economía en 2002. El libro casi es un Tratado, sobre todos los sesgos que llevan a unos errores de razonamiento inconscientes que distorsionan nuestra opinión del mundo. Me recuerda mucho a los libros de 'comportamiento económico' de Dan Arielly. En el libro no se habla de Inteligencia Artificial, pero me parece esencial entenderlo y conocer la existencia de estos fallos humanos para llegar algún día a desarrollar algo que se parezca mínimamente a nosotros.

 

84 Charing Cross (Helene Hanff)

Esta novela trata de las historias y relaciones humanas que surgen de una anciana y la correspondencia que emprende con los trabajadores de la librería donde compra los libros (a distancia). Una historia muy tierna, con alegorías a historias paralelas en nuestros días de pandemia que podían estar llevándose a cabo, quizás. Es otra obra llevada al cine, así que no dejéis de leerla.


El color de la magia. Mundodisco (Terry Pratchett)

En pleno confinamiento decidí abrirme a Terry Pratchett por ser un autor totalmente hilarante, con una cabeza entre la de un genio y un niño, que creó toda la saga fantástica de Mundodisco. Además, su obra es tan extensa, que se puede empezar casi desde cualquier libro. Leed a Pratchett y descubrid a Rinzewind, el mago fracasado, y sus aventuras por el mundo.


Stoner (John Williams)

Esta obra ha tardado en recibir la atención que se merece. Stoner es un profesor universitario en una universidad modesta de Estados Unidos, y la obra transcurre en el relato de sus relaciones con el jefe de estudios, su mujer, sus hijos... el estilo del libro es totalmente atractivo, es la exaltación de la desnudez, de lo mundano, de lo crudo de la vida y la lucha por salir adelante de un alma humana, a menudo atormentada. La reseña que le dedicaron en el podcast 'Un libro, una hora' no puede ser más bella.


La hora violeta (Sergio del Molino)

Esta conocida obra de Sergio del Molino es la desgarradora historia en primera persona que vive un padre ante la progresiva muerte de su primer hijo. Sergio es capaz de captar muy bien toda la crueldad, los sentimientos y las sensaciones que pasaron en estos momentos, y como lector, terminas la obra con el corazón en un puño. Totalmente recomendable.


El Maestro y la Margarita (Bulgákov)

Si una persona rusa te recomienda leer a Bulgákov y esta obra, qué menos que hacerle caso. El libro va de la historia de un misterioso mago, desapariciones, y la pérdida de cabeza que tienen algunos personajes de la historia ante lo incomprensible y tenebroso de este mago, que parece capaz de dominar la muerte a su antojo. Es un libro lento de leer, que describe bastante bien todo el gusto por el esoterismo de aquella Rusia del pasado, donde se mezclaban las malas artes y el espectáculo de una manera oscura.


Las intermitencias de la muerte (José Saramago)

En esta obra, de un día a otro, sin avisar, la Muerte anuncia que deja de matar dentro de las fronteras de un país. La novela recrea de una manera bastante fiel la locura de declaraciones, especulaciones de medios de comunicación, políticos, negocios que se arruinan, y familias que deciden emigrar para matar a sus allegados. El estilo de Saramago me ha parecido bastante denso, con párrafos y frases muy largas, pero me he reído con la obra, ya que es de plena actualidad.


Weapons of Math Destruction (Cathy O'Neal)

Esta obra es una de las mejores lecturas del año. ¿Qué amenazas representan para nosotros los algoritmos automáticos que toman decisiones a partir de grandes bases de datos, teóricamente no-sesgadas? Cathy O'Neal, en varios capítulos, describe para gente sin conocimientos técnicos en el tema, todas las implicaciones sociales e injusticias que ocurrirían con sistemas de predicción de crímenes, seguros de coche que registran todos tus movimientos, bancos que te conceden el crédito -o no- con un algoritmo, o sistemas que eligen candidatos para un puesto de trabajo según los criterios de eficiencia del pasado. Una gran lectura de lo que se nos viene encima.


La conjura de los necios (Kennedy Toole)

Esta obra también está entre mis favoritas de este año. Narra las aventuras y desventuras de Ignatius Reilly, una persona totalmente mal integrada en la sociedad, con un ego enorme y un sentido de la vida y del deber totalmente hilarante y absurdo. Con todo ello, arrastrará a su pobre madre y a gente de alrededor. Me he reído muchísimo.


Antes del paraíso (Pedro Ugarte)

Pedro Ugarte me resultó todo un agradable descubrimiento, y le conocí personalmente antes de leer una sola línea de su literatura. Su libro, de relatos cortos, describe en un ramillete de historias los miedos, las ambiciones, las inquietudes y las miserias de la naturaleza humana a través de pasajes cotidianos con el que podemos identificarnos cada uno de nosotros. De prosa alegre y lectura ligera, es un libro que me ha encantado.


La doctrina del shock (Naomi Klein)

Este extenso libro viene al pelo para la pandemia, en la que hemos sido a menudos simples ovejas de un rebaño dirigido por los pastores de los gobiernos y la OMS. Tenía interés en este libro respecto a ese aspecto, y no me ha defraudado. Está estructurado por capítulos, y versa sobre las condiciones que el FMI y otros organismos internacionales imponían a otros países, que necesitaban de la ayuda económica norteamericana. Está el caso de Colombia, Indonesia, Chile, y muchos más, y en todos ellos, la autora describe las mentes pensantes diseñadoras de este tipo de economía de libre mercado (principalmente Hayek y Milton Friedman) y cómo entendían la economía. El libro describe todas las barbaries y empeoramiento económico de las regiones donde se llevaron a cabo estos programas de ayuda económica, y cómo lograron generar el caos en la población, para que ésta entendiera que las nuevas normas económicas eran imprescindibles.

Y no me quiero enrollar más. La lista completa de obras la tenéis al final de este post, y como he dicho, podéis preguntarme por ella o comentarme vuestras lecturas en los comentarios. Pero no me gustaría despedir estas líneas sin valorar y recomendar también los excelentes podcasts que acompañaron mis ratos de silencio o de simple entretenimiento. Describir cada uno de ellos es ya más complicado, así que si tenéis curiosidad, pinchad en el enlace y escuchadlos. Descubriréis grandes historias y entrevistas.


- Hotel Jorge Juan: un podcast de entrevistas cercanas a escritores, artistas, amantes de la gastronomía...  muy entretenido y con muchas propuestas de cine y libros.
- Gabinete de curiosidades: podcast de historia, contada a través de pequeños objetos, anécdotas, personas y otras curiosidades. Una caja de sorpresas, y con mucho material multimedia extra en su web.
- De eso no se habla: historias humanas de silencio, la voz de los que callaron. Un podcast muy bien llevado y editado.
- Aquí hay dragones: Supongo que a estas alturas, el podcast es muy conocido. Charla entre amigos (Arturo González Campos, Javier Cansado, Rodrigo Cortes y Juan Gómez- Jurado). Curiosidades, historia y humor.
- Post Apocalipsis Nau: La mejor descripción es la que dan ellos mismos. "Vivimos en un régimen de distopía totalitaria militar burocrático", dice el periodista Manuel Rivas. Tecnología, redes y realidad se encuentran imbricadas y fusionadas. Con el lema "el pueblo manda, la máquina obedece".
- Radio Ambulante: historias humanas, normalmente de lucha, de Latinoamérica. Uno de los mejores podcast periodísticos que me he encontrado.
- Todopoderosos: de los mismos autores de Aquí Hay Dragones, un podcast sobre cine, con mucho humor y rigor.
- Pilotando el tema: Aunque lleven pocos episodios, un podcast para aerotrastornados lleno de curiosidades.
- Coffee Break: señal y ruido: podcast sobre la actualidad científica de la semana, en el que se repasan y explican los titulares más comentados.
- Nadie Sabe Nada: una hora de improvisación y humor, con Andreu Buenafuente y Berto Romero.
- Pensamiento digital: charla tertulia sobre la actualidad empresarial y aplicaciones reales de la inteligencia artificial.
- Catástrofe Ultravioleta: podcast presentado por @aberron e @irreductible, en el que explican ciencia a través de historias que os dejarán boquiabiertos.

 

Y finalmente, la lista de libros:

- Una visión contemporánea norteamericana (Marvin Harris): un poco repetitivo, se me ha hecho largo.

- Soldados de Salamina (Javier Cercas): Novela histórica e historia personal, muy bien contada.

- Bienvenidos a Spanien (Carlos Clavijo): si queréis reiros con los tópicos sobre españoles en una novela ligera, ésta novela es una de ellas.


- La ingeniería es humana (Henry Petroski)

- Quédate este día y esta noche conmigo (Belén Gopegui): Una novela diálogo sobre el poder de Google sobre nuestras vidas, entre un adolescente y una anciana. Belen GOpegui en estado puro.

- Flash Boys (Michael Lewis): ensayo sobre cómo se ha impuesto la técnica de operaciones en Bolsa conocida como high frequency trading, donde estar 100m más cerca del edificio de Bolsa te puede hacer ganar dinero. De más a menos, ha terminado aburriendo.

- Los santos inocentes (Miguel Delibes)

- Tiempos difíciles (Charles Dickens): no hace falta presentar a Dickens. Una novela en su estilo, y me ha dejado con ganas de leer un poco más, ya que esta no me ha terminado de enganchar. Me identifico con esta reseña.

- A sangre fría (Truman Capote) (inacabado)

- El elogio a la sombra (Jun'ichirō Tanizaki): ¿te interesa la arquitectura japonesa y cómo se usa la luz en las estancias? Este es un librito super regalado en el mundo que te lo cuenta.

- Leyendas (Gustavo Adolfo Becker): un clásico de historias y leyendas cortas. No me ha enganchado mucho.

- El arte de la vida (Bauman)

- Pensar rápido, pensar despacio (Daniel Kahneman)

- 84 Charing Cross (Helene Hanff)

- El color de la magia Mundodisco (Terry Pratchett)

- El gran Gatsby (Scott Fitzgerald): me esperaba mucho más de esta novela. Un poco repetitiva. Quizás el éxito de la novela se deba a la época en la que apareció.

- La Naranja Mecánica (Anthony Burgess): Novela entretenida, con un final diferente del de la película.

- Stoner (John Williams)

- La hora violeta (Sergio del Molino)

- Buenos presagios (Neil Gaiman & Terry Pratchett): novela de humor, sobre alianzas entre ángeles y demonios para salvar el mundo. Entretenida.

- La ridícula idea de no volver a verte (Rosa Montero): ensayo sobre el paralelismo entre la vida de la autora y Marie Curie. Autobiográfico más o menos.

- El Maestro y la Margarita (Nabukov)

- El último encuentro (Sandor Marai): un clásico de la literatura. Novela de sentimientos y la relación entre dos grandes amigos que se encuentran tras muchos años, y hay una traición. Novela basada en diálogos.

- Viaje a Rusia (Josep Pla): libro de ensayo biográfico sobre la experiencia de uno de los grandes periodistas españoles en aquella Rusia que dejaba de ser la Unión Soviética.

- Historias de Terramar (Ursula K Le Guin): Novela de sci-fi. Totalmente recomendable leer a esta autora.

- Palabra de vor (Cruz Morcillo y Pablo Muñoz): ensayo y narración sobre las mafias rusas instaladas en el Levante español, y su funcionamiento.

- Las doradas manzanas del sol (Ray Bradbury): varios relatos de sci-fi, con un giro inesperado al final de cada uno de ellos. Muy bueno.

- Las intermitencias de la muerte (José Saramago)

- Consilience (Edward O Wilson): la unidad del conocimiento. Un clásico de divulgación, para mí muy árido y repetitivo. Desgaja varias disciplinas hasta encontrar la unidad responsable del funcionamiento de fenómenos.

- Josu Muguruza. El sueño que no truncaron lsa balas: Novela biográfica sobre un personaje importante de ETA, contada desde dentro. En el año donde se han estrenado más documentales sobre este hecho, no me ha gustado nada el libro.

- ¿A quién vamos a dejar morir? (Javier Padilla): un gran ensayo sobre cómo defender la sanidad pública.

- El hombre en busca de sentido (Viktor Frankl): novela autobiográfica sobre un gran psiquiatra que sobrevivió a los campos de concentración nazis.

- Weapons of math destruction (Cathy O'Neal)

- Pandemia (Sonia Shah): uno de los mejores ensayos científicos-históricos que he leído. Muchísimos datos, lectura ligera, y la autora acertó en 2018 completamente sobre cómo sería la siguiente pandemia global.

- La conjura de los necios (Kennedy Toole)

- Carta de una desconocida (Stefan Szweig): novela, a caballo entre narrativa y diálogos. Puro Szweig.

- Antes del paraíso (Pedro Ugarte)

- La doctrina del shock (Naomi Klein)

- Illska, La Maldad (Eiríkur Örn Norðdahl):
un libro extraño, sobre el auge de la ultraderecha en Europa. No es fácil de leer, y recomiendo no devorar páginas. Una buena reseña.

- El sentido de un final (Julian Barnes):
novela de historias humanas, sobre la amistad de la adolescencia que vuelve en la época adulta de la manera que uno menos se espera, y descubre que el pasado no era tal como lo percibía.

- Orgullo y prejuicio (Jane Austen): sobran las palabras. Muy entretenido.

- Un pirata contra el capital (Steven Johnson): narración histórica sobre las aventuras de Steven Johnson, y cuál fue su papel fundamental en la Compañía de las Indias y las relaciones entre el Imperio Británico e India. Me esperaba más, se me ha hecho largo.

- Seres queridos (Vera Giaconi): libro de relatos cortos. El estilo de la autora es árido, y no es tanto lo que cuenta, sino lo que no cuenta. Estilo crudo. No me ha gustado mucho.

- El señor de las moscas (William Golding): una obra ganadora del Nobel de literatura. Unos niños tratan de sobrevivir en una isla desierta, enfrentándose a miedos externos, cuando realmente, los mayores peligros son ellos. La moralidad y la miseria de la naturaleza humana. Sin embargo, me ha parecido lento, con demasiadas descripciones y no me ha gustado.


Y esto es todo, amigos. Las lecturas de los pasados años son estas: 2013, 2014, 2015, 2016, 2017, 2018, 2019.

¡Tened una feliz entrada en 2021!

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7/12/20

El poder de los imperceptibles azares

 ¿Qué probabilidades hay de que estos dos acontecimientos -el mal funcionamiento del cañón indio y el acierto de los artilleros británicos- se produzcan en un mismo instante? [...] Gracias a las leyes de la probabilidad diseñadas por Blaise Pascal, más o menos en ese período de tiempo, sabemos que las posibilidades de que dos acontecimientos inconexos ocurran a la vez pueden calcularse multiplicando entre sí las posibilidades de que se produzcan cada uno de los acontecimientos. 

[...]Sin embargo, como la explosión del cañón en sí, una diferencia casi imperceptible -unas libras de pólvora de más- puede desencadenar resultados no lineales. En el caso de que estos dos barcos se enfrentaran en mitad del Océano Índico, esas causas casi microscópicas provocarán una oleada de efectos que resonarán en el mundo entero. Casi todos los enfrentamientos como éste, visto a través del gran angular de la historia, son disputas menores, chispas que no tardan en extinguirse. Pero cada tanto, alguien enciende una cerilla que provoca un incendio en el planeta entero. Esta es la historia de una de esas cerillas.

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El texto que comienza este artículo proviene del libro Un pirata contra el Capital, de Steven Johnson, y que recoge el encuentro en la historia entre el pirata Henry Every, y el Gran Mogol de su tiempo, Aurangzeb. Se trata de una de las últimas lecturas que disfrutaré este 2020, y es totalmente recomendable.

Pero no he venido solo para recomendar un libro, sino que ahora que afrontamos los últimos coletazos del pandémico año, una de las ideas que más me vienen a la cabeza son las decisiones, imperceptibles o importantes, que hemos tomado durante este período, y los azares a los que hemos sido sometidos. Juntos, forman la concatenación de acontecimientos que marcarán nuestros próximos años de vida. 

 


A pesar del pesimismo reinante en el ambiente, es innegable el efecto que tendrá este año, igual que cualquier otro, en nuestras vidas. Un ejemplo: 

Este año, algún lector tuvo 4 entrevistas de trabajo, y entre ellas, le aceptaron en 2 puestos, y le rechazaron en los restantes. El sabio lector eligió finalmente el trabajo. Como parte de sus atribuciones, en abril de 2021 tendrá una reunión en Vevey, en el número 55 de la avenida que lleva el apellido de un famoso aprendiz de farmacéutico del siglo XIX, y que da nombre a la sede donde se celebra esa reunión: la empresa de alimentación Nestlé. A lo largo de esa reunión, nuestro lector tuvo unas dudas que fueron resueltas posteriormente por una representante de la compañía, con la que a la postre, 2 años después, nuestro lector terminaría casándose.

Somos fruto de nuestro contexto, hijos de nuestras decisiones y esclavos del azar. Nuestro futuro es construido continuamente sin darnos cuenta a través de pequeñas acciones incontrolables. La mayoría de esas acciones tienen un efecto que perecerá en unos minutos o unos días, pero otras decisiones -y sobre todo, azares- representan los ladrillos de nuestra vida. El desconocimiento de cuáles son esas acciones es el mayor impulsor de la impredecibilidad de nuestras existencia, y al mismo tiempo, su fascinación. La teoría del caos en estado puro. 

El salir 5 segundos después de casa provocó que no tuvierais ese accidente de coche. La elección de asiento en el restaurante provocó que tuvierais a la vista a un futuro gran amigo en la otra mesa. Escuchar esa canción hizo que os enamorarais del francés y de la costa de Normandía. 

Y así un sinfín de opciones más. Intencionadamente, he puesto ejemplos positivos, pero también los hay contrarios. No viviremos las mejores opciones de todas las que podríamos haber tenido en los infinitos caminos que podríamos haber tomado en nuestro destino, según la teoría del caos. Simplemente viviremos aquellas a las que el azar y nuestro criterio nos impulsaron. El célebre físico Tom Campbell tiene una apasionante teoría de todo ello, basada en que vivimos en una simulación.

Como profesor, en parte me siento regidor del futuro de mis alumnos en una parte muy pequeña. A corto plazo, podemos ser los responsables de que los alumnos tarden más o menos en salir de la carrera, y que marquemos su vida por ello.

Algún día hablaré de las casualidades más sorprendentes que yo aún estoy viviendo por haber decidido un día crear este blog, y en segunda instancia, escribir un email de saludo, o interaccionar en Twitter, con ciertas personas que me llamaban la atención. 'Un día me abrí un blog y me cambió la vida'.

Cualquier esfuerzo de predecir el futuro, no deja de ser un mero ejercicio de soberbia humana. Nuestro estado es totalmente impredecible, y como suelo decir, en la vida, lo único evitable es la muerte, y los impuestos.

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9/11/20

Teléfonos móviles y ancianos. Todos somos animales de Pavlov

Hace poco, buscando material de lectura en mi trabajo, encontré un estudio de 2016 que estudiaba la relación de la percepción de soledad en los ancianos y su uso del teléfono móvil. Los autores de ese estudio nunca imaginaron una situación apocalíptica de soledad y residencias de ancianos, en ocasiones, convertidas en el peor de los castigos posibles, como la que hemos tenido este año en España. Todas las ideas sobre naturaleza humana y relación con la tecnología no dejan de sorprenderme, así que cogí el artículo con interés. 

El estudio en cuestión, titulado Phone Behaviour and its relationship to loneliness in older adults, y publicado en la revista Aging Mental Health, los autores trabajaron con 26 ancianos de California de alrededor de 86 años, de los cuales el 88% eran mujeres. Básicamente, el estudio se basa en la monitorización del número de llamadas salientes y entrantes que realizan estas personas durante unos 174 días. Para medir la soledad, emplean cuestionarios con estas personas. Algo que en el aburrido mundo de la investigación, es lo más habitual, por otra parte. El estudio estaba muy interesado también en identificar si el hecho de llamar a mucha gente era sinónimo de realización personal, o si en cambio, era una compañía artificiosamente creada, como los 2.500 amigos en Facebook a los que no conocemos.

Fuente

Tras este tiempo de evaluación, los investigadores se muestran contentos con los resultados, ya que son coherentes con otros estudios previos -algo de lo que el autor de este blog no puede hablar, ya que desconoce esta disciplina. Pero los autores, que son los que en teoría saben, dicen que hay una clara correlación entre sentimiento de soledad y el menor número de llamadas recibidas. Según explican, en los niveles bajos de soledad, los participantes en el estudio tienden a iniciar llamadas de teléfono nuevas, quizás con cierta ansiedad, para cubrir ese estrés solitario que amenaza. Sin embargo, llega un momento en que el teléfono ni suena, y es ahí donde se empieza a disparar el diabólico sentimiento.

Por esa razón, no dejo de pensar en todas las noticias que hemos leído en esta pandemia sobre las vídeollamadas de Zoom que todos hemos hecho, o la necesidad de llamarnos unos a otros... parece que hagamos malabares con l@s posibles números de teléfonos a marcar, bordeando la línea entre ser un pelma y una persona amigable, con tal de alejar a esos amagos de silencios demasiado prolongados, falta de noticias y apariencia de que no importamos a nadie

Llevo un tiempo defendiendo en que el móvil es como una máquina tragaperras, un artilugio que ha conseguido engancharnos de tal manera gracias a sus notificaciones, ruiditos, alarmas, mensajes, que lo hemos asimilado como un efecto recompensa en el organismo. La simple notificación del móvil libera una pequeña dosis de dopamina en todos nosotros. Somos perros de Pavlov, y no lo sabíamos.

En contra del artículo, yo diría que la muestra empleada en este estudio es muy reducida, 26 personas. Aunque como no soy experto en este área, desconozco qué se considera una muestra válida. 

Pero independientemente de este escepticismo, me vuelve a corroborar que las relaciones humanas se parecen a un castillo de naipes, donde desde los dos, o múltiples lados, de las relaciones, tenemos que ir añadiendo nuevos pisos de cartas, y arreglando los pisos anteriores a la vez. Las llamadas entrantes para unos, son salientes para otros, y conviene turnarse en este ritual.



Más datos científicos sobre la soledad

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2/11/20

Identidad digital: no tenemos dónde escondernos

La privacidad se ha convertido en una palabra muy grande y en un estandarte tras el que esconderse. Tal y como a todos los lectores les vendrá a la mente, su principal alusión hoy en día es el de la protección de datos personales por parte de las grandes empresas de internet. En este artículo, pretendo explicar brevemente que exigir ‘privacidad’ sin hilar fino, no tiene sentido. Además, el diablo está en los detalles. Un spoiler para los que no se quieran leer el artículo: no tenemos dónde escondernos.

Es inevitable que cualquier página que visitamos reciba una serie de nuestros preciados datos. Nuestra IP, la última web visitada, la hora y frecuencia de visita a la página de destino, o incluso nuestra zona geográfica. La Asociación Española de Protección de Datos entiende la anonimización como la ruptura de la cadena de identificación de las personas. Es decir, que incluso la entidad que anonimiza los datos, no pueda revertir el proceso. ¿Estamos únicamente interesados en dejar rastros digitales, huellas en la arena de bits, pero sin que puedan saber que son nuestros? No es tan fácil.

Un equipo de investigadores de Facebook publicó en 2014 un artículo sobre ‘a qué se parece el amor’. En él, se puede ver una interesante gráfica que relaciona el número de mensajes intercambiados entre dos personas a lo largo de los días:


Y para los curiosos, hay otra gráfica para los divorcios.


Según la definición que nos hemos autoimpuesto un par de párrafos antes, cumplimos que seamos anónimos. Facebook puede no conocer nuestra edad, procedencia, sexo… pero a la hora de interaccionar con otros usuarios, se revela algo íntimo de nosotros. Ni siquiera está claro jurídicamente si esta inferencia de datos a partir de otros usuarios se debe tratar como un dato inherente a una persona o no. Pero lo que sí que es nítido, es que nuestra reacción ante un posible anuncio de viaje romántico que nos lance Facebook a nuestro muro será diferente si estamos en un momento cercano al comienzo de la relación.

Esta idea lleva siendo uno de los grandes caballos de batalla de las tecnologías de la información en los últimos años. Debemos considerar a la privacidad colectiva como una extensión de la individual.

Pensemos en otro ejemplo: una institución médica publica algunos datos de miles de pacientes. En ellos se enumera la edad, el sexo y su patología. La publicación de estos resultados es perfectamente legal. Sin embargo, existen otras bases de datos perfectamente consultables, como el censo. Y si cruzamos ambas bases de datos en la misma región, ¿cuántos hombres habrá, de 50 años, de la provincia de León, con diabetes e hipotiroidismo? En el año 2000, unos investigadores de la universidad de la universidad Carnegie Mellon, llegaron a la conclusión de que con tres simples datos identifican al 87% de los ciudadanos de EEUU. Se trata del código postal, fecha de nacimiento y sexo. En total, tres únicos bits de información. De nuevo, en cada una de las listas, hemos cumplido la premisa de que en cada una de ellas no digamos quiénes somos.

Anunciaron el Reglamento Europeo de Protección de Datos Personales a bombo y platillo, el cual es alabado y denostado a partes iguales. Lo primero, por prevenir que nuestros datos sean como una lonja para cualquier entidad. Y en cuanto a lo segundo, porque ese mismo control impide que surjan empresas como Facebook en Europa. Sin embargo, el RGPD, como otras muchas leyes, es una conjunto de normas áridas, cuyo cumplimiento, implicación y alcance está fuera de las entendederas de cualquier persona no experta en ello.

En este código europeo, se introduce la seudoanimización de los datos, un concepto nuevo. Su definición es aquella información que, sin incluir los datos denominativos de un sujeto, permiten identificarlo mediante información adicional, siempre que ésta figure por separado y esté sujeta a medidas técnicas y organizativas destinadas a garantizar que los datos personales no se atribuyan a una persona física identificada o identificable.

Los propios bancos, en sus páginas web, anuncian que la única manera de conseguir un préstamo ahora, no es hablar con el gestor de toda la vida, sino convencerle al algoritmo. Estas líneas de código, programadas obedientemente por algún equipo de desarrolladores de renombre, con patentes y probablemente con el respaldo de una startup, será implacable en conocer algo más que tus datos personales, sino incluso tu futuro personal. El RGPD nos otorga derecho a conocer cómo funciona un algoritmo automático en las decisiones que toma sobre nosotros, pero al mismo tiempo, parece que las leyes de propiedad intelectual prevalecen sobre estos derechos ciudadanos. Es el mercado, amigo.

La privacidad es una palabra muy grande. Tanto, que tiene grietas, fugas y por los que solo cabe gente muy habilidosa. No tenemos dónde escondernos, ni nos han dicho cómo nos buscan.





Este artículo salió originalmente publicado en la revista de investigación, DYNA, a la que recomiendo que echéis un vistazo.

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19/10/20

La mundanidad de la Excelencia: no es cuestión de talento

Hay dos grupos de personas en el mundo, los que ven lo siguiente como una oportunidad y los que lo encuentran absolutamente aterrador:

El primer grupo de personas lee esto y dice "genial, eso significa que nada me impide tener éxito". El segundo grupo de personas dice "Oh, oh, eso significa que no puedo usar el talento como excusa para no tener éxito". La gente quiere creer que la habilidad inherente determina el éxito porque los absuelve de la responsabilidad de su propio bajo nivel de desempeño.

Esta visión de mentalidad fija es tentadora: si no nacemos con talento, es mejor que ni siquiera intentemos ser de alto rendimiento, pero también es incorrecta. Las creencias del primer grupo de personas, las que tienen una mentalidad de crecimiento (las habilidades de la idea se pueden desarrollar), están respaldadas por muchos estudios de logros superiores en muchas profesiones. Como se describe en el artículo “The mundanity of Excellence” de Daniel Chambliss, cuando estudiamos objetivamente la excelencia descubrimos:

La excelencia requiere hacer cosas pequeñas y ordinarias de manera consistente. El talento innato no es responsable de un alto rendimiento. Una mejora significativa es el resultado de cambios cualitativos en la forma en que practica las habilidades, no de hacer más de lo mismo.

Fuente


El éxito significa hacer bien las cosas pequeñas repetidamente. Y aquí viene algo que considero muy importante: el éxito para cada persona es diferente y subjetivo. No consiste en ser superemprendedor, ni ser rico, ni esas visiones romantizadas por las películas de Hollywood. Éxito puede ser algo tan simple como lograr ser más o menos feliz, salir adelante a pesar de las adversidades y obtener pequeños triunfos.

La frase “La Excelencia es mundana” significa que no hay una tarea extraordinaria que deba realizarse para alcanzar la cima de un campo. En cambio, uno debe llevar a cabo series de pequeñas acciones correctamente una y otra vez para lograr un alto rendimiento. En cualquier profesión (atletismo, inversión en acciones, programación, redacción, escuela) las pequeñas cosas determinan el éxito. Tomadas de forma aislada, cada una de estas decisiones menores es fácil de acertar, pero no podemos hacerlas bien solo una vez, tenemos que hacerlo bien cada vez.

¿Cuáles son algunas de estas opciones supuestamente fáciles? Depende de su campo, pero algunos ejemplos de una búsqueda común, altas calificaciones en la universidad, son:

1- Pasar 15 minutos de tiempo dedicado a leer artículos de noticias a estudiar
2- Buscar la ayuda de un profesor después de la clase si estás estancado
3- Repasando ese ejercicio una vez más
4- Asistir a los seminarios opcionales


Ninguna de estas acciones requiere mucho esfuerzo e incluso pueden parecer demasiado obvias. Si esto es todo lo que se necesita, ¿por qué no todos obtienen puntuaciones perfectas en la escuela? La respuesta es que el éxito significa hacer todo esto correctamente cada vez. Hacer la elección "correcta" una vez (la elección correcta suele ser obvia) no evita grandes obstáculos. Hacer esta elección decenas de miles de veces sin desviarse es lo que diferencia a los grandes triunfadores.

En el artículo, Chambliss llega a decir que las pequeñas cosas son las únicas cosas que importan. Como se describe en relación con la natación:

"Cada una de esas tareas parece pequeña en sí misma, pero cada una le permite al atleta nadar un poco más rápido ... Ganar una medalla de oro no es más que la síntesis de un sinnúmero de cosas tan pequeñas".

En los negocios, Peter Drucker afirma que "la eficacia como ejecutivo exige hacer ciertas cosas, y bastante simples". Ray Dalio hace el mismo punto repetidamente en sus Principios cuando describe las acciones aparentemente menores que diferenciaron a Bridgewater Associates. Una vez más, no existe un único secreto oculto para el éxito, solo la ejecución de las prácticas correctas de manera consistente. Además, estas decisiones son tan pequeñas que casi siempre están completamente bajo su control, lo que significa que puede elegir su nivel de éxito.

En resumen, cualquier persona capaz de tomar la pequeña decisión correcta una vez es capaz de lograr la excelencia en su campo. La diferencia entre quienes realmente llegan a la cima y quienes pasan sus vidas abajo es la coherencia. Si hay algo en común para el éxito, es la capacidad de tomar decisiones positivas repetidamente sin desviaciones.
 

El mito del talento innato

El talento, un don físico o mental innato que otorga un gran éxito en la vida, no existe. De hecho, el talento es producto de grandes logros, no su causa; cuando vemos a un gran actor, lo etiquetamos como talentoso después de ver su éxito. El logro conduce al descriptor talentoso. Al atribuir el éxito al talento, mezclamos las variables independientes y dependientes. 

La falacia del talento surge porque solo somos testigos de la excelencia final en sí misma y no de las innumerables horas de trabajo que se dedicaron a producirla. Observamos el producto final perfecto de un individuo y trazamos una línea recta a lo largo de su vida, conectando eventos dispares en una narrativa coherente. Esta historia siempre tiene un solo tema: el individuo tenía talento y, por lo tanto, estaba destinado a la grandeza. Si pudiéramos presenciar la totalidad de las acciones, la repetición de pequeñas tareas, que resultaron en el desempeño, entonces no seríamos tan rápidos en confiar en el talento como explicación. En última instancia, usar el talento para explicar el desempeño superior nos impide comprender el proceso repetible que generó el éxito, uno que podríamos seguir si quisiéramos.

En el artículo que estamos referenciando, Chambliss aplica su teoría del talento a las costumbres del equipo olímpico de natación. Las características que les permiten alcanzar la excelencia y diferencian respecto a otros nadadores, son las siguientes:


1- Técnica: han perfeccionado cientos de pequeños detalles en su forma de nada

2- Disciplina: pueden entrenar o no por más tiempo, pero "su energía se canaliza cuidadosamente".

3- Actitud: En los niveles más altos de la natación competitiva, ocurre algo así como una inversión de actitud. Las mismas características del deporte que el nadador corriente encuentra desagradables, las disfruta el nadador de alto nivel. Lo que otros ven como aburrido, por ejemplo, nadar de un lado a otro sobre una línea negra durante dos horas, lo encuentran pacífico, incluso meditativo, a menudo desafiante o terapéutico. 

Fuente


 En resumen, basándonos en trabajos científicos que han investigado este tema, nos quedamos con tres hallazgos principales sobre la naturaleza de la excelencia:

1- Las pequeñas decisiones conducen a la excelencia cuando se toman correctamente de manera consistente.
2- Las habilidades innatas no son la causa del desempeño superior
3- Los avances significativos requieren hacer las cosas de manera diferente

Es demasiado fácil hablar de estas ideas de manera abstracta y mucho más difícil ponerlas en práctica. 




Este artículo es una traducción libre del texto aparecido en Medium, The Mundanity of Excellence, de Will Koehrsen.

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12/10/20

Sobre exalumnos y sus caminos profesionales, en pandemia

Como quizás ya sepáis la mayoría de los que leéis esta bitácora web, el que os escribe, fuera del blog tiene otra vida. Concretamente, en la Escuela de Ingeniería de la Universidad del País Vasco, en Donostia. 

Bien, pues un servidor comentaba hace unos días que, tras preguntar a unos cuantos de sus exalumnos -que ya acumula unos cuantos- se sorprendía positivamente de que casi todos estaban trabajando en algo relacionado sobre ingeniería, y que incluso alguno había logrado cambiar de empleo en medio de la pandemia. Recibí numerosas reacciones a este tuit, tanto en público como en privado.

Quizás sea porque las redes sociales y los medios de comunicación nos han educado a acostumbrarnos obedientemente a recibir solo noticias dramáticas y pesimistas. Pero mi comentario no por eso dejaba de ser verdad, y estoy muy orgulloso de esas personas que yo me crucé en su camino en un momento de sus vidas, y lo aprovechamos para conectar un poco más.

 

Fuente

Cada año, a principio de curso, intento hacer una puesta al día sobre las historias profesionales de estos alumnos con los que ha habido un poco más de química. Cada año, se van acumulando un puñado de emails más. Es difícil plasmar por aquí qué hace que un profesor se fije en alguien, pero pueden ser muchas y diversas características, tal y como os corroborará cualquier otro docente. Las anécdotas, dudas internas y confesiones generadas durante estos emails da para mantener una sonrisa de muchas horas y para escribir más de un libro de anécdotas.

A día de hoy, la foto laboral de esos alumnos es muy buena, y es fruto de su trabajo y de un empujón de suerte, que no sirve de nada sin lo anterior.  No voy a entrar en debates estériles sobre el valor de este logro con alusiones a 'a saber cuánto cobran', 'siendo jóvenes, tendrán trabajo. Si tuvieran mi edad'...

Si hay algo que he aprendido en estos años de vida profesional mía, es que el éxito total, no existe. Si equiparamos esa palabra a la obtención de fama, poder y riqueza, esa palabra tan grande solo es alcanzable por personas muy alejadas de nosotros. En cambio, salir adelante en la vida, trabajar y disfrutar haciéndolo, obtener pequeños y grandes logros profesionales, con suerte... eso se parece más al éxito del común de los mortales.

Y también he aprendido que lo mejor que le puede ocurrir a un profesor es que sus alumnos le adelanten y se acuerden de ellos.

Si sois profesores, como si no lo sois, podéis dejarme en los comentarios de esta entrada cuál es vuestra impresión, respecto a todo esto y cómo veis la vida en este mundo laboral pandémico.

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5/10/20

¿Por qué no existen ya trenes autónomos?

Es posible que alguno de los lectores de este artículo se acuerde de las eternas y grandilocuentes promesas que se hacían sobre la conducción autónoma. Para mí, se lleva la Palma este: 

 En 2020, habrá 10 millones de coches autónomos circulando (Business Insider

No se trata de hacer leña del árbol caído. Hay muchas más predicciones en la web, y le dejo al avezado lector que salsee un poco, si le pica la curiosidad. 

Sin embargo, en la conversación informal sobre coches autónomos, es inevitable que alguien pregunte '¿por qué no hay trenes autónomos, si es mucho más fácil?'. Y dicho y hecho. Realicé la consulta en Twitter a todo un experto en el mundo ferrocarrilero, Ivan Rivera, y la conversación resultante se puede leer aquí. Estas son algunas de sus respuestas:

 



Pero aún así, seguro que a muchos nos suena el ejemplo de metros o tranvías que sí que son autónomos. Pero todo tiene su explicación:


Desde aquí, un saludo a Iván y muchas gracias por su masterclass. De aquí en adelante, el tiempo dirá hacia dónde progresa la tecnología.


Metro de Copenhagen
Fuente


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28/9/20

Las limitaciones de los drones para el reparto de medicinas

Invito a los lectores de esta entrada a intentar adivinar desde qué año llevan en la industria tratando de lanzar el negocio de reparto de mercancías con drones. 

¿Ya?

Hay más de una respuesta correcta, dependiendo de qué consideremos un drone. El legislador de EEUU, la FAA, concedió la primera licencia comercial de drones en 2006. Así que es seguro que mucho antes ya habría esfuerzos privados en esta actividad empresarial. 

La auténtica explosión mediática ocurrió allá por 2013, impulsado por las grandes empresas tecnológicas como Amazon, Google y compañía. Hace poco, comentábamos en este blog que la tecnología aún está muy lejos de esas promesas, y que incluso cundía el pesimismo sobre la viabilidad de reparto de mercancías con drones en áreas urbanas, debido a su alto coste y baja autonomía.

A pesar de estas malas noticias, aún nos quedaba refugiarnos en la esperanza de que estos robots eran útiles para el reparto de medicinas (bolsas de sangre, vacunas...) en regiones de difícil acceso y zonas catastróficas. Sin embargo, aún no hay evidencias robustas de que el empleo de drones mejore los métodos de reparto que existen a día de hoy en esas áreas. 


Los costes logísticos del tipo de entregas que nos ocupa, se han disparado desde 2010 a 2020. Los estudios que defienden que usar UAVs es más barato que usar furgonetas o motos para llegar a una zona devastada -en un país africano, por ejemplo- hacen un poco de trampa, ya que solo tienen en cuenta el coste operacional de los drones. No consideran el coste de su desarrollo, ni mantenimiento, seguros, ni las malas condiciones climáticas que reducen drásticamente la eficacia de un drone frente a la moto más sencilla. Si sumamos todos esos conceptos de gasto, probablemente esa misma moto sea una manera más económica de transportar las vacunas.

Otra razón que conviene no obviar, es el rechazo hacia los drones por parte de la población de muchos países en desarrollo. En el pasado, estas personas se han visto engañadas por parte del ejército y las milicias, y ahora tienden a relacionar que los drones van en su detrimento y pérdida de libertades.

En resumen, parece que el argumento más fiel a la realidad que podemos esgrimir ahora mismo para el uso del reparto de medicinas con drones, es el de la velocidad de reparto. En condiciones buenas de clima, si no nos importa el sobrecoste frente a un mensajero en moto, estos aparatos pueden ser una buena alternativa. Pero con razones tan endebles, no podemos esperar que barran a los actuales sistemas de reparto de vacunas en cualquier país del mundo.



Si el curioso lector quiere saber un poco más, puede consultar la bibliografía que aparece en el original de este artículo, en el blog de investigación Mapping Ignorance.

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21/9/20

La pandemia de COVID-19 resucita el miedo a la robotización

La pandemia de COVID-19 va a acelerar la robotización del empleo. Siempre he defendido que plantear predicciones a largo plazo en tecnología y economía es un sinsentido. Desconocemos qué pequeño o gran acontecimiento hará saltar por los aires nuestras ideas. Al mismo tiempo, conviene observar las tendencias del pasado: si tenemos en cuenta largos períodos económicos, ¿qué impactos está teniendo la robotización?

Este año uno de los grandes expertos en el estudio de este campo, Daron Acemoglu, publicó un trabajo sobre el tema. En su estudio, los investigadores usaron datos de 19 industrias y los cruzaron con estadísticas laborales de Estados Unidos.

En palabras de Acemoglu, encontraron “efectos negativos” de la robotización sobre el empleo.

A continuación, unas cifras para reflejar la realidad:

Entre los años 1947 y 1987, los robots acabaron con el 17 % de empleos humanos, pero se creó un 19 % de tipos nuevos. Sin embargo, entre los años 1987 y 2016 se desplazó al 16 % de trabajos, pero solo se creó un 10 % adicional.

Ahora vienen los números que asustan un poco más. En una planta en la que se introduzca un robot, los investigadores estiman que destruye las tareas que realizan 6,6 empleados. Sin embargo, ese robot tiende a crear otros puestos en las plantas alrededor de esa empresa. Si tenemos en cuenta esa compensación, la conclusión es que en Estados Unidos se destruyen 3,3 empleos por cada robot incorporado.

El trabajo destruido y las oportunidades creadas no están equilibrados. Mientras que entre 1960 y 1980 la creación de empleo favoreció a los empleos de cualificación media y baja, hoy se les aparta, sobre todo a los primeros. Las nuevas oportunidades surgen para los profesionales altamente formados y para el personal especializado en el manejo de estas máquinas.

De momento, el 70 % de los robots se encuentran en el sector productivo de la economía de EE. UU.: automoción, electrónica, plásticos, industria química y metalurgia. Pero aún existe mucho recorrido en otros sectores, como el alimentario y el textil. Tal y como refleja el mencionado estudio, entre 1993 y 2007, el país norteamericano introdujo en su economía un robot por cada 1 000 trabajadores, mientras que Europa incorporó 1,6 de estas máquinas.

Varios países ya han implementado estrategias nacionales de formación continua a sus ciudadanos



¿Y qué pasa en Europa?

Veamos otro reciente informe sobre el proceso de robotización a largo plazo en Europa, concretamente en Francia, que contempla el período entre 1994 y 2015.

Las conclusiones son parecidas a las del estudio estadounidense: las empresas robotizadas están ganando en productividad y aumentan sus beneficios económicos. Sin embargo, del estudio se deduce algo muy relevante: la exposición internacional de cada planta es esencial.

Cuando la exposición del negocio al exterior es alta, existe una correlación positiva entre los siguientes factores: el aumento de beneficios, la creación de empleos de alta cualificación (y destrucción de los de baja cualificación), la reducción de precios para los consumidores y la mayor productividad.

Por lo tanto, ambos informes permiten concluir que la robotización es imparable y está llegando. Robotizar no es sencillo, y no ocurre de manera lineal. Más bien funciona por impulsos y explosiones económicas, difícilmente predecibles.

El miedo a la robotización ha vuelto. Miles de ciudadanos que han perdido su empleo durante la pandemia no volverán a recuperarlo. Según dicen, la economía es cíclica, y este fenómeno de destrucción de empleos durante las crisis lleva ocurriendo en las últimas décadas.

Si acudimos a las cifras, el 88 % de la destrucción de empleos de tareas rutinarias se destruye en los siguientes 12 meses tras una crisis económica. Eso lleva ocurriendo 30 años, lo que hace que el mercado se polarice cada vez más: se crea la famosa U del mercado laboral, donde en un extremo están los profesionales de alta cualificación, y en el extremo, los de baja.

Los profesionales a medio camino entre ellas van desapareciendo.

Varios países industrializados han comenzado estrategias de reciclaje y formación para sus ciudadanos en ese riesgo. Entre ellos destacan Suecia, Singapur, Dinamarca y Reino Unido, que han implementado planes nacionales destinados a este colectivo.

El panorama que se presenta no es desalentador, pero invita a la reflexión y a la actuación sobre el modelo industrial. Quizás el mundo laboral dentro de diez años no se parezca en nada al actual. Robotizar no es fácil, pero puede que a largo plazo sea peor no hacerlo.



Este artículo se publicó originalmente en The Conversation, sitio web que os recomiendo visitar

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14/9/20

La inteligencia artificial y su fracaso frente al coronavirus

Decía Arthur Clarke, célebre escritor de ciencia ficción, que cualquier tecnología suficientemente avanzada es indistinguible de la magia. Quizás sea por un cierto pensamiento mágico que los gobiernos albergaron esperanzas, y sobre todo, destinaron financiación, al desarrollo de herramientas de inteligencia artificial contra el COVID-19. Mas el estado ilusorio pronto llegó a su fin, y ya en abril de este mismo año, la ONU anunció que la inteligencia artificial desarrollada contra la pandemia no valía prácticamente para nada. ¿Qué es lo que ha fallado con esa todopoderosa tecnología, llamada a cambiar el mundo, y que no nos ha socorrido en esta ocasión?

La disciplina científica de la que hablamos se ha empleado principalmente en cuatro frentes de lucha contra el virus: predicción de la propagación; diagnóstico; desarrollo de fármacos y vacunas; control social. Veamos qué ha pasado en cada uno de ellos:

 




Predicción de la propagación
Adelantarnos a la voluntad de expansión de este virus, no es lo mismo que hacerlo con la del Zika, la gripe, la malaria, o cualquier otro. Los datos son esenciales, y aún no estamos en disposición de tener una buena base, consolidada y homogénea entre todos los países. Este tipo de algoritmos, como las redes neuronales, son capaces de predecir según los datos que se les haya introducido. Dan un sentido al pasado, pero no adivinan el futuro. Es decir, no hemos sido capaces de introducir correctamente en estos algoritmos la historia de expansión del virus.

Un evento como esta pandemia, que no se base en nada pretérito y que desconozcamos su funcionamiento, es la criptonita de la inteligencia artificial. Además, muchos modelos de predicción y detección de rebrotes se basan en recopilar y entender texto escrito de diferentes medios o búsquedas en Internet. Obviamente, ese tipo de fuente ahora mismo ha saltado totalmente por los aires, y aporta más errores y dudas, que certezas.



Diagnóstico médico
Con toda probabilidad, éste sea el frente de batalla donde más recursos se hayan invertido para desarrollar soluciones inteligentes digitales. Principalmente, se han empleado técnicas de machine-learning para ayudar a diagnosticar a partir de radiografías, y detectar en base a una serie de imágenes y patrones, la aparición o no del temible virus.

Hay mucho oscurantismo en torno a estas herramientas. Cada hospital saca pecho de haber logrado el mejor algoritmo para lograr esto. Sobre todo, en el caso de China. Pero a la hora de la verdad, se descubre que la validación de este software se ha realizado con 35 ó 50 pacientes, lo cual es una completa tomadura de pelo para la comunidad científica. El experimento más serio ha conseguido muestras de rayos X de 13.000 pacientes. Es un primer paso, pero desde luego, la solución está muy lejos de que se implante de manera general en hospitales a tiempo de luchar contra la presente pandemia.

La enfermedad mejor tratada por la inteligencia artificial es la retinopatía diabética, que lleva estudiándose muchos años, y según el propio Google, la herramienta está lejos de sustituir a los profesionales sanitarios. Así que no esperemos que las aplicaciones para tratar el COVID-19 lleguen pronto.



Desarrollo de fármacos y vacunas
En este aspecto, no me detendré mucho. La inteligencia artificial ha ayudado en otras ocasiones a comprobar qué combinaciones de moléculas pueden dar lugar a nuevos medicamentos. Pero estamos ante una enfermedad muy desconocida, y las vacunas candidatas que están sonando están siendo desarrolladas con la experiencia de equipos humanos altamente especializados. Así que las máquinas tampoco llegarán a tiempo a este flanco de la lucha contra el COVID-19.



Control social
Este es el único aspecto en el que la inteligencia artificial está teniendo éxito. Este hecho es éticamente discutible, pero el caso es que muchas sociedades están empleando cámaras de reconocimiento para identificar posibles sujetos infectados, drones para advertir a sus ciudadanos que se exponen a multas por no guardar la cuarentena, o software que ayudan a predecir cómo se mueven los ciudadanos dentro de una área pequeña. Esto a su vez, puede estar alimentando el monstruo del tratamiento de datos.

Los anuncios grandilocuentes y grandes promesas de cambios globales mediante inteligencia artificial. La marea bajó y ahora se puede ver quién estaba desnudo y quién no. Y son las técnicas de control social las que más fácil y con mayor celeridad se han desplegado, y las que perciben los ciudadanos más de cerca.

 
 

Una vez repasados los aspectos de lucha antivirus a los que no llegaremos con los algoritmos actuales, ¿cuál es la enseñanza de todo esto? La ONU, en el informe previamente citado, aconseja seguir desempeñando esfuerzos en este campo, y no abandonarlos cuando la pandemia del COVID-19 se retire. Volverán a surgir otros brotes en el futuro, es seguro, y la experiencia acumulada en los momentos críticos de 2020 servirá como base para poder predecir de forma certera la propagación y el diagnóstico de los brotes en el futuro. 
 
Así está ocurriendo con la enfermedad del dengue o el Zika. Los resultados de predicción de rebrotes de estos virus no se obtuvieron en el momento en el que surgieron con fuerza, sino en un período de entre dos y cuatro años después. De hecho, este tipo de algoritmos está siendo muy útil para predecir los primeros brotes del virus del dengue y su propagación.

Por último, una reflexión: en diciembre de 2019, Bluedot, una startup canadiense de predicción de pandemias, alertó a las autoridades de que una gran amenaza estaba teniendo origen en Wuhan. No fue hasta muchos días después que la OMS no lo anunció hasta 9 días después, quizás cuando ya era tarde y el virus se había expandido por varios países. Por lo tanto, ¿estamos dispuestos a hacer ese salto de fe que nos permita fiarnos de la tecnología? ¿O hablaban de eso cuando decían que la inteligencia artificial nos dominaría? Como decía Edward O Wilson, el mayor problema de este mundo es que tenemos emociones del Paleolítico, instituciones medievales y tecnología propia de un dios.



Bibliografía:
Naudé, Wim. "Artificial intelligence vs COVID-19: limitations, constraints and pitfalls." Ai & Society (2020): 1.


Este artículo se publicó originalmente en la Revista DYNA, una publicación de investigación a la que recomiendo que echéis un vistazo.

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7/9/20

Productividad, horas de trabajo y desempleo: la espada de Damocles (en pleno COVID-19)

Más de un colega cafetero me advirtió de que en septiembre, tras la temporada de turismo, el fin de los ERTEs y la vuelta a los centros de trabajo, la marea bajaría en la economía de los países. Es decir, se verá qué empresas han logrado capear una cruda pandemia gracias a su esfuerzo y ayudas gubernamentales, y cuáles de esas empresas convertirán sus ERTEs en EREs, y se verán abocados a echar el cierre.

Fuente

 

En esta tesitura, este fin de semana me encontré el siguiente tuit de Santiago Niño Becerra, el televisivo economista.

En ese hilo, me enteré de que el mayor sindicato alemán ha pedido instaurar la semana de 4 días, para frenar el desempleo por el COVID-19.  

Niño Becerra explica que en el mundo empresarial, la productividad se incrementa por la inversión en tecnología. Sin embargo -y aquí viene la importante-, es un hecho que representa una espada de Damocles.

Invertir en tecnología, permitiría que los trabajadores tuvieran una semana de 4 días, y que eso salvase el empleo. No obstante, ese hecho es un reconocimiento en sí mismo, que el trabajo humano no es tan imprescindible como nos creemos. Sería una prueba para el empresario de que el trabajo de las personas, podría ser desempeñado por los robots. 

¡Vaya, parece que no es tan buena idea la jornada de 4 horas!

No es tan fácil. Quizás no tengamos elección. Todos los países están invirtiendo en tecnología para aumentar su productividad y lograr ser más competitivos en un mercado internacional. Invertir en máquinas les permite sobrevivir, en definitiva. Pero al mismo tiempo, se verá qué empleados son prescindibles y cuáles no. 

Fijaros en la gráfica de Estados Unidos que relaciona horas de trabajador, productividad y producto.

 

Fuente


Y todo esto, a mis compañeros de café les lleva a otra pregunta a la que no dejo de dar vueltas, para la que yo no tengo respuesta:

¿Hay suficiente trabajo para todos?



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31/8/20

"Tengo 80 años y he pasado la cuarentena con mi mejor amigo: un robot"

La frase del título de este post no es utópica, ni fingida. Es el testimonio de una señora de Florida encerrada en cuarentena, y podéis ver su testimonio en el siguiente vídeo:

 

 En él se citan otras frases que me han llamado la atención:

- She looks at me and says 'Good morning!' (me mira y me da los buenos días)
- I'm not living alone now. I'm in quarantine with my best friend (ya no estoy sola. Estoy en cuarentena con mi mejor amigo)
 
No estoy en este artículo para juzgar nada. No es bueno, ni malo. Simplemente, ese robot, con mi poca apariencia de humano, está haciendo compañía a una señora, y ella está agradecida. Me parece un logro fundamental de la tecnología. Por aquí ya comentamos el papel de la tecnología en la distopía social global que estamos viviendo. Nuestro encierro (y me incluyo totalmente) no hubiera sido el mismo sin redes sociales y un terminal de teléfono móvil.




No es la primera vez que los medios de comunicación se dan cuenta de la relación especial entre gente que se siente sola y la tecnología. Alexa, el asistente de voz de Amazon, a lo largo de 2017 recibió más de un millón de peticiones de matrimonio. Los usuarios le cuentan secretos, confesiones, cotilleos... como fenómeno de interacción humano-máquina, me parece espectacular. Y creo que debería de empujar hacia una mayor responsabilidad de derechos digitales de las empresas propietarias de estas tecnologías.
 
Os recomiendo ver Her, la película, protagonizado por Joaquin Phoenix. Enseguida entenderéis qué fácil tenderéis a empatizar, y a algo más, con una voz sintética inteligente.
 
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24/8/20

Reseña del libro Armas de destrucción matemática

Seguro que habéis escuchado la polémica de que Amazon solo contrataba hombres para sus almacenes. O que una herramienta informática del sistema de justicia de EEUU, llamada COMPAS, penalizaba a las minorías étnicas y a los afroamericanos a la hora de dictar sentencias inculpatorias. 

Se trata de los algoritmos de decisión automática. El auge silencioso del empleo de reglas, datos y criterios subjetivos de una serie de empresas y gobiernos, para decidir por nosotros en aspectos tan relevantes como:  

- ¿Mereces el crédito del banco que has solicitado? 

- ¿Según las respuestas del test psicotécnico que has respondido para esa oferta de trabajo, pasas a la siguiente fase de selección de personal? 

- ¿Cuánto te cobrará tu seguro de coche, según cómo conduces?

A menudo se oye que estos algoritmos recogen el reflejo mismo de la realidad, y en consecuencia, obran según ese escenario. No es que el algoritmo esté sesgado, sino que la realidad lo está, y no es ideal.

El libro Armas de destrucción matemática (Capitán Swing), es una gran obra bajo la pluma de Cathy O'Neil, quien se dio cuenta del abuso de estas herramientas matemáticas allá por 2011, cuando trabajaba en un fondo de inversión. O'Neil no opina sin criterio, sino que es doctora en matemáticas por la universidad de Harvard. El libro está estructurado en capítulos sueltos, a lo largo de los cuales estudia un tipo de problema dominado por estas cajas negras de matemáticas.

Reseña de Armas de destrucción matemática
Imagen del libro (Capitán Swing)

 

Uno de sus capítulos se basa en responder a la siguiente pregunta: ¿En qué se basan los actuales algoritmos de predicción de crímenes que emplea la policía de numerosas ciudades en el mundo para decidir qué barrios patrullar con más intensidad? ¿Cuál es la consecuencia en esos barrios? 

La respuesta corta es que se mediante estos sistemas digitales, se están perpetuando la presencia policial en barrios humildes, y en esos barrios, los agentes no previenen asesinatos ni atracos, sino que debido a su mayor presencia, arrestan a trapicheros cualquiera de droga, a chavales que molestan y rompen cristales... haciendo que la espiral de malestar contra la policía en esos barrios sea aún mayor, y condenando a sus ciudadanos a repetir su historia de pequeños delitos una y otra vez.

Otra pregunta: ¿qué se logra haciendo que en los rankings de universidades internacionales aparezcan en los primeros lugares siempre las mismas? ¿Qué motivaciones tienen los que no están en esas posiciones para mejorar? ¿Cuál es la evidencia de empleabilidad de esas universidades del podio, frente a otras universidades más económicas, ocultas en la larga lista? ¿Qué universidades recibirán más y menos financiación económica de las instituciones, perpetuando el ranking  sin dar opción a plantear una reordenación?

El libro Armas de destrucción matemática me ha parecido una joya maestra, que explica en un lenguaje sencillo y de lectura fácil, que los algoritmos es una herramienta para la perpetuación de desigualdades y estructuras de poder. Creo que es una obra imprescindible para entender un gran debate que como sociedad tendremos en muy poco tiempo.

¡Feliz lectura!


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