Inteligencia artificial, robótica, historia y algo más.

26/6/21

El renacimiento del ajedrez y Deep Blue

Ha sido un mes un poco improductivo: los exámenes de la universidad, proyectos pendientes, y muchas otras pequeñas tareas me han tenido, como su nombre indica, atareado.

El  caso es que hace unas semanas me llamaron para hablar en un podcast de la evolución de los ordenadores que juegan a ajedrez. No en vano, este año se cumplen 24 años desde la victoria de Deep Blue sobre Kasparov. Y la cosa no ha cambiado precisamente poco en todos estos años. Para empezar, por aquella época yo entrenaba a ajedrez con un Gran Maestro de mi pueblo, ahí es nada. Lo que sería si hoy en día nos encontrasemos con un jugador de Primera División de Fútbol. Pero vayamos al meollo del post.

Los juegos de mesa, y particularmente, el ajedrez, siempre han sido un medidor de la inteligencia, sabiduría y sagacidad de las personas. Es famoso el autómata llamado El Turco, quien se llegó a enfrentar a Napoleón, y hablamos sobre él en esta entrada. Posteriormente, es famoso El Ajedrecista de Torres Quevedo (1914) y el programa de ordenador que desarrolló Alan Turing en 1948. Tal y como se ve, Deep Blue no surgió de la nada, y que una máquina llegara a ganar a un ser humano llevó varias décadas.

Gary Kasparov llegó en 2016 a enfrentarse a Deep Blue, tras haber vencido cómodamente a su antecesor, Deep Thought, en 1989. Sin embargo, todo se vino abajo para el Gigante de Baku, y tras darse cuenta en la segunda partida que la máquina era más humana de lo que él pensaba, no pudo recuperarse, y terminó perdiendo el enfrentamiento.

Deep Blue realmente no sabía jugar a ajedrez, sino que tenía memorizadas millones de partidas, y según un algoritmo de evaluación de jugadas, elegía la mejor jugada para cada posición en el tablero. Hoy en día, los investigadores en Inteligencia Artificial, no llamaríamos a esto 'inteligencia', de hecho. Este acontecimiento fue similar al fin de una carrera, como la espacial. La máquina ya había vencido al humano, y este tipo de enfrentamientos místicos de civilizaciones y representatentes de cada especie en una lucha final de Hollywood, se detuvo.

Y no fue hasta 2015 y el surgimiento de los célebres algoritmos de DeepMind que ganaban a Go, que volvieron a la escena pública. AlphaGo se hizo famoso por enfrentarse a campeones del mundo de este juego, y posteriormente, DeepMind desarrolló un algoritmo mejorado, llamado AlphaZero, que era capaz de jugar a Go, shogi y ajedrez. Estos sistemas sí que aprenden a jugar a ajedrez, y no memorizan partidas, y ya varios programas informáticos son capaces de ganar al ajedrez a la mayoría de humanos

Por esa razón, el ajedrez ahora mismo está intentando reinventarse, o responder a la tecnología. Tal y como dice Leontxo García, periodista español sobre ajedrez -también de mi pueblo-, el ajedrez necesita cambios profundos y urgentes. Hay muchos intentos de cambiar este juego, pero sin duda, uno de los que más me interesa y traigo aquí, es el de crear nuevas normas para este juego.

No es la primera vez que se intenta esta revolución. En los años 20, Raúl Capablanca propuso un nuevo ajedrez, en un tablero 10x8, con dos nuevas piezas: el canciller y el arzobispo. O Bobby Fisher, el cinematografiado jugador, propuso que las piezas de la primera línea de ajedrez tuvieran un orden aleatorio de comienzo en cada partida. 

El caso es que ahora ha entrado la Inteligencia Artificial en juego, y Deep Mind está haciendo lo siguiente: están probando diferentes variaciones del juego del ajedrez, y probando la evolución y creación de diferentes aperturas, tácticas, estrategias, que generaría esos cambios a lo largo de décadas. Van a intentar decidir cuál de ellas hace al ajedrez más interesante, y para ello, contarán con otro campeón del mundo: Vladimir Kramnik. Concretamente, el Gran Maestro ha propuesto 9 variantes diferentes del juego, y AlphaZero está estudiando cómo sería su evolución a lo largo de las décadas. ¿Y sabéis cuál es el cambio favorito de Kramnik para el ajedrez? Que desaparezca el enroque.

La Inteligencia Artificial arruinó este deporte, y ahora quizás lo haga más bello. Qué burla del destino.

El ajedrez parece que necesita un lavado de cara, y probablemente, nada en esta vida haya que resista el paso del tiempo. No sé de qué edad seréis los que leeis estas líneas, pero yo, a mi edad, ya he vivido unas olimpiadas en mi país, un cambio de moneda, unos atentados terroristas que cambiaron al mundo, y ahora quizás, el cambio en las reglas del ajedrez. Ahí es nada.

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3/6/21

Faisal bin Ali Jaber y su lucha contra el algoritmo y los drones autónomos

Quizás fue una de las primeras veces en las que un algoritmo, una colección de datos y números incomprensibles, una caja negra, falló, y tuvo tan funestas consecuencias. Faisal bin Ali Jaber está luchando para que Estados Unidos y Alemania rindan cuentas. Estados Unidos mató a su familia.

Pero no es así como planeaba pasar su vida. Faisal nació en 1959 y se graduó en ingeniería civil en 1986. Unos años más tarde completó un máster en Estudios del Agua y el Medio Ambiente. Luego se fue a trabajar para el Ministerio de Medio Ambiente de Yemen como ingeniero.

Salem, el cuñado de Faisal, era un imán, un líder religioso, conocido por predicar contra Al Qaeda. Días antes de su muerte, Salem pronunció un sermón en contra de al Qaeda. Waleed era policía local.

El día del ataque, horas antes, tres jóvenes desconocidos del pueblo se acercaron a Salem. Pensó que eran miembros de Al-Qaeda y quería hablar sobre su sermón. Temiendo por su seguridad, los evitó durante horas. Waleed ofreció su protección y acompañó a Salem a una reunión con los tres hombres esa noche.

Era el 29 de agosto de 2012 y cuando se encontraron, cuatro misiles alcanzaron la aldea y los cinco hombres murieron por un ataque con drones no tripulados estadounidenses en Khashamir, Yemen.

Poco después del ataque, las fuerzas de seguridad se pusieron en contacto con Faisal. Dijeron que Salem y Waleed no eran los objetivos. Faisal les dijo que una explicación secreta no servía de nada. Sus familiares estaban muertos y el exigía justicia y una disculpa pública.

¿Por qué Estados Unidos apuntaría a alguien que habló en contra de su enemigo? Eso es lo que Faisal ha pasado los últimos 9 años tratando de averiguar, y aquí comienza la hazaña de David contra Goliath, o de Faisal contra la Administración de Estados Unidos, en la que todo apuntaba hacia un claro vencedor, como en la historia bíblica.


Después de repetidos y fallidos intentos de obtener más información de los funcionarios yemeníes, Faisal viajó a EEUU en noviembre de 2013 con ayuda de Reprieve.org, una ONG estadounidense de derechos humanos. Se reunió con el senador Durbin, varios miembros del personl de inteligencia y del Congreso y miembros del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca. Si bien las personas con las que se reunió expresaron sus condolencias a Faisal por la muerte de Salem y Waleed, nadie pudo ni quiso brindar un reconocimiento oficial del ataque.

Entonces, en 2015, el protagonista de nuestra historia presentó un litigio contra los Estados Unidos, buscando una disculpa y una declaración de que el ataque que mató a sus seres queridos era ilegal. ¿Por qué los tres objetivos no identificados no pudieron haber sido detenidos de manera segura por las fuerzas yemeníes en los puestos de control o, en su defecto, por qué los misiles no pudieron haber sido disparados antes cuando los objetivos fueron solos, antes de reunirse con Salem y Waleed?

En febrero de 2016, sin embargo, ocurrió otro golpe en la odisea de este ingeniero, y la Corte desestimó el caso. Así que el siguiente paso fue acudir a un eslabón superior, concretamente, la Corte de Apelaciones del Distrito de Columbia. Y aquí, a Faisal le dieron una de cal y una de arena. Por un lado, el tribunal decidió por unanimidad que no puede decidir si el ataque que mató a la familia de Faisal era legal. Argumentaron que tal decisión les obligaría a pronunciarse sobre "cuestiones políticas". Pero por otro lado, la jueza del caso, Janice Rogers Brown, alertó sobre el abusivo poder con el que contaba el Presidente de EEUU para asesinar a su voluntad, y que el control del Congreso, encargado de supervisar las acciones del gobierno, en este aspecto era de chiste. El caso de Faisal demuestra que Estados Unidos puede lanzar ataques mortales en cualquier parte del mundo sin supervisión.

Sin embargo, como se imaginarán los lectores, está a punto de llegar el momento Eureka, y el giro de guión. Y es que todo proceso o acción bélica tiene algún punto débil, y en el caso que nos ocupa es que Estados Unidos solo puede lanzar ataques de drone con la ayuda de sus aliados. Por esa razón, Faisal y la ONG cambiaron de enemigo, y comenzaron a litigar contra Alemania, ya que sin la base aérea de Ramstein, en terreno germano, que da nombre al célebre grupo de música, los drones no pueden volar. 

En este país, Faisal también tuvo algunas victorias y derrotas, pero la definitiva llega en marzo de 2021, ante el tribunal más alto de Alemania, el Tribunal Constitucional Federal, quien sentenció que Alemania tiene el deber de hacer más para proteger a los yemeníes inocentes cuyas vidas se ven amenazadas todos los días por drones estadounidenses ilegales. Drones que vuelan gracias a la mencionada base de Ramstein.

Con esta sentencia, culminaba un larguísimo proceso judicial que ha llevado bin Ali Jaber a exigir justicia, a que Estados Unidos reconozca que asesina a voluntad, sin confirmar adecuadamente si dispara contra objetivos reales o no. Y que hay empresas tecnológicas muy importantes que prestan su software al Departamento de Defensa norteamericano, y que lleva a fallos mortales. Sin embargo, para Faisal aún quedan muchos cabos sueltos.

Aún hoy, no se conoce quiénes eran esos misteriosos tres hombres. Salem, el imán, conocía del peligro que corría con sus discursos en contra de alQaeda, y quizás por eso pidió protección a su sobrino, policía local. No tenía modo de saber lo que se le venía encima. ¿A quién apuntaba Estados Unidos entonces? ¿Apuntaba a uno de los 3 hombres desconocidos? Todo lo que sabemos procede de un cable de Wikileaks donde la Administración de EEUU reconoce que se equivocó, y que asesinó a civiles inocentes.

Quizás ni siquiera los pilotos de drones supieran a quién estaban disparando. A veces, solo responden a comportamientos sospechosos, o incluso metadata recogida en teléfonos móviles. Es lo que se denomina 'signature strikes': atacar a posibles sospechosos. Un informe de Naciones Unidas revela que entre 2009-2014 en Yemen, los drones perseguían asesinar a 17 objetivos, pero terminaron asesinado además a 273 hombres, mujeres y niños inocentes.

A las pocas semanas de volver de Estados Unidos a Yemen, a Faisal le llamaron del servicio secreto yemení, que en este caso, es aliado de la CIA. Ahí, un oficial le entregó una bolsa de basura azul con 100.000$ en su interior, en billetes marcados de 100. Esto ha sido lo más cerca que ha estado nuestro ingeniero civil de una disculpa oficial.


Fuentes: Foreign Policy, Reprieve, The Register.

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