Inteligencia artificial, robótica, historia y algo más.

29/12/21

2021, un año de lecturas

Otro año más. Y por lo tanto, es tradición en este blog hacer la lista de los libros leídos en 2021, que han contribuido a que la pandemia y el ruido de alrededor pase un poco más desapercibido. Este año han caído 44 libros, así que no haré la reseña de todos, que no soy tan importante y la Red está llena de recomendaciones y listas. Pero para quien le interese, estas son las reseñas de 5 libros que sí que me llamaron mucho la atención:


La única historia (Julian Barnes): no es por ser mi tocayo, pero no dejéis de leer a Julian Barnes, ya que creo que será uno de los mejores escritores ingleses del momento, junto a Ian McEwan. En esta obra, Barnes describe al protagonista y su relación con una mujer madura. Describe cómo la vida pasa de la efervescencia del amor, y de la consecución de los objetivos y la cascada de emociones positivas, y cómo esas burbujas dejan paso al dolor, a la memoria, y a la enfermedad, y qué difícil es capear con ellas. Ha sido uno de los escritores que mejor ha reflejado el alma humana en lo que he leído este año. Las alegrías, las miserias y la esencia mismo de cada uno.

Ante todo, no hagas daño (Henry Marsh): un libro escrito del puño y letra de un reputado neurocirujano británico, ya jubilado. Es un libro quizás un poco desaconsejable a los aprensivos a las vísceras humanas, pero a mí me ha calado muy hondo. Refleja perfectamente la parte humana y científica del trabajo de estas personas, capaces de marcar la diferencia entre la vida y la muerte. Sobre todo, lo que más me importa es cómo describen sus sentimientos, si se llevan las malas noticias a su casa, o cómo decir a un paciente que su dolencia no tiene solución.

La guerra futura (Lawrence Freedman): este libro me impactó sobremanera. Si pensáis que Twitter, las redes sociales, y los medios de comunicación y su influencia sobre la esfera pública es algo de nuestros días, no dejéis de leer este libro. Os sorprenderéis cómo los diarios manipulaban a la población en pleno XVIII, o la curiosa historia de cómo nació el MI6. Las deepfakes no son cosas del presente.

 

Drone Theory (Gregoire Chamayou): un libro para entender las armas bélicas del futuro, los drones autónomos, y cómo cambiarán totalmente el panorama de la guerra. Hice una reseña hace unos meses, y sigo pensando que ha sido una de mis mejores lecturas.

¿Dónde vamos a bailar esta noche? (Javier Aznar) Javier, autor de un podcast del que soy incondicional, y escritor ecléctico donde los haya, tenía un blog bajo seudónimo y el título "Manual del buen vividor". En este libro, recopila algunos de los mejores artículos de ese blog, en el que se entremezclan anécdotas de amores, de pensamientos que pasan por la cabeza de cualquier joven, de confesiones íntimas con alguna chica, y en definitiva, una ventana abierta a la cabeza de un gran columnista. Me reí mucho.


La lista completa de libros está a continuación. Y si queréis buenas recomendaciones de libros, no dejéis de leer a Lara Hermoso y Enric González.

 

LIBROS DE 2021

Los Europeos (Orlando Figes)

Un caballero en Moscú (Amor Towles) 

La España vacía (Sergio del Molino) 

Los viajes de Tuf (George R. Martin)

Silencio administrativo (Sara Mesa)

Viaje al país de los blancos (Ousman Umar)

El libro del porqué (Judeah Pearl)

Semillas Amargas (Ian Tregillis)

¿Dónde vamos a bailar esta noche? (Javier Aznar)

Allegro, ma non tropo (Carlo Cipolla)

El Gatopardo (Tomasi di Lampedusa)

Drone Theory (Gregoire Chamayou)

Confía en mí, te estoy mintiendo (Ryan Holiday)

¿De qué hablamos cuando hablamos de amor? (Raymond Carver)

La única historia (Julian Barnes)

A world without work (Daniel Susskind)

La guerra futura. Un estudio sobre el pasado y el presente (Lawrence Freedman)

Se acabó el pastel (Nora Ephron)

Nunca te pares (Phil Knight)

Catedral (Raymond Carver)

Fundación (Asimov)

El Guardián entre el centeno (J.D. Salinger)

Kill Chain (Andrew Cockburn)

Lolita (Nabokov) 

El extranjero (Albert Camus)

Human Compatible (Stuart Russell)

Puentes volados (Carlos Clavijo)

Los Mandible (Lionel Shriver)

Crisis 2038 (Gerald Huff)

Me llamo Lucy Barton (Elizabeth Strout)

Yo confieso. 45 años de espía (Fernando Rueda)

Ensayo sobre la ceguera (José Saramago)

Ante todo, no hagas daño (Henry Marsh)

El gran salto al abismo (Jesús Sáez)

Lo raro es vivir (Carmen Martín Gaite)

La gente feliz lee y toma café (Agnes Martin-Lugand)

Dataclysm (Christian Rudder)

Deshaciendo errores (Michael Lewis)

Las defensas (Gabi Martínez)

La mano invisible (Isaac Rosa)

Rebelión en la granja (George Orwell)

No mires debajo de la cama (Juan José Millás)

Ubik (Philip K. Dick)

La vida juega conmigo (David Grossman)

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7/12/21

Herramientas digitales para una educación en evolución constante

¡Cómo se divertían!’ es un relato corto de Isaac Asimov, publicado en 1951, pero ambientado en 2157. En el futuro imaginado por ese autor de ciencia-ficción, la educación de los niños se realiza en cada casa particular a través de un profesor robótico que adapta las enseñanzas al niño de manera absolutamente personalizada. El relato, concretamente, trata con ironía sobre nuestras percepciones del pasado, y cómo los alumnos del presente echan de menos el caos, la pereza y el aburrimiento al que a menudo atribuimos las clases tradicionales, hoy en día.

Quizás en los meses de confinamiento en pandemia, hayamos estado cerca de ese tipo de metodologías de aprendizaje y, sin lugar a duda, haya aumentado la necesidad de reflexión acerca del uso de la tecnología en nuestras aulas. Este artículo versa sobre uno de los aspectos que atañen a esa constante transformación. 

En los últimos años, los científicos están investigando cada vez más sobre la incorporación de técnicas digitales y de inteligencia artificial en la educación. Concretamente, se persigue la optimización del proceso de enseñanza y el aprendizaje de los alumnos en las aulas. Es decir, se habla de emplear algunos sencillos algoritmos de inteligencia artificial -en adelante, IA-, no como un objetivo de aprendizaje, sino como herramienta para la mejora de la educación. Veamos un par de ejemplos para entenderlo bien.

Los sistemas de tutorización inteligentes (intelligent tutoring systems), son sistemas informáticos que ajustan los ejercicios o contenidos de la asignatura al nivel individual de cada estudiante. Imaginemos una clase de cálculo muy sencilla, de operaciones aritméticas: los primeros ejercicios son de sumas. Si algún estudiante falla demasiado en ejercicios de sumas, el software le planteará más ejercicios de esa operación, hasta que considere que ha entendido el proceso. Por el contrario, si otro estudiante no tiene problemas con las sumas, el programa le pasará directamente a las restas.

Normalmente, el criterio de superación del nivel no es decidido por un programa, sino por un profesor. Algunos modelos comerciales de esos tutores inteligentes son ACTIVE Math, MATHia, Why2Atlas, Comet, and Viper, los cuales han sido testados para diferentes asignaturas.

Otra posible incorporación tecnológica podría ser un algoritmo que facilitara seleccionar una universidad u otra, tal y como se realiza ya en Francia y Reino Unido, o que permitiera predecir el suspenso en la asignatura de algún estudiante, antes de que ése ocurra.

La evidencia del impacto positivo en todos los niveles educativos sobre el proceso de aprendizaje y enseñanza es, aún, escasa, pero prometedora. De hecho, gran parte de esa falta de rotundidad científica se debe a la heterogeneidad de las asignaturas, el número de alumnado en clase, el proceso de enseñanza y otras muchas variables. En todo caso, ese empleo de IA en la educación no pretende sustituir al profesor, al estilo del relato de Asimov, sino complementarlo y darle más información para decidir. Precisamente por esa razón, conviene hacer un inciso sobre qué es -y qué no- lo que se persigue con esa adaptación tecnológica.

Incluso antes de que la pandemia nos obligase a improvisar una docencia online, desde hace más de 10 años, las grandes empresas de tecnología en EEUU comenzaron a penetrar en los colegios e institutos de ese país, y a ofrecer sus servicios digitales. Bajo un prisma económico de la educación, hablaban de las ineficiencias de atención en una clase de 30 estudiantes, donde el docente no llega a atender correctamente a todo el alumnado, y hay estudiantes que están por encima del nivel de clase, y otros, por debajo. Valiéndose de esa excusa, las grandes empresas tecnológicas que a todos nos vienen a la cabeza (Google, Facebook, Amazon, etc.) comenzaron a inundar las aulas con ordenadores, a defender el proceso aislado y autodidacta de aprendizaje y, probablemente, a recoger todos los datos posibles de ese alumnado.

Realmente, el empleo de la IA para mejorar la educación poco tiene que ver con la búsqueda de la privatización de ese servicio público, del uso intensivo de la tecnología o de convertir a las aulas en generadores de datos infinitos.

De hecho, la Comisión Europea ha creado un grupo de expertos -al que han invitado también al que les escribe- para evitar esos efectos. Esos expertos asesorarán y fijarán las normas éticas que tendrán que cumplir los sistemas para que ningún software o algoritmo discrimine a ningún estudiante, independientemente de su edad, origen o sexo. Al mismo tiempo, al igual que ocurre con otros sistemas de inteligencia artificial, las decisiones que tome cualquiera de esos programas deberán ser explicables y entendibles. La tecnología no será el fin, sino la herramienta.

Tal y como dice el profesor y filósofo italiano Nuccio Ordine, “solo los buenos profesores pueden cambiar la vida de un estudiante”.

 

Este artículo se publicó originalmente en el blog de la Universidad del País Vasco

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10/11/21

Problemas de materia prima

Corrían los primeros años del siglo XVIII. Estamos en el período de la experimentación y la racionalidad como métodos de conocimiento. Los imperios disponen ya de colonias por todo el mundo, y la actividad comercial es muy intensa.

En este contexto, el país que aspiraba a tener una economía privilegiada necesitaba dos cosas: grandes cantidades de algún material a transformar, y vastos mercados a los que abastecer. A comienzos de este siglo, pocos productos cumplían estas especificaciones. Y uno de ellos, era la ropa hecha de algodón. Toda la población de Europa necesitaba vestirse, e Inglaterra recibía ingentes cantidades de esta materia prima desde sus colonias en América e India.

Sin embargo, había un problema, y consistía en la velocidad de fabricación. Los ingleses parecían que tenían el éxito al alcance de los dedos: disponían de la materia prima, los mercados, y sus talleres de algodón estaban convenientemente protegidos por aranceles. Hay personas en la historia que odian quedarse con la miel en los labios, y quizás por esta razón, un joven inglés de familia relacionada con el textil, alrededor de 1716 se propuso investigar cómo acelerar la producción de prendas. Y para ello, viajó a Piamonte (Italia), donde se encontraban los artesanos más habilidosos en la producción de seda. Era el centro de I+D europeo de esta artesanía. Su secreto consistía en algo muy sencillo: molinos de agua para impulsar las “máquinas”. Desentrañar exactamente el secreto de esta tecnología era toda una misión de espionaje industrial. El joven inglés era conocido como John Lombe.

Una vez en Italia, gracias a un soborno a un sacerdote, Lombe logró que le contratasen en uno de estos talleres. Y con un poco más de soborno, convenció a su encargado de que le dejaran trabajar en el turno de noche. Fue durante estos turnos, cuando el hábil inglés se dedicó a hacer bocetos de las máquinas telares de Italia y los molinos, y un año más tarde, en 1717, huyó a Inglaterra a entregárselos a su hermano. Y una vez allí, a salvo, patentaron la tecnología robada a los italianos, y se dedicaron a la construcción entre 1717 y 1721, de la que se conoce como la primera fábrica moderna de la historia. Contaba con un molino de agua, que era una copia mayor del taller italiano. Pero se localizaba a orillas del río Derwent, en pleno corazón de Inglaterra, en Derby. Seguía siendo una fábrica de producción de seda, y fue un rotundo éxito. Aún hoy se conserva esta hazaña, restaurada.


Cuando se descubrió el pastel, los italianos entraron en ira, y cuenta la leyenda que el mismo rey de Cerdeña envió a una mujer a infiltrarse en la fábrica de Derby y asesinar a John Lombe. A fin de cuentas, la tecnología italiana estaba también muy protegida y se consideraba una estrategia nacional.

Años más tarde, en 1769, un joven escocés presentó la patente número 913, consistente en la mejora de un idea para achicar agua de las minas de carbón, que había desarrollado décadas antes un sacerdote. Había nacido el motor de vapor, el cual fue un gran catalizador en el desarrollo de más fábricas modernas de producción de lana y algodón. Fue probablemente la riqueza que obtuvo Inglaterra gracias a su industria textil, uno de los principales factores para que la Revolución Industrial ocurriera en Inglaterra y no en otro país europeo. Ya que a partir de la segunda mitad del s. XVIII, un único estado contaba con la materia prima, el mercado, y la tecnología. Inglaterra financió sus fábricas e innovaciones técnicas gracias a todos los rendimientos económicos que obtuvieron vendiendo ropa a Europa y a sus colonias.

Estos desarrollos socioeconómicos no solo aportaron riqueza y prosperidad al país, sino también algunos horrores como el trabajo infantil, las clases sociales y la contaminación, tal y como inmortalizó en sus novelas Charles Dickens.


Este artículo se publicó originalmente en la Revista DYNA, la cual es una publicación sobre investigación en ingeniería que os recomiendo visitar.
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20/10/21

Drones de reparto urbano: (siguen con) mucho ruido y pocas nueces

Quizás sea solo impresión mía, quizás es que tenga que levantar más a menudo la vista del móvil. Pero por lo que sea, desde el verano estoy leyendo y escuchando unas cuantas noticias sobre la bondad de los repartos de paquetería con drones. La prensa está lleno de anuncios de este tipo. En este blog nos hicimos eco de la celebración de los 100.000 repartos de café y snacks de la empresa Wing en Australia. Pero basta con introducir términos adecuados en Google News, y veréis que hay noticias sobre el tema a diario.

La siguiente foto a mí me hizo contener el aliento. En ella, se pueden contemplar varias empresas de drones de reparto de comida rápida en Israel. ¡Anda que no habrá habido veces que me hayan preguntado sobre algo así!

Fuente

La semana pasada, vimos hasta un helicóptero sacado de una novela de Asimov realizando su primer envío de manera autónoma.


Pero no es oro todo lo que reluce. Al mismo tiempo que hay este desfile de anuncios comerciales,  Wired habla en uno de sus artículos del lento declive de los drones de Amazon. Lo que en su momento fue la promesa estrella de la empresa de Jeff Bezos, ahora tiene que ver cómo despide a los empleados de este departamento, mientras que la empresa da evasivas. Y tal y como explica el artículo, el problema no es de legislación. Es de viabilidad de negocio.

A pesar de los anuncios comerciales, los estudios científicos del tema, siguen diciendo lo mismo, y coincide con mi visión: 

la viabilidad técnica del reparto de mercancías con drones es alcanzable, pero claramente sigue siendo más caro que hacer reparto de mercancía en furgoneta o en bicicleta.

Algunos enlaces interesantes que lo explican más en profundidad son éste o éste otro, que habla de la absurda privatización del cielo, acompañada de la fanfarria de los medios de comunicación al dar pábulo a estos hitos comerciales. No solo el reparto es más caro, sino que también contamina más, sobre todo en áreas densas, propias de entornos urbanos. Como ejemplo de lo que digo, es esto: drones que reparten comida y champán a yates en Ibiza.

En el citado enlace de los 100.000 repartos de Wing -empresa subsidiaria de Google- en Australia, el gigante de Internet defendía que los drones recortarían mucho los costes de reparto de mercancías, y eso haría que el resto de actores (motoristas, Uber, etc) también tendrían que tirar los precios para ser competitivos. Pero el mismo informe que habla sobre la privatización del cielo, también vuelve a recordar que no solo hay un coste eléctrico, de baterías, y de tiempo de vuelo, sino que al precio del servicio hay que sumar el coste de diseño y construcción del drone, el seguro, el ruido que provoca... 

Alguien se estará preguntando entonces cómo lo hace Israel para tener varias empresas de drones conviviendo en sus cielos y ciudades. Y la respuesta hay que buscarla en el ámbito militar: el pequeño estado está flexibilizando mucho la posibilidad de probar esta tecnología, con la mente puesta en aprender rápido y ver cómo se podría aprovechar para transportar diferentes tipos de cargas militares.

El papel lo aguanta todo, pero la realidad no. 


P.D.: Google es acusado de dumping de precios durante sus tests de reparto con drones en Australia

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17/10/21

El Tinder de la Inglaterra Victoriana

Imaginaos que os encontráis en el mundo que describe Jane Austen, en la novela de Orgullo y Prejuicio. Concretamente, pensemos en la sociedad de Estados Unidos del siglo XIX, con esa sociedad tan rígida, tan marcada por las clases sociales. El estatus social de cada persona era lo más valioso que poseía, y la mayor obsesión de los padres, era llegar a que sus hijos tuvieran un buen matrimonio, para así poder mantener, o mejorar, su posición social.

Pensemos que en esa época no había televisión, Twitter, ni lo más importante, Tinder, y que el mayor deporte nacional era el cotilleo. En momentos así, los bailes de la temporada, donde se juntaba todo el pueblo o comarca, eran acontecimientos espectaculares, y muchos ciudadanos esperaban durante meses a momentos así para presentarse ante planeados pretendendientes. Todo tenía que salir perfecto.

Una vez en el baile, pensemos que sois una joven mujer que busca marido, como en Orgullo y Prejuicio. Mientras os movéis elegantemente, mientras hacéis reverencias y dais saludos a todas las personas que os cruzáis, de repente...¡zas! Veis a ese chico con el que queréis hablar.

Ahora, tenéis tres opciones:

a) encontrar a alguien de mejor posición social que vosotras para que os lo presente

b) dejar que él, que goza de más prestigio, se arriesgue a perderlo por dignarse a hablar primero con vosotras

c) pasarle discretamente una pequeña cartulina con un mensaje

¿Y qué pone en el mensaje de la opción c)? Quizás ponga '¿quieres ir a salir a hablar fuera?', o '¿podríamos vernos en casa?'.

Como veis, esas tarjetas eran el Tinder del siglo XIX, y en el Estados Unidos de ese siglo se usaron mucho. No hay evidencias realmente de qué importancia se les daba a esas tarjetas, pero los historiadores creen que eran muy buenas para romper el hielo.

Estas tarjetas eran muy temidas por los padres de los jóvenes en el baile, ya que gracias a estas pequeñas tarjetas, los escarceos e intentos de noviazgo a menudo pasaban desapercibidos y saltaban el férreo control de los progenitores. Por supuesto, el matrimonio de entonces no era como el actual, y su propósito en la vida de las personas tenía un papel muy materialista y utilitarista, por resumirlo.

Y es que estoy encontrándome que las reglas sociales para conocer gente, mantener el estatus y comportarse en la sociedad son un tema muy entretenido, y espero poder contarlo a través de algunos artículos en este blog. Y como ya sabéis, al final la historia nos ha llevado a Tinder.


Fuente

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6/10/21

La huida de la mano de obra cualificada y Reino Unido

Estos días, en los medios están apareciendo continuas noticias sobre la escasez de alimentos y otros productos de primera necesidad, como combustible, en numerosos puntos de Reino Unido. Dicen que faltan camioneros, ya que se han ido del país por la falta de seguridades legales debido al Brexit. No seré yo quien os confirme si esta teoría es cierta o no. Hoy solo vengo a contar otro episodio de la historia, en el que a Reino Unido también se le iban los trabajadores. Al igual que pasaba con los camioneros, en la historia que os voy a contar, también estaba afectado un gremio muy particular.

Poco se habla de la vital importancia que tuvo en la historia de los países, su habilidad para atraer/engañar a los habilidosos profesionales de países enemigos. Como todo el mundo sabe, la Revolución Industrial floreció en Inglaterra, en la que la máquina de vapor hizo que se crearán fábricas, técnicas más rápidas de producir acero, telares, etc. Numerosos países de Europa se lanzaron a por los empleados de estas industrias inglesas, como una manera de adquirir la tecnología a un precio económico. Principalmente, Francia y Alemania, y en algunas ocasiones, estaban involucrados hasta los mismos reyes en esta "estrategia industrial". 

Tal era la huida de mano de obra cualificada, que en 1719 Inglaterra declaró una Ley Antiemigración, por la que se penaba el soborno de los trabajadores ingleses para que abandonaran su patria, y se castigaba con la desposesión de sus bienes a los ingleses que no volvieran a su país en el plazo de 6 meses. La ley específicamente hablaba de la industria de la lana, acero, y otros metales, pero en realidad, afectó a todo el tejido económico. Esta ley permaneció vigente más de un siglo, hasta 1825.

Al reducir la fuga de cerebros e incorporar los secretos industriales en las propias máquinas, las potencias europeas también comenzaron a comprarlas. Así que en 1750, de nuevo, los británicos, con su cínica fama de laissez faire del mercado, prohibieron la exportación de telares y endurecieron los castigos por soborno a los empleados. Esta ley posteriormente se endureció en 1774 en la llamada Tools Act (Ley de las Herramientas), y se abolió en 1825.

A pesar de estas leyes, no fueron pocas las misiones de Estado en espionaje industrial para robar, sabotear y sobornar a cualquier inglés que se pusiera por delante, para que les revelara sus más oscuros secretos.

A mediados del siglo XIX la tecnología se había vuelto tan compleja, que la captación de talento inglés o la adquisición de las máquinas era insuficiente para adquirir los secretos industriales de los países avanzados, y además, las leyes proteccionistas están ya abolidas. Fue en ese momento, cuando emergieron los sistemas de patentes en los mayoría de países de la Vieja Europa, ya que fue este método el que se resolvió inicialmente, como el más efectivo para defenderse del espionaje industrial y demostrar que éste o aquel país había robado a otro.

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17/9/21

¿Y si la vacuna del COVID-19 la hubiera desarrollado una inteligencia artificial?

Un famoso informe de la ONU en el que se afirma que la inteligencia artificial durante la pandemia ha servido para bien poco, pero que eso no implica que no haya que seguir desarrollando mejores modelos para el futuro. Entre los cuales, está el de la búsqueda y descubrimiento de medicamentos. Puede sonar a ciencia ficción, pero este ámbito es uno de los campos de esta disciplina en la que más esfuerzo se está poniendo.

Pensemos en una red neuronal que, a partir de la exploración de miles de componentes, hubiese desarrollado algún tipo de fármaco para luchar contra la COVID-19. ¿Nos hubiésemos fiado de la misma manera que si la hubieran desarrollado unos investigadores por el método tradicional, de acumulación de conocimiento de los científicos, y lenta y ardua tarea de prueba y error en sus oscuros laboratorios?

En esta ocasión, de momento nos hemos librado de haber puesto nuestra salud en manos de una entidad artificial. La empresa Moderna empleó inteligencia artificial en su vacuna, aunque sirvió tan solo para acelerar el proceso. Pero hay nuevas oportunidades a la vuelta de la esquina.

De hecho, somos nosotros mismos los que estamos proporcionando datos a las empresas mediante el empleo de relojes inteligentes, el registro de nuestras pulsaciones, de nuestros pasos, del tiempo de nuestros paseos por el monte. ¿Y si algún día recibimos el aviso de que tenemos que ir al médico, porque nuestro reloj inteligente identifica que vamos a sufrir un ataque cardíaco?

Vayamos un poco más lejos, y es que a pesar de que no sea muy conocido, el regulador de salud de EEUU (FDA, Food and Drug Administration) ya tiene aprobados multitud de algoritmos de machine learning. Y sí, es el mismo regulador que aprobó las vacunas en ese país. Algunos de esos algoritmos son relativos a las siguientes enfermedades: Retinopatía diabética a partir del escaneo ocular, roturas de muñeca a partir de placas de rayos X, o detección de infarto cerebral durante su monitorización.

Como se ve, son algoritmos de vigilancia y aviso a especialistas, en su mayoría. Sin embargo, en su esencia, se tratan de cajas negras que intervienen en nuestra salud. ¿Cómo nos podemos fiar de que esos algoritmos funcionan correctamente? ¿Qué entendemos por un algoritmo entendible y transparente? A esto se le denomina explicabilidad de la IA (explainability of AI), y habitualmente se encuentra como XAI. Ojo, que poder afirmar con rotundidad que un algoritmo es explicable, no es nada sencillo, y las definiciones son bastante resbaladizas, tal y como lo demuestra el artículo The Mythos of Model Interpretability. En este tema de soluciones informáticas transparentes, no descubro nada si afirmo que es mucho más fácil decirlo que hacerlo. El delicado equilibrio entre el secreto industrial y la garantía de salud pública es muy difícil de sostener, y en la mayoría de ocasiones, el derecho de la propiedad intelectual prevalece.

Poco a poco, sin embargo, van apareciendo algunos sencillos algoritmos a los cuales se les puede seguir la pista de por qué han decidido una cosa u otra. Esencial en aplicaciones de salud. Uno de ellos, por ejemplo, se denomina RETAIN, Reversed Time Attention Model, y fue desarrollado en el Instituto Tecnológico de Georgia, por Edward Choi et al.

La idea consiste en que, con el registro de las visitas al hospital de un paciente (visits, en rosa) y eventos ocurridos durante esa visita (events, en azul), intentar predecir el riesgo de ataque al corazón. Para ello, los investigadores dividieron el algoritmo en dos redes neuronales recurrentes. Esto les permitía a los investigadores distinguir en qué aspecto se estaba centrando el algoritmo. Una vez entrenada la red neuronal, el modelo podía predecir el riesgo del paciente. Pero dejaba constancia del uso de los parámetros alfa y beta y su papel en la decisión sobre el riesgo del paciente.

Como se ve, ha dado comienzo la época en la que no todas las decisiones las tomará un profesional médico. Todos los avances en el ámbito de salud pública deberían ir dirigidos a la mejora de salud de la población y eficiencia de los recursos, pero conseguirlo con inteligencia artificial, no será nada fácil.

 

Este artículo se publicó originalmente en la Revista DYNA, la cual es una publicación sobre investigación en ingeniería que os recomiendo visitar.

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11/9/21

Google ya ha realizado 100.000 entregas con drone en Logan (Australia)

Hace tiempo que me quedó claro que en los últimos años la tecnología y presencia de los drones se ha acelerado mucho, y desde luego, la pandemia ha contribuido a ello.

Esta semana, mientras ponía en orden mis últimos correos y mensajes de alerta en la primera semana de curso universitario, leía que Google, a través de su empresa de drones, Wing, ha cumplido 100.000 entregas de paquetería en la ciudad australiana de Logan, en Australia. La verdad es que la noticia me ha pillado un poco de sorpresa, y ello hizo que haya dedicado algunas horas de la semana a informarme un poco más sobre el tema. 

Parece que Google lleva desde 2012 desarrollando drones en el país de nuestras antípodas. Y no fue hasta 2019 cuando estrenó un servicio de entrega de paquetería con drones, a unas afortunadas 100 viviendas de Camberra. Ese mismo año, en 2019, ya comenzó a operar en la ciudad que nos ocupa (Logan). Estos plazos de tiempo deberían darnos una idea de cuánto cuesta desarrollar algo así. 

Bueno, entremos en harina, ¿qué puedo pedir con el drone? Pues lamentablemente, el catálogo del tipo de productos es bastante limitado. Hay para elegir entre cafés, perritos calientes, piruletas, sushi, galletas para perros... aquí el listado completo, que me imagino que irá aumentando. como mucho pueden transportar 1,2kg. Es decir, aún no se puede pedir lo que se quiera y recibirlo en casa. Llegado a este punto, creo que es conveniente enseñaros el vídeo que ha publicado Google sobre este hito:

La novedad de Wing es que la realización del pedido es bastante "autónomo". Pero paso a explicar este punto, que es para mí, el más interesante: según cuentan en la propia web de Wing, cuando un cliente realiza un pedido, un software calcula la mejor ruta y más segura para enviar un drone hasta el domicilio, y a continuación, el drone vuela de manera autónoma hasta ahí. Siempre bajo la supervisión de un piloto, que controla todo mediante el proceso. Es decir, el UAV no va por dónde le da la gana, y además, Logan es una ciudad de espacios muy amplios, de casas bajas, con muchas villas ajardinadas, por lo que eso es esencial para que las entregas salgan bien. Y tal y como se ve en el vídeo, las personas no tienen que hacer nada con el drone, ya que éste deja caer el paquetito en el jardín con una cuerda.


Seguro que a más de un lector se le está ocurriendo: 

¿y qué ocurre si alguien tira de la cuerda del drone? Pues que el hilo se suelta, cual rabo de lagartija. 

¿Hay servicio de entrega con lluvia? No.

¿Los UAVs tienen cámaras? Sí, pero en teoría, solo las usan cuando el GPS falla. Como he dicho, el drone no decide por dónde vuela, sino que simplemente sigue una ruta preprogramada por GPS.

¿A qué distancia hacen entregas? A 10km del almacén. 

¿Y si un drone cae en mi jardín? ¡No lo robes! Un operador de Google vendrá lo antes posible, y seguro que hará que se te caiga el pelo si mangas el trasto.

Yo añadiría algo más romántico, algo que vincule una emoción a estos repartos de drone, como un servicio de cartas de amor, que puede que sea algo más sano que cualquier aplicación de citas. Pero eso es para otro día. 

Sigo pensando que hay muchas empresas empeñadas en que el reparto de paquetería con drone sea, ante todo, un servicio técnicamente robusto. Ahora bien, que sea barato, eso yo no lo tendría ni en cuenta.


Referencias

Certificado de operación de Wing

Normativa australiana respecto al tema

Problemas técnicos que tuvo Wing (no todo van a ser aciertos!)

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2/9/21

Drones militares y las nuevas reglas de la guerra

Las amenazas más efectivas son las que pasan inadvertidas. A las que nadie mira, o de las que nadie es consciente.

Los conflictos militares como los de Gaza, Libia o Siria son titulares habituales. Otros no son lo son tanto. Pero poco se habla de que, en casi todos estos enfrentamientos, se están empleando drones (también llamados UAV, acrónimo inglés que hace referencia a “vehículo aéreo no tripulado”). Tal es su influencia, que están cambiando las reglas de la guerra.

La idea de los ataques aéreos es un sueño militar de siglos, y se remonta a las cometas de fuego hábilmente empleadas por la dinastía Han en el s.II a.C. Después, permaneció latente casi 2 000 años, hasta que Benjamin Franklin recuperó el concepto a finales del s.XVIII, y lo compartió por carta con una pareja de hermanos con los que se escribía: los Montgolfier.

Desde entonces, el uso aéreo de los globos aerostáticos y de la posterior aviación, se vio como una gran ventaja a tener en cualquier ejército. Pero a la idea de los drones, tal y como los conocemos hoy en día, aún le quedaban unas alegrías y decepciones más.


Concretamente, tenemos que trasladarnos en el tiempo hasta la guerra de Vietnam para conocer uno de los principales impulsos. El conflicto dio a luz el programa más sofisticado de vigilancia con aviones no tripulados en la historia de la aviación. Durante la década de 1960, el Departamento de Defensa de los EEUU comenzó a automatizar el campo de batalla con sensores remotos y superordenadores para escuchar los movimientos del enemigo o manejar aviones no tripulados Firebee en los cielos vietnamitas. Tras muchos debates internos en el seno de la cúpula militar de EEUU, ya nunca se abandonó el empleo de este tipo de armas.

Posteriormente, los drones militares tuvieron un papel protagonista en la lucha antiterrorista tras el 11S. En ella, quedó patente su utilidad para una permanente vigilancia de vastos territorios, el seguimiento silencioso de objetivos, y su asesinato. Han demostrado tal eficacia, que en los últimos años se ha intensificado su uso no solo en combate de células terroristas, sino contra ejércitos regulares. Y, como muestra, dos ejemplos:

El primero de ellos es un viejo conocido en las noticias internacionales. Se trata de la guerra de Siria. En ella, a comienzos de 2020, cuando Turquía desplegó sus UAV para bombardear las defensas de Al Assad, ocurrió un punto de inflexión en el conflicto en contra de este último. Las naves otomanas aplastaron a las defensas sirias.

A finales de ese mismo año, en Nagorno Karabaj, una región estratégica del Cáucaso, tuvo lugar la guerra entre Armenia y Azerbaiyan. La república azerí no es reconocida como gran potencia militar. Sin embargo, en los últimos años se ha aprovisionado de varios drones militares de manufactura israelí y, sobre todo, turca. Su impacto sobre las anquilosadas y obsoletas defensas armenias ha sido devastador.

Con una novedosa técnica llamada loitering, Armenia no tuvo ninguna opción. Esta técnica consiste en el empleo de pequeños UAV en enjambre, que se lanzan como kamikazes contra los objetivos enemigos. Tal y como se aprecia, Turquía está emergiendo como una de las potencias principales en el uso de estas máquinas de guerra. 


Nuevos dilemas éticos

El empleo de los drones plantea numerosas cuestiones éticas y cambia totalmente las reglas de la guerra. Una nación puede atacar a otra desde miles de kilómetros de distancia. Los operadores de estas armas son soldados situados en una base militar en su propio territorio, en el que, en un entorno que imita al de un vídeojuego, decide sobre qué enemigos y objetivos hay que abatir.

Esto viola una de las normas más básicas de la ética de la guerra: si un soldado mata, se da por hecho que él se arriesga a recibir la misma suerte. Pero con estas naves, el conflicto se vuelve asimétrico, y en un bando se juegan cientos de víctimas, y en el otro ningún soldado corre riesgo. Quizás ahora se entienda por qué los líderes políticos son tan amigos de los drones. La justificación de movilización de tropas y de pérdida de vidas humanas de sus ciudadanos carece de valor. No hay víctimas, ni escándalos mediáticos.

Otra regla vulnerada es la capacidad de invadir silenciosamente territorios enemigos. Bajo el halo de misiones de espionaje, los gobiernos no tienen que justificar nada, y el país atacado se entera cuando ya es demasiado tarde.

Pero el desarrollo tecnológico de estas naves no se queda aquí, sino que el objetivo es dotarlas de una autonomía que permita combatir en el aire, o de bombardear automáticamente a los enemigos. Para ello, grandes empresas están diseñando algoritmos de navegación autónoma, de interpretación de imágenes, e incluso simulaciones del efecto de bombardeo en un punto.

¿Qué ocurriría si alguna de esos sicarios automáticos se equivocase de objetivo o confundiese a niños con terroristas?


Quizás alguien piense que eso podría ocurrir una o dos veces. Pero no. Ya hay más de 2 000 víctimas civiles de drones de EEUU.

Cuando nació la aviación, se decía que ya no existirían guerras, ya que el poderío que demostraban presagiaba que cualquier nación que tuviera aviones en sus filas aplastaría a cualquier enemigo. Hoy en día, vemos normal prohibir las armas nucleares o las minas antipersona. Ahora, campañas como Ban Killer Drones tratan de prohibir los drones militares.


Este artículo se publicó originalmente en The Conversation, sitio web que os recomiendo visitar

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24/8/21

La retirada de Afganistán, robots y algunos números

Estos días de verano han sido más intensos de lo que yo me esperaba, y algunas escapadas y otras actividades -que espero poder contar por aquí pronto- me han tenido un tanto alejado del blog. Así que aprovechando que ya he vuelto a mi despacho en la Universidad, quería dejaros por escrito alguna reflexión sobre Afganistán que me vino a la cabeza estos días.

Dios me libre de creerme un geoestratega ni nada parecido. Pero sí que soy un curioso lector de todo lo que involucre a robots militares, y escucho algunos podcasts, como los de Histocast, que en ocasiones emiten interesantes charlas sobre geoestrategia, pero de verdad. De hecho, según entendí en esos podcasts, Estados Unidos está desgastándose demasiado en la guerra de Afganistán, y en general, en todo Oriente Medio. Y realmente, el futuro de la geopolítica no está ahí, sino en el Sudeste Asiático, y es ahí hacia donde virará poco a poco el país de las bandas y estrellas, o eso dicen.

Pero volvamos a lo que nos ocupa, y que no es otra cosa que Afganistán, y un tuit que me llamó la atención de los siempre ínclitos @edocet e @idemiguelb:

Quién sabe, quizás sí que sea la verdadera razón para que Biden esté retirando las tropas del país, y no vuelva en mucho tiempo. De hecho, tirando de este hilo, y gracias a lo aprendido en podcasts como el que os he mencionado, obtuve las siguientes cifras:

- Equipar a un soldado norteamericano cuesta casi 20.000$

- La ola de suicidios entre los soldados había entrado en una espiral sin control (30.000 desde 2001, en todas las misiones) 

- Un soldado herido es CARÍSIMO: concretamente, está calculado que cada uno de ellos cuesta 2M$

Fijaos en cómo ha evolucionado el coste de la guerra para EEUU en el país de los talibán:

 
Tal y como se ve, el gasto ha ido reduciéndose drásticamente. Además, teniendo en cuenta las cifras que os he mencionado antes, no me extraña que todos los ejércitos de los países desarrollados estén robotizándose. Y como muestra, un botón: no son datos de Afganistán, sino de Iraq, ya que no he encontrado las cifras del país que nos ocupa:

En 2004, había 150 robots militares sobre el terreno. En 2005, 2400. En 2008, 12.000.

Para pensar.

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1/8/21

Drones autónomos y nuestro trabajo de laboratorio

Estos días oficialmente estoy de vacaciones. Pero vivo en una región en la que llueve muchos más días que los que no lo hace, así que aprovecho que no puedo estar paseando tranquilamente por la playa de la Concha, para publicar esta entrada en la que pretendo explicaros cuál ha sido el trabajo que ha realizado mi grupo de investigación, Grupo de Inteligencia Computacional de la Universidad del País Vasco. 

El pasado curso académico nos propusimos investigar sobre la interacción de drones en el aire. Es decir, si finalmente empiezan a existir diferentes servicios comerciales de estos robots, ¿cómo interaccionan entre ellos de manera autónoma? ¿Cómo se esquivan, o cómo actúan cuando se crucen entre ellos?

Para demostrar nuestra humilde propuesta, preparamos el siguiente experimento, y para ello, empleamos dos drones como el que tenéis en la siguiente imagen (Parrot AR Drone 2.0):

Estos drones disponen de una pequeña cámara. Brevemente, programamos el drone para que cuando viese una cartulina azul en su cámara, se mantiera estable y volara hacia ella. Y el resultado es esto:

Pero a continuación, hay que lograr que los drones lo hagan en el aire. Para ello, pusimos sobre la cabeza de cada drone una cartulina roja, y los pusimos a volar frente a frente. En teoría, cuando los dos drones se acerquen, al ver la cartulina roja que lleva el UAV que se les acerca, se desviarán a izquierda o derecha, y seguirán volando. (Esto lo hace de manera autónoma, sin ninguna intervención del operador). El resultado:

Conseguir esto, para nosotros, fue tan exitoso como enviar un cohete al espacio. De hecho, este post pretende defender un poco el trabajo lento de investigación. Conseguir estos dos vídeos ha costado en total unos 3 meses de trabajo, pero no eran a jornada completa. Además, la luz de la sala donde hacíamos los experimentos nos ha jugado muy malas pasadas, ya que si había mucha luz natural, el drone no veía bien los colores rojos y azul. Por entrar en algunos pocos detalles.

A la vuelta de verano, publicaremos el código completo de este experimento, las gráficas, y los vídeos que demuestran esta humilde navegación autónoma. La investigación, como procede, que sea transparente y replicable por quien quiera.

Ahora ya sí: ¡vacaciones!

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15/7/21

Drones para transportar droga en Málaga

Estos días ha sido noticia, y de paso, motivo de memes, la noticia de que se ha desmantelado una red de narcotráfico que transportarba droga entre Marruecos y Málaga... ¡con un drone! El vehículo, ante ustedes, en la siguiente foto:

Fuente: El País

No es la primera vez que se usa un UAV para transportar cosas ilegales. La mente humana siempre a la vanguardia.

Lo habitual en este tipo de noticias es repasar las características del drone, como si fuese el de un superdeportivo: tamaño, peso, velocidad, etc. El caso es que en muchos diarios se puede leer que este UAV podía transportar hasta 150 kg (de droga o de lo que quieran). Ejemplo1, ejemplo2, ejemplo3. Como buen investigador universitario en drones que soy, lo primero que pensé fue:

- ¿dónde caben esos 150 kg? 

Y después:

- ¿y si ponemos unos cinturones de seguridad y una sillita, y ya tenemos un aerotaxi para capacidad de dos personas?

Obviamente, los 150 kg es un dato incorrecto, y no entiendo de dónde lo han obtenido. De hecho, en varias webs se puede leer que el fabricante de este drone es Mugin, y basta con ir a su sitio online para leer que aproximadamente la capacidad de carga de estas naves es de unos 20 kg, tal y como correctamente afirma el tuitero @Niporwifi.

Y otra pregunta que debería de venirnos a nuestra mente es:

- ¿pero esto no salta en los radares aéreos?

Y la respuesta es que, si el UAV vuela lo suficientemente bajo, escapa al radar, tal y como ha popularizado el cine. Y prueba de ello fue Mathias Rust, quien aterrizó con una avioneta en la Plaza Roja de Moscú. Sin embargo, hay un último detalle, y es que este Mugin, y cualquier otro de similares dimensiones, hace un ruido que ni el chatarrero, y a una altura tan baja seguramente se oye sin problemas. Y una de las cosas que requiere el negocio del narcotráfico, como ustedes bien sabrán, es discreción.

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4/7/21

Volar: solo los estúpidos lo intentarían

El comienzo de nuestra historia se remonta al siglo XVI, al nacimiento de una empresa papelera que se fundó en la pequeña localidad francesa de Annonay. Fue tal el éxito y prestigio de este negocio, que dos siglos más tarde estaba expandida por toda Europa. La empresa pertenecía a la familia Montgolfier. Los portadores de estos ilustren apellidos que pasaron a la historia un par de siglos después, no eran realmente 2 hermanos, sino 16, y todos ellos se dedicaban a la industria familiar. De todos ellos, nos vamos a centrar en Joseph-Michel y Jacques-Étienne. El primero, era lo que hoy conoceríamos como un manitas, con una mente técnica brillante, mientras que el segundo, era un gran administrador del negocio. Esta disparidad les hizo una de los equipos más exitosos de la historia.

Tenemos muy poca certeza de cómo se les ocurrió diseñar su globo aerostático. Algunos hablan de la inspiración de la falda de la mujer de Joseph al secarse en una estufa de carbón.

El caso es que ni cortos ni perezosos, los hermanos se pusieron manos a la obra, y empezaron a realizar experimentos en 1782. Envalentonados por los resultados, convocaron al pueblo de Annonay para una demostración pública. Era el 4 de junio de 1783. El globo, hecho con paneles de tela de algodón y papel cosidos con lino, se elevó como se esperaba, y aterrizó lentamente 9 minutos y medio después a más de 2km, sobre un viñedo de Pourrat.

Ahí, se autodestruyó por las chispas de su propio combustible. Las noticias del acontecimiento corrieron como la pólvora hasta llegar a la capital, y despertó tanto interés, que los hermanos dieron comienzo a una serie de exhibiciones.

En realidad, los hermanos no entendían muy bien por qué funcionaba su invento. Pensaban que el humo negro denso era parte de la magia, por lo que quemaban objetos que creaban el más denso humo posible, como lana, paja o zapatos viejos. No cayeron en que el calor era el elemento esencial de su invento. Es más, creyeron que habían desarrollado un gas nuevo, más ligero que el aire. Le llamaron el gas Montgolfier. Sin embargo, su mayor éxito fue la prueba y error. A pesar de ser ellos los inventores, eran demasiado cautos como para montarse en su propia nave.

El 19 de septiembre del mismo año, el rey Luis XVI propuso tirar a dos convictos desde el globo. Sin embargo, probablemente los hermanos Montgolfier se lo pensaron mejor, y enviaron en una cesta a los primeros tres seres vivos que volaron en este invento del Hombre: una oveja, un pato y un pollo, y el globo fue bautizado como Réveillon. El vuelo fue presenciado por los reyes y 130.000 personas. También fue un éxito. Ya solo quedaba el experimento final: el vuelo tripulado. 


Finalmente, esta hazaña tuvo lugar el 21 de noviembre de 1783, en el que los audaces aventureros fueron el físico Jean François Pilatre de Rozier y el marqués d'Arlandes. Salió a las mil maravillas, y lo presenciaron miles de parisinos y la familia real. Conviene destacar que Pilatre de Rozier pertenecía a la Academia Francesa de Ciencias, la cual había llegado a la conclusión en 1780 de la imposibilidad de volar, y que solo los tontos lo intentarían. Por lo tanto, el impacto de los habitantes de la época al presenciar semejante hazaña ingenieril era poco menos que la de presenciar un milagro, que provocaba tanto asombro como miedo. 


Los líderes franceses se encandilaron tanto del invento, que se creó el Cuerpo Especial de Globos Aerostáticos, para misiones de reconocimiento militares. Y es que el empleo militar de estos globos se les ocurrió a muchas personas, y el primer bombardeo aéreo ocurrió en 1849, en el asedio a Venecia. Por no hablar de lo temidos que fueron los globos en la Primera Guerra Mundial, y basta comprobarlo con esta red desplegada en Londres, en la figura adjunta. Cómo serán de efectivas estas armas, que aún hoy en día se emplean globos incendiarios en los ataques en la región de Gaza. 

Los Montgolfier comenzaron a conquistar el cielo, y eso derivó en una nueva era para el ser humano, a los que les acompañó nuevos retos y oportunidades. 


Este artículo salió originalmente publicado en la revista de investigación, DYNA, a la que recomiendo que echéis un vistazo

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26/6/21

El renacimiento del ajedrez y Deep Blue

Ha sido un mes un poco improductivo: los exámenes de la universidad, proyectos pendientes, y muchas otras pequeñas tareas me han tenido, como su nombre indica, atareado.

El  caso es que hace unas semanas me llamaron para hablar en un podcast de la evolución de los ordenadores que juegan a ajedrez. No en vano, este año se cumplen 24 años desde la victoria de Deep Blue sobre Kasparov. Y la cosa no ha cambiado precisamente poco en todos estos años. Para empezar, por aquella época yo entrenaba a ajedrez con un Gran Maestro de mi pueblo, ahí es nada. Lo que sería si hoy en día nos encontrasemos con un jugador de Primera División de Fútbol. Pero vayamos al meollo del post.

Los juegos de mesa, y particularmente, el ajedrez, siempre han sido un medidor de la inteligencia, sabiduría y sagacidad de las personas. Es famoso el autómata llamado El Turco, quien se llegó a enfrentar a Napoleón, y hablamos sobre él en esta entrada. Posteriormente, es famoso El Ajedrecista de Torres Quevedo (1914) y el programa de ordenador que desarrolló Alan Turing en 1948. Tal y como se ve, Deep Blue no surgió de la nada, y que una máquina llegara a ganar a un ser humano llevó varias décadas.

Gary Kasparov llegó en 2016 a enfrentarse a Deep Blue, tras haber vencido cómodamente a su antecesor, Deep Thought, en 1989. Sin embargo, todo se vino abajo para el Gigante de Baku, y tras darse cuenta en la segunda partida que la máquina era más humana de lo que él pensaba, no pudo recuperarse, y terminó perdiendo el enfrentamiento.

Deep Blue realmente no sabía jugar a ajedrez, sino que tenía memorizadas millones de partidas, y según un algoritmo de evaluación de jugadas, elegía la mejor jugada para cada posición en el tablero. Hoy en día, los investigadores en Inteligencia Artificial, no llamaríamos a esto 'inteligencia', de hecho. Este acontecimiento fue similar al fin de una carrera, como la espacial. La máquina ya había vencido al humano, y este tipo de enfrentamientos místicos de civilizaciones y representatentes de cada especie en una lucha final de Hollywood, se detuvo.

Y no fue hasta 2015 y el surgimiento de los célebres algoritmos de DeepMind que ganaban a Go, que volvieron a la escena pública. AlphaGo se hizo famoso por enfrentarse a campeones del mundo de este juego, y posteriormente, DeepMind desarrolló un algoritmo mejorado, llamado AlphaZero, que era capaz de jugar a Go, shogi y ajedrez. Estos sistemas sí que aprenden a jugar a ajedrez, y no memorizan partidas, y ya varios programas informáticos son capaces de ganar al ajedrez a la mayoría de humanos

Por esa razón, el ajedrez ahora mismo está intentando reinventarse, o responder a la tecnología. Tal y como dice Leontxo García, periodista español sobre ajedrez -también de mi pueblo-, el ajedrez necesita cambios profundos y urgentes. Hay muchos intentos de cambiar este juego, pero sin duda, uno de los que más me interesa y traigo aquí, es el de crear nuevas normas para este juego.

No es la primera vez que se intenta esta revolución. En los años 20, Raúl Capablanca propuso un nuevo ajedrez, en un tablero 10x8, con dos nuevas piezas: el canciller y el arzobispo. O Bobby Fisher, el cinematografiado jugador, propuso que las piezas de la primera línea de ajedrez tuvieran un orden aleatorio de comienzo en cada partida. 

El caso es que ahora ha entrado la Inteligencia Artificial en juego, y Deep Mind está haciendo lo siguiente: están probando diferentes variaciones del juego del ajedrez, y probando la evolución y creación de diferentes aperturas, tácticas, estrategias, que generaría esos cambios a lo largo de décadas. Van a intentar decidir cuál de ellas hace al ajedrez más interesante, y para ello, contarán con otro campeón del mundo: Vladimir Kramnik. Concretamente, el Gran Maestro ha propuesto 9 variantes diferentes del juego, y AlphaZero está estudiando cómo sería su evolución a lo largo de las décadas. ¿Y sabéis cuál es el cambio favorito de Kramnik para el ajedrez? Que desaparezca el enroque.

La Inteligencia Artificial arruinó este deporte, y ahora quizás lo haga más bello. Qué burla del destino.

El ajedrez parece que necesita un lavado de cara, y probablemente, nada en esta vida haya que resista el paso del tiempo. No sé de qué edad seréis los que leeis estas líneas, pero yo, a mi edad, ya he vivido unas olimpiadas en mi país, un cambio de moneda, unos atentados terroristas que cambiaron al mundo, y ahora quizás, el cambio en las reglas del ajedrez. Ahí es nada.

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3/6/21

Faisal bin Ali Jaber y su lucha contra el algoritmo y los drones autónomos

Quizás fue una de las primeras veces en las que un algoritmo, una colección de datos y números incomprensibles, una caja negra, falló, y tuvo tan funestas consecuencias. Faisal bin Ali Jaber está luchando para que Estados Unidos y Alemania rindan cuentas. Estados Unidos mató a su familia.

Pero no es así como planeaba pasar su vida. Faisal nació en 1959 y se graduó en ingeniería civil en 1986. Unos años más tarde completó un máster en Estudios del Agua y el Medio Ambiente. Luego se fue a trabajar para el Ministerio de Medio Ambiente de Yemen como ingeniero.

Salem, el cuñado de Faisal, era un imán, un líder religioso, conocido por predicar contra Al Qaeda. Días antes de su muerte, Salem pronunció un sermón en contra de al Qaeda. Waleed era policía local.

El día del ataque, horas antes, tres jóvenes desconocidos del pueblo se acercaron a Salem. Pensó que eran miembros de Al-Qaeda y quería hablar sobre su sermón. Temiendo por su seguridad, los evitó durante horas. Waleed ofreció su protección y acompañó a Salem a una reunión con los tres hombres esa noche.

Era el 29 de agosto de 2012 y cuando se encontraron, cuatro misiles alcanzaron la aldea y los cinco hombres murieron por un ataque con drones no tripulados estadounidenses en Khashamir, Yemen.

Poco después del ataque, las fuerzas de seguridad se pusieron en contacto con Faisal. Dijeron que Salem y Waleed no eran los objetivos. Faisal les dijo que una explicación secreta no servía de nada. Sus familiares estaban muertos y el exigía justicia y una disculpa pública.

¿Por qué Estados Unidos apuntaría a alguien que habló en contra de su enemigo? Eso es lo que Faisal ha pasado los últimos 9 años tratando de averiguar, y aquí comienza la hazaña de David contra Goliath, o de Faisal contra la Administración de Estados Unidos, en la que todo apuntaba hacia un claro vencedor, como en la historia bíblica.


Después de repetidos y fallidos intentos de obtener más información de los funcionarios yemeníes, Faisal viajó a EEUU en noviembre de 2013 con ayuda de Reprieve.org, una ONG estadounidense de derechos humanos. Se reunió con el senador Durbin, varios miembros del personl de inteligencia y del Congreso y miembros del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca. Si bien las personas con las que se reunió expresaron sus condolencias a Faisal por la muerte de Salem y Waleed, nadie pudo ni quiso brindar un reconocimiento oficial del ataque.

Entonces, en 2015, el protagonista de nuestra historia presentó un litigio contra los Estados Unidos, buscando una disculpa y una declaración de que el ataque que mató a sus seres queridos era ilegal. ¿Por qué los tres objetivos no identificados no pudieron haber sido detenidos de manera segura por las fuerzas yemeníes en los puestos de control o, en su defecto, por qué los misiles no pudieron haber sido disparados antes cuando los objetivos fueron solos, antes de reunirse con Salem y Waleed?

En febrero de 2016, sin embargo, ocurrió otro golpe en la odisea de este ingeniero, y la Corte desestimó el caso. Así que el siguiente paso fue acudir a un eslabón superior, concretamente, la Corte de Apelaciones del Distrito de Columbia. Y aquí, a Faisal le dieron una de cal y una de arena. Por un lado, el tribunal decidió por unanimidad que no puede decidir si el ataque que mató a la familia de Faisal era legal. Argumentaron que tal decisión les obligaría a pronunciarse sobre "cuestiones políticas". Pero por otro lado, la jueza del caso, Janice Rogers Brown, alertó sobre el abusivo poder con el que contaba el Presidente de EEUU para asesinar a su voluntad, y que el control del Congreso, encargado de supervisar las acciones del gobierno, en este aspecto era de chiste. El caso de Faisal demuestra que Estados Unidos puede lanzar ataques mortales en cualquier parte del mundo sin supervisión.

Sin embargo, como se imaginarán los lectores, está a punto de llegar el momento Eureka, y el giro de guión. Y es que todo proceso o acción bélica tiene algún punto débil, y en el caso que nos ocupa es que Estados Unidos solo puede lanzar ataques de drone con la ayuda de sus aliados. Por esa razón, Faisal y la ONG cambiaron de enemigo, y comenzaron a litigar contra Alemania, ya que sin la base aérea de Ramstein, en terreno germano, que da nombre al célebre grupo de música, los drones no pueden volar. 

En este país, Faisal también tuvo algunas victorias y derrotas, pero la definitiva llega en marzo de 2021, ante el tribunal más alto de Alemania, el Tribunal Constitucional Federal, quien sentenció que Alemania tiene el deber de hacer más para proteger a los yemeníes inocentes cuyas vidas se ven amenazadas todos los días por drones estadounidenses ilegales. Drones que vuelan gracias a la mencionada base de Ramstein.

Con esta sentencia, culminaba un larguísimo proceso judicial que ha llevado bin Ali Jaber a exigir justicia, a que Estados Unidos reconozca que asesina a voluntad, sin confirmar adecuadamente si dispara contra objetivos reales o no. Y que hay empresas tecnológicas muy importantes que prestan su software al Departamento de Defensa norteamericano, y que lleva a fallos mortales. Sin embargo, para Faisal aún quedan muchos cabos sueltos.

Aún hoy, no se conoce quiénes eran esos misteriosos tres hombres. Salem, el imán, conocía del peligro que corría con sus discursos en contra de alQaeda, y quizás por eso pidió protección a su sobrino, policía local. No tenía modo de saber lo que se le venía encima. ¿A quién apuntaba Estados Unidos entonces? ¿Apuntaba a uno de los 3 hombres desconocidos? Todo lo que sabemos procede de un cable de Wikileaks donde la Administración de EEUU reconoce que se equivocó, y que asesinó a civiles inocentes.

Quizás ni siquiera los pilotos de drones supieran a quién estaban disparando. A veces, solo responden a comportamientos sospechosos, o incluso metadata recogida en teléfonos móviles. Es lo que se denomina 'signature strikes': atacar a posibles sospechosos. Un informe de Naciones Unidas revela que entre 2009-2014 en Yemen, los drones perseguían asesinar a 17 objetivos, pero terminaron asesinado además a 273 hombres, mujeres y niños inocentes.

A las pocas semanas de volver de Estados Unidos a Yemen, a Faisal le llamaron del servicio secreto yemení, que en este caso, es aliado de la CIA. Ahí, un oficial le entregó una bolsa de basura azul con 100.000$ en su interior, en billetes marcados de 100. Esto ha sido lo más cerca que ha estado nuestro ingeniero civil de una disculpa oficial.


Fuentes: Foreign Policy, Reprieve, The Register.

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11/5/21

Algoritmos para decidir quién muere. El nuevo casino de la guerra

La guerra en los últimos años está transformándose totalmente. De hecho, ni siquiera somos conscientes de si estamos inmersos en una guerra o no. ¿Consideramos a los ciberataques como maniobras militares? ¿No afectan a infraestructuras críticas que pueden debilitar a un país? No soy un experto en historia militar, pero parece que el siglo XX se haya destacado por exhibiciones de fuerza y despliegue de miles de soldados sobre el terreno, y que ya ese tipo de acciones tenga muy mala prensa internacional. Los líderes políticos tienen muy difícil defender públicamente un desembarco masivo de tropas en un país extranjero, e infligir o sufrir un número muy alto de víctimas.

En esa línea, en los últimos años, varios ejércitos se están robotizando. Como muestra, un botón: cuando EEUU invadió Iraq en 2001, no tenía robots sobre el terreno. Al final de 2004, tenía unos 150. Pero para finales de 2008, la cantidad llegaba a 12.000. Los robots se ven como un instrumento que evita víctimas humanas, que no se cansa, y al que el estado le cuesta menos arreglar, que el coste que supone las lesiones de un soldado. Además, viste de una especie de halo objetivo el conflicto, como si los estados estuviesen esforzándose por crear el mínimo daño posible, como si los robots tuviesen una capacidad de precisión y letalidad quirúrgica que previene que haya víctimas inocentes. 

En ese marco de pensamiento, los drones han tenido un auge espectacular en los ejércitos modernos en los últimos años, y ha pasado de considerarse un arma que los Estados Unidos retiraron de su arsenal en los 70, a ser una pieza imprescindible de su armamento. Aparentemente, son todo ventajas: es un arma que puede pasar desapercibida, que se puede controlar remotamente desde una base situada en el país atacante, tienen una letalidad muy grande, y en el caso de pérdida, los países no tienen que dar demasiadas explicaciones. 

De hecho, el tema de los drones militares es tan extenso, que muchos de sus aspectos merecen su posts aparte. Estos robots autónomos están cambiando totalmente las normas de la guerra. En este artículo tan solo quería destacar el programa según el cual, el Departamento de Defensa de USA desarrolló un programa secreto para decidir si uno de estos drones disparaba o no. Y se llamó Bugsplat, literalmente, "ruido de insecto".

Bugsplat fue un software de simulación que se desarrolló a partir de 2003, y que permitía calcular el daño total que provocaría una bomba tirada desde uno de estos drones, por ejemplo, un Predator. El objetivo del software era doble: en primer lugar, el objetivo era minimizar el número de víctimas civiles. Y en segundo lugar, se deseaba contar con un criterio estandarizado para tomar decisiones rápidamente sobre ataques con drone, y llegar incluso a automatizar la tarea. 

Hace tiempo que nos insensibilizamos con cifras de fallecidos, y nos cuesta entender las implicaciones de Bugsplat. Este software representa un algoritmo que llegó a decidir si cientos de personas vivían o no, en función de la situación en que se encontraban en el momento de ser evaluados. ¿Estaban cerca de algún objetivo militar? ¿Había niños alrededor? ¿La detonación hubiera sido mortal o solo hiriente? En definitiva, la vida sometida a algoritmos. Una solución tecno-optimista que intenta liberar de responsabilidad a los líderes militares. Un solucionismo tecnológico para la guerra. Paradójicamente, bugsplat se ha convertido en el término empleado para designar a las víctimas de los drones.

De hecho, aunque en este aspecto convendría profundizar más, los controladores de los drones, que estaban en bases en suelo norteamericano, hablaban de que emplear Bugsplat era parecido a usar un vídeojuego, donde empleando el joystick, la paciencia, y las cámaras, podían ver con sus propios ojos el hi-score que conseguirían al lanzar una bomba en un sitio u otro, en un momento u otro.

¿A alguien le extrañaría que a estas alturas no se haya desarrollado algo con un estigma más tecnológico, con técnicas de deep learning y blockchain? El modo de hacer la guerra está cambiando totalmente, y espero contarlo en este blog en próximos artículos. Acompañadme.

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30/4/21

Newsletter - abril 2021

Un mes más del año, y ya van 4. Curiosamente, si me preguntaran por un único acontecimiento noticiable en cada uno de los meses que hemos pasado, se me haría difícil acordarme de ninguno. ¿Biden fue este año o el pasado? ¿Y el Gamespot? ¿Y la crisis de las vacunas? Lo más fresco y claro que tengo en mi memoria es el machaque de mensajes sobre COVID-19 de Navidad.

Pero además de vacunas y pandemias, el mundo sigue girando, y en esta newsletter de abril os traigo algunos de los enlaces más interesantes que he leído este mes. 

Fuente

Intento leer siempre siempre que puedo, la serie Futuro Imperfecto que están realizando en JotDown. Y me llamó la atención el número #69. Continuamente unos pocos alertamos de los peligros de no regular la inteligencia artificial, y que el auténtico peligro no es el manido Terminator, sino la algocracia y el abuso de ciertas tecnologías. Quizás esa distopía ya haya llegado, porque en el citado artículo dan unos cuantos ejemplos al respecto. 

Algunas de esas herramientas son incluso empleadas por la policía para casos de evaluación de violencia de género (VioGen), o tratar de acertar si la denuncia que un ciudadano pone ante la policía (VeriPol), es cierta o no. A pesar del halo de objetividad, de respaldo académico y de otras bondades de este sistema, tiene muchos fallos. No solo es cuestión de tecnología, y lo explican en el podcast PostNau. Y no puedo dejar de contaros el artículo que escribí esta semana, sobre la paranoia de robots policía en Nueva York, que parece ambientado en una película de un misterio sobre un monstruo mecánico desatado, que acecha, ataca, sin piedad, y todo ello, en nombre de la policía. 

Seguro que conocéis las condiciones de explotación de los empleados de Amazon. Que los trabajadores se sindiquen, dicen que es la peor pesadilla de Jeff Bezos. Este mes, la planta de Alabama tuvo la oportunidad de decidir si lo hacía o no. Y salió que no. Vaya giro de guión. ¿Qué pasó? Lo explica el Washington Post, propiedad de Bezos, que ironía.

Y en mi búsqueda obsesiva de cómo se relaciona la gente, la chispa que tienen unas personas para atraer a unas y no a otras, tanto en amistad como sexualmente, me he encontrado esta bonita noticia, donde un supermercado alemán ayuda a ligar a sus clientes en una franja horaria de la semana, de una manera clásica, como si se tratase de un concurso de la tele de los 90. No todos los negocios se revolucionan a base de deeplearning y blockchain.

También fue muy comentada la estrategia de recuperación que ha planeado España para el fin de pandemia, la cual se basa en el coche eléctrico. Parece que este modelo se base en coger todos los coches de la calle, y sustituirlos por vehículos eléctricos, sin alterar el modelo de movilidad, y hábitos de los viajeros. Quizás nos estemos equivocando de cabo a rabo. Lo cuentan en el blog km77.

Y ya para acabar, una reflexión que me ha parecido interesante: ¿por qué desde que yo tengo memoria, nos quejamos de que la educación en nuestro país cada vez es peor? Hector G. Barnés, en ElConfidencial, elabora una teoría que a mí me ha gustado, sobre el poder de la narrativa.

¡Buen comienzo de mayo!

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27/4/21

No queremos sentirnos en nuestra ciudad como en un capítulo de Black Mirror

Con estas palabras del título, el concejal de Nueva York Ben Kallos, anunció la aplicación de la llamada POST Act (Public Oversight of Surveillance Technology) en la ciudad, de manera que la policía local se verá obligada a dar muchas más explicaciones sobre sus métodos de vigilancia tecnológica

Si la pandemia del COVID-19 ya era el telón de fondo de una novela de George Orwell, a eso podemos añadir la progresiva incorporación de tecnología robótica a los cuerpos y fuerzas de seguridad de multitud de ciudades y países. Pero centrémonos en el caso de Nueva York. En esta ciudad, está atrayendo el debate público el uso del robot de Boston Dynamics, Digidog. Una especie de perro mecánico de 30kg de peso.

La primera vez que apareció este robot fue en octubre de 2020, por unos disparos en Brooklyn. Tras los primeros tiros, la policía liberó al autómata. Y semanas más tarde, en diciembre, volvió a aparecer. En esta ocasión, para llevar comida a unos secuestradores en el barrio de Queens.

Y ha sido en su tercera intervención conocida, cuando se ha levantado bastante revuelo en torno a esta tecnología. Todo comenzó el 23 de febrero del año en curso: en un apartamento de la calle 227, en el barrio del Bronx, dos hombres estaban siendo torturados y permanecían secuestrados por unos delincuentes. Una de las víctimas, logró escapar y en su huida alertó a la policía, quien acudió inmediatamente.

Tras analizar la situación, la policía decidió desplegar el Digidog. El ingenio está equipado con cámaras de visión nocturna, inteligencia artificial y cuenta con la posibilidad de recoger y transmitir mensajes de audio, y según declaró la propia policía, se empleó para despejar y hacer una inspección del escenario: los secuestradores y las víctimas no se encontraban ya en el apartamento. Pero no ha trascendido nada más.

Tras este episodio, una de las congresistas demócratas más activas, Alexandria Ocasio-Cortez, denunció en Twitter el sesgo de barrios de clase baja en los que se estaba patrullando con esta unidad mecánica, y encendió un debate público sobre estas tácticas policiales.

A fecha de la redacción de este artículo, los medios también recogieron una cuarta intervención, en abril de 2021, en la que el robot entró en una casa en la que un hombre mantenía secuestrados a una mujer y a su bebé. La policía declaró que el robot no tuvo una parte activa en esta operación, y que el asaltante fue arrestado.

En las cuatro actuaciones citadas, las explicaciones de los agentes del orden de Nueva York han sido más bien escasas, por lo que el empleo de este tipo de armas presenta serias dudas sobre la proporcionalidad policial, métodos de vigilancia y transparencia que requiere todo tipo de seguridad ciudadana.

El Digidog no representa el primer intento de esta privatización y tecnificación de la vigilancia: la policía de este estado ya contaba con un software de inteligencia artificial para predecir las localizaciones donde se iban a producir un delito, al más puro estilo Minority Report. Sin embargo, tal y como revelan obras como Weapons of Math Destruction, este tipo de algoritmos están entrenados con datos históricos, por lo que una zona conflictiva, para un algoritmo de machine-learning, nunca dejará de serlo.

El cuerpo de policía se escuda alegando que desde 1970 emplean algún tipo de robot que ayudan a salvar vidas, y que el Digidog en cuestión no está armado. Sin embargo, diferentes grupos activistas han demostrado lo fácil que es equiparle con un arma. Es más, este escenario, ya ha acontecido.

Ocurrió en julio de 2016, en Dallas. Un francotirador había matado ya a 5 policías, y herido a otros 7. En estas circunstancias, el cuerpo de seguridad afirma que se vio obligado a enviar a un robot hacia el criminal (en la imagen de la derecha), y cuando éste estuvo lo suficientemente cerca, explotar mediante la carga de C-4 que llevaba y matar al asesino. Se cree que fue la primera víctima mortal de la policía, con estas técnicas. Casualmente, el criminal, Micah Johnson, era de raza negra. En 2018 se dictaminó que los policías fueran absueltos. Y un año antes, en 2015, la policía detuvo a otro francotirador blanco, Dylann Roof, y lo llevó a un Burger King.

¿O por qué no imaginar que un día, a una escena de un francotirador atrincherado en una azotea, la policía no enviase a un robot Packbot, el cual ya se ha empleado en conflictos militares? Packbot tiene la particularidad de detectar la procedencia de los disparos de francotirador, y disparar de manera automática hacia su origen. ¿Se imaginan que un telediario abriera con este titular? ¿Tuvo realmente alguna oportunidad de justicia el francotirador?

La adquisición de estas soluciones tecnológicas están, además, bajo la sombra de la sospecha de corrupción, que no ayuda precisamente a tranquilizar a los ciudadanos. La pasada semana, Jamaal Bowman, congresista de Nueva York, puso en duda la necesidad de inversión en este tipo de iniciativas, antes que en otras más sociales y necesarias. ¿Hay intereses comerciales o de corrupción, aparte de los civiles?

Además de los ejércitos más poderosos del mundo, también los diferentes cuerpos de seguridad del estado están empleando cada vez armas más tecnológicas. Lo correcto es preservar las correctas actuaciones policiales y la seguridad ciudadana, sin incumplir las condiciones de vigilancia masiva, sesgo de datos o desproporcionalidad de la que he hablado antes. El futuro era esto, y si no lo regulamos, será un futuro distópico. 

Este artículo salió originalmente publicado en la revista de investigación, DYNA, a la que recomiendo que echéis un vistazo

 

ACTUALIZACIÓN (10 de mayo):

El 29 de abril de 2021, la policía de NY finalizó unilateralmente el contrato con Boston Dynamics y no usarán más el perro robot. (Fuente, fuente)

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