Inteligencia artificial, robótica, historia y algo más.

31/1/21

Newsletter - enero 2021

Este año, como novedad en el blog, se me ha ocurrido hacer un artículo recopilatorio de algunas lecturas que me han llamado la atención en cada mes; y creo que las publicaré al final de cada mes. Los artículos no tienen por qué haber sido publicados en el mes que estemos a punto de dejar, pero intentaré que tengan algo de relación con las noticias que hayan corrido durante ese tiempo.

Los blogs están de vuelta en la blogosfera, según dicen, aunque lo están haciendo en forma de newsletters. Así que, a falta aún de ponerle un título a la mía, comenzamos:

Ya sabéis de mi gusto, casi enfermizo, por todas las lecturas relacionadas con el comportamiento humano, las apps de citas, y cómo están transformando nuestras relaciones. Si a eso unimos la victoria de Joe Biden en Estados Unidos, tenemos como resultado este curioso email de un usuario (Donald) de la conocida app de citas OKCupid. En él, carga contra los gestores de esta red, ya que el pobre chaval no puede filtrar a las chicas según su ideología, y últimamente solo se encuentra chicas liberales, sin depilar, feministas, etc. 

Por lo menos, Donald es un usuario real. No como estas otras apps chinas, que tuvieron que cerrar al descubrirse que las chicas que respondían eran robots. Para más información de cómo está afectando la pandemia a este mundo rosa, os invito también a leer mi úiltima entrada.

A menudo, la amenaza más importante no es la más aparente, sino la más sibilina y silenciosa. En este sentido, me ha gustado este artículo de ElConfidencial en el que explican el auge del uso de inteligencia artificial en tecnología bélica. Y aunque no cope portadas, podéis buscar el gran auge que están teniendo los drones en los conflictos bélicos. Lo explican aquí, en 14MM. 

Va avanzando el tiempo, ¿y dónde están los coches voladores? El blog Roots of Progress explica, a su modo de ver, que el problema no es tecnológico, sino burocrático, de resistencia de la ciudadanía a su implantación y otras cuestiones. Me ha gustado la frase que tiene que dice que 'fomentar la innovación tecnológica no es rentable para los políticos'.

Y otro blog que yo echaba de menos y vuelve a estar dando guerra, es el de Starlex Codex. Un blog de gran fama, que estuvo a punto de cerrar, ya que el NYTimes amenazaba a su autor con revelar su identidad.

El episodio de Reddit y GameStop me está resultando fascinante. La organización de un grupo es capaz de hacer daño a gente muy poderosa. En este artículo de The Guardian, escribe el usuario de Reddit que lo comenzó todo.

Unos tuits con algo de historia, de @jdelacueva, sobre qué ocurrió en el pasado cuando las empresas farmacéuticas tocaron las narices a los gobiernos.

Está claro que el mundo no dejará de sorprendernos. Recordad y apuntad cómo os sentíais este enero, en qué pensabais, qué os preocupaba... y leedlo de nuevo al final del año. Tal y como recuerda Laura Ferrero, el célebre Clint Eastwood tiene una gran frase: "si quiere una garantía, cómprese una tostadora".

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20/1/21

Apps de citas, el algoritmo del amor, y de más cosas

Desde hace unos años, hemos podido observar el auge y la posterior caída a los infiernos de las apps de citas. Las omnipresentes Tinder, Badoo, Hinge, etc. Por lo menos, esa es la evolución que percibo yo. Y precisamente, en pandemia y en situaciones de restricciones de movilidad, la cosa no ha podido más que ir a peor.

Sociedad y deslizamiento. Las trampas de las apps de citas


El cóctel de sentimientos del que se valen estas apps no puede ser más esclavizador. Se basan en nuestra creciente cultura de la inmediatez, de buscar pareja como si se tratara de un producto de un supermercado; de la soledad; de la sensación de que somos nosotros los que elegimos; de estar generando una cantidad de oportunidades de flirteo que no estarían a nuestro alcance en un bar; del miedo al rechazo.

En el recomendable libro El algoritmo del amor, la periodista Judith Duportail desentraña las intimidades de Tinder, y provocó un cierto revuelo sobre el opaco y maligno algoritmo que lo gobierna. A lo largo del libro, despieza los mecanismos por los que Tinder nos muestra a ciertas personas y no a otras, aunque no seamos conscientes. Y nosotros les aparecemos a unas personas, y no a otras al mismo tiempo. Secretamente, nos asigna una puntuación según nuestra edad, origen, sexo, y atractivo (calculado según un algoritmo de machine-learning, por supuesto).

Sin embargo, otra parte interesante es la dinámica de funcionamiento de sexos: el ecosistema selvático que se crea entre una ligera sobre abundancia de chicos, que deslizan 'Me gusta' a casi todos los perfiles femeninos, y las chicas, que rara vez eligen esa opción. Según la autora, esto provoca que la mayoría de chicas se tomen a esos chicos como potenciales relaciones serias. Por el contrario, los chicos, que probablemente hayan gastado 0,1 segundos en decidir que elegirán 'Me gusta', se toman cada flechazo bastante a la ligera. Todo esto tiende a generar bastante sufrimiento, y a preguntarse: ¿por qué todo el mundo es tan miserable en Tinder

 


Por un lado, los chicos sienten la frustración de que no son correspondidos por ninguna mujer. Por otro lado, tal y como revelaba Judith Portail en sus propias carnes, las mujeres sufren por sentir que cada aspirante masculino solo la quiere para un rato. Todo esto, genera una espiral de funcionamiento, en el que estos efectos se van amplificando, y los nuevos usuarios de la aplicación, quizás sean los que más sufren al descubrir la crueldad del mercadeo de sensaciones e ilusiones que emplean para jugar con nosotros. 

Citas que no se presentan.

Personas contratadas que se encargan de responder por ti en la aplicación

Flechazos que se quedan simplemente en números.

Autoestimas machacadas.

Manipulación de usuarios.


Como he avanzado, en la pandemia quizás esto se haya vuelto un entorno si cabe aún más distópico y surrealista, en las largas horas de soledad de 2020. Y en 2020, las pocas apps que parecía que resistían a este juego tan cínico y mercantil, parece que han terminado por sucumbir a ese delicado y cruel juego de puñetazos digitales. Basta con leer experiencias aquí o aquí.

Y es que ahora, las apps de citas se usan para otros menesteres. Es más fácil que te encuentres un flechazo que te pida que inviertas en bitcoins, que el amor. Quizás, además aproveche para propagar mensajes de la ultraderecha y feicnius, lograr que envíes dinero a organizaciones terroristas gracias a engaños hechos con rostros artificiales, o hay incluso una profesionalización de personas que se geoposicionan en el país al que quieren emigrar, y pretenden allanar el terreno antes.

He sido y aún a veces soy usuario de estas apps. En la mayoría de ocasiones, soy un puro observador. Como si estuviera realizando una tesis doctoral sobre el mecanismo subyacente de este sistema caótico de personas, bots y fantasmas. Hay incluso veces que he conocido personas con las que me gustaría pasar horas interminables y ratos de café que no acaben nunca. Pero la paja que he tenido que quitar para conseguir ese grano, ha sido ingente y me ha requerido de unos años de observación. Y precisamente, mi mayor miedo en esas ocasiones, es que la otra persona se piense que yo soy como los demás, otro más que se ha podido reír de ella.

La charla que encabeza este artículo ha tenido mucho éxito y aún me escriben usuarios que la han visto y gustado mucho. Sigo sosteniendo lo que dije y creo que las apps de citas es un ecosistema que funciona muy bien sobre el papel, pero muy mal con la imperfección humana. Sed buenos y limpios de corazón.

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6/1/21

Sobre los robots de Boston Dynamics y John Feeks

En los últimos suspiros del apocalíptico 2020 que ya queda atrás, Boston Dynamics sorprendió con otro de sus famosos vídeos. Esta vez titulado 'Do you love me?'


Realmente, es un alarde espectacular de tecnología. Siempre que se publica uno de estos vídeos, surgen los habituales cataclísmicos, que hablan del advenimiento de Terminator y del fin de la raza humana a manos de robots. Ya he escrito un par de veces sobre lo que pienso de todo esto en sendas entradas antiguas (una y dos). Y como no hay dos sin tres, ésta es otra entrada más en la que intentaré plasmar lo que significan estos bailes y en qué punto de la tecnología estamos. Que para algo me llevo dedicando a esto más de un tercio de mi vida.

Y para comenzar, me voy a valer de una ilustración de 1889 de la que se hicieron eco en Reddit y que podéis ver aquí.  

Se trata de una ilustración que plasma el terror que estaban provocando los cables eléctricos que comenzaban a aparecer en las ciudades. Estamos en los albores de la implantación masiva de la electricidad, y hace unos 10 años, Edison ha diseñado su bombilla, que no inventado. El cartel responde a un fallecimiento de un trabajador de tendidos eléctricos que falleció electrificado, llamado John Feeks. Su cuerpo estuvo durante varios minutos ardiendo y soltando chispas, para el terror de los ciudadanos que lo vieron.

La electricidad tardó varios siglos en hacerse una tecnología útil y madura, como lo demuestran los espectáculos de feria sobre fenómenos eléctricos que se hacían en los siglos XVII y XVIII. Realmente, el hombre que provocó el punto de inflexión fue Alessandro Volta, con la presentación de su pila en 1800.


Precisamente, con Boston Dynamics y sus robots me parece que está ocurriendo la misma estructura de tecnofobia que ocurrió con la electricidad, el ferrocarril o el coche. 

He estado buscando qué tipo de tecnología o control implementan estos robots, y la conclusión a la que he llegado es que nadie que no trabaje en Boston Dynamics tiene claro nada. Si buscáis información sobre estos robots en foros técnicos de Reddit o en Hacker News, cada usuario da respuestas diferentes, y es que los ingenieros de esta empresa no publican apenas nada. De manera que solo podemos intuir cómo funcionan sus robots a partir de las ofertas de trabajo que publican y de pocos artículos más.

En mi opinión, y en la de la mayoría de investigadores, estos robots usan muy poca inteligencia artificial. Básicamente, hacen el programa que tienen grabado, y nada más. Ojo, lograr que salten, bailen, logren equilibrios y caminen sobre cualquier superficie no es para nada baladí.

Algunas pistas sobre lo que sospechamos que hacen está en este libro sobre robots bípedos, escrito por uno de los fundadores, y en este post de Google, en la época que Boston Dynamics les pertenecía. Como se puede ver en ese artículo, la inteligencia artificial se usa en miles de simulaciones para ver cuál es la mejor combinación de movimientos a realizar por estas máquinas, pero la implementación real no lleva nada parecido a un Skynet.

Desde hace poco tiempo, la empresa comercializa su robot Atlas, en forma de perro, y se ha empleado ese robot para vigilar a los trabajadores en la planta de Ford en Estados Unidos, o el gobierno de Singapur lo ha empleado para asegurarse que los ciudadanos cumplen la distancia social por pandemia. Desde luego, estos robots no creo que tengan como fin ser artilugios de guerra. No hace falta, y no son lo suficientemente robustos. Precisamente, a este respecto, los foros advierten de que es muchísimo más peligroso el auge de los drones en conflictos bélicos, y por eso creo que va a ser un tema que yo tocaré bastante en este 2021.

Feliz Año a todos los lectores.

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