Hay dos grupos de personas en el mundo, los que ven lo siguiente como una oportunidad y los que lo encuentran absolutamente aterrador:
El primer grupo de personas lee esto y dice "genial, eso significa que nada me impide tener éxito". El segundo grupo de personas dice "Oh, oh, eso significa que no puedo usar el talento como excusa para no tener éxito". La gente quiere creer que la habilidad inherente determina el éxito porque los absuelve de la responsabilidad de su propio bajo nivel de desempeño.
Esta visión de mentalidad fija es tentadora: si no nacemos con talento, es mejor que ni siquiera intentemos ser de alto rendimiento, pero también es incorrecta. Las creencias del primer grupo de personas, las que tienen una mentalidad de crecimiento (las habilidades de la idea se pueden desarrollar), están respaldadas por muchos estudios de logros superiores en muchas profesiones. Como se describe en el artículo “The mundanity of Excellence” de Daniel Chambliss, cuando estudiamos objetivamente la excelencia descubrimos:
La excelencia requiere hacer cosas pequeñas y ordinarias de manera consistente. El talento innato no es responsable de un alto rendimiento. Una mejora significativa es el resultado de cambios cualitativos en la forma en que practica las habilidades, no de hacer más de lo mismo.
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El éxito significa hacer bien las cosas pequeñas repetidamente. Y aquí viene algo que considero muy importante: el éxito para cada persona es diferente y subjetivo. No consiste en ser superemprendedor, ni ser rico, ni esas visiones romantizadas por las películas de Hollywood. Éxito puede ser algo tan simple como lograr ser más o menos feliz, salir adelante a pesar de las adversidades y obtener pequeños triunfos.
La frase “La Excelencia es mundana” significa que no hay una tarea extraordinaria que deba realizarse para alcanzar la cima de un campo. En cambio, uno debe llevar a cabo series de pequeñas acciones correctamente una y otra vez para lograr un alto rendimiento. En cualquier profesión (atletismo, inversión en acciones, programación, redacción, escuela) las pequeñas cosas determinan el éxito. Tomadas de forma aislada, cada una de estas decisiones menores es fácil de acertar, pero no podemos hacerlas bien solo una vez, tenemos que hacerlo bien cada vez.
¿Cuáles son algunas de estas opciones supuestamente fáciles? Depende de su campo, pero algunos ejemplos de una búsqueda común, altas calificaciones en la universidad, son:
1- Pasar 15 minutos de tiempo dedicado a leer artículos de noticias a estudiar
2- Buscar la ayuda de un profesor después de la clase si estás estancado
3- Repasando ese ejercicio una vez más
4- Asistir a los seminarios opcionales
Ninguna de estas acciones requiere mucho esfuerzo e incluso pueden parecer demasiado obvias. Si esto es todo lo que se necesita, ¿por qué no todos obtienen puntuaciones perfectas en la escuela? La respuesta es que el éxito significa hacer todo esto correctamente cada vez. Hacer la elección "correcta" una vez (la elección correcta suele ser obvia) no evita grandes obstáculos. Hacer esta elección decenas de miles de veces sin desviarse es lo que diferencia a los grandes triunfadores.
En el artículo, Chambliss llega a decir que las pequeñas cosas son las únicas cosas que importan. Como se describe en relación con la natación:
"Cada una de esas tareas parece pequeña en sí misma, pero cada una le permite al atleta nadar un poco más rápido ... Ganar una medalla de oro no es más que la síntesis de un sinnúmero de cosas tan pequeñas".
En los negocios, Peter Drucker afirma que "la eficacia como ejecutivo exige hacer ciertas cosas, y bastante simples". Ray Dalio hace el mismo punto repetidamente en sus Principios cuando describe las acciones aparentemente menores que diferenciaron a Bridgewater Associates. Una vez más, no existe un único secreto oculto para el éxito, solo la ejecución de las prácticas correctas de manera consistente. Además, estas decisiones son tan pequeñas que casi siempre están completamente bajo su control, lo que significa que puede elegir su nivel de éxito.
En resumen, cualquier persona capaz de tomar la pequeña decisión correcta una vez es capaz de lograr la excelencia en su campo. La diferencia entre quienes realmente llegan a la cima y quienes pasan sus vidas abajo es la coherencia. Si hay algo en común para el éxito, es la capacidad de tomar decisiones positivas repetidamente sin desviaciones.
El mito del talento innato
El talento, un don físico o mental innato que otorga un gran éxito en la vida, no existe. De hecho, el talento es producto de grandes logros, no su causa; cuando vemos a un gran actor, lo etiquetamos como talentoso después de ver su éxito. El logro conduce al descriptor talentoso. Al atribuir el éxito al talento, mezclamos las variables independientes y dependientes.
La falacia del talento surge porque solo somos testigos de la excelencia final en sí misma y no de las innumerables horas de trabajo que se dedicaron a producirla. Observamos el producto final perfecto de un individuo y trazamos una línea recta a lo largo de su vida, conectando eventos dispares en una narrativa coherente. Esta historia siempre tiene un solo tema: el individuo tenía talento y, por lo tanto, estaba destinado a la grandeza. Si pudiéramos presenciar la totalidad de las acciones, la repetición de pequeñas tareas, que resultaron en el desempeño, entonces no seríamos tan rápidos en confiar en el talento como explicación. En última instancia, usar el talento para explicar el desempeño superior nos impide comprender el proceso repetible que generó el éxito, uno que podríamos seguir si quisiéramos.
En el artículo que estamos referenciando, Chambliss aplica su teoría del talento a las costumbres del equipo olímpico de natación. Las características que les permiten alcanzar la excelencia y diferencian respecto a otros nadadores, son las siguientes:
1- Técnica: han perfeccionado cientos de pequeños detalles en su forma de nada
2- Disciplina: pueden entrenar o no por más tiempo, pero "su energía se canaliza cuidadosamente".
3- Actitud: En los niveles más altos de la natación competitiva, ocurre algo así como una inversión de actitud. Las mismas características del deporte que el nadador corriente encuentra desagradables, las disfruta el nadador de alto nivel. Lo que otros ven como aburrido, por ejemplo, nadar de un lado a otro sobre una línea negra durante dos horas, lo encuentran pacífico, incluso meditativo, a menudo desafiante o terapéutico.
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En resumen, basándonos en trabajos científicos que han investigado este tema, nos quedamos con tres hallazgos principales sobre la naturaleza de la excelencia:
1- Las pequeñas decisiones conducen a la excelencia cuando se toman correctamente de manera consistente.
2- Las habilidades innatas no son la causa del desempeño superior
3- Los avances significativos requieren hacer las cosas de manera diferente
Es demasiado fácil hablar de estas ideas de manera abstracta y mucho más difícil ponerlas en práctica.
Este artículo es una traducción libre del texto aparecido en Medium, The Mundanity of Excellence, de Will Koehrsen.
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