Su nombre es en honor a su inventor, sir Joseph Lawrence Lister, un médico británico del siglo XIX. Sin embargo, este hombre lo que realmente quiso inventar fue un antiséptico para los cirujanos de la época, ya que operaban con ropa de calle, sin guantes, no esterilizaban los instrumentos y taponaban las heridas con serrín. Y es que la mortalidad postoperatoria podía llegar al 90%. Joseph Lawrence introdujo unas nuevas medidas de higiene en los hospitales, mientras que Jordan Lambert, impresionado por estas ideas, creó la fórmula del antiséptico quirúrgico, al que llamaron Listerine. Corría el año 1880.
Según el libro Freakonomics, el Listerine, destilado, llegó a venderse como limpiador de suelos. Pero no fue hasta 1920 cuando ofrecieron el producto a los dentistas como solución a la halitosis. Realmente, lo que hizo sir Joseph Lawrence fue una agresiva campaña publicitaria poniendo en evidencia a los que sufren estos síntomas; de ese modo, el Listerine fue líder de ventas y la empresa pasó de 115.000 $ a más de 8M$ en unos años.
Es sólo un caso más de grandes marcas que en un principio no se dedicaron a lo que por ahora son conocidas. Otro caso famoso es el de Nokia, que en 1898 era una pequeña fábrica que hacía zapatos. O el caso de BMW, que inicialmente se dedicó a construir aviones de guerra para el gobierno alemán, y tras la derrota en la 2ª Guerra Mundial tuvieron que reinventarse a lo que son ahora.
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