Hace unos días se publicaba la noticia de que la tecnología de moda últimamente, la célebre inteligencia artificial generativa, estaba siendo usada en la no menos famosa Clínica Mayo de EEUU para mejorar los tratamientos médicos a los enfermos.
Med-PaLM 2 de Google, una herramienta de inteligencia artificial diseñada para responder preguntas sobre información médica, ha estado en pruebas en el hospital de investigación de la Clínica Mayo desde abril, según informó The Wall Street Journal. PaLM 2 es el modelo de lenguaje en el que se basa Bard de Google, y por lo tanto, Med-PaLM 2 es una variante especializada en medicina.
Google cree que su modelo actualizado puede ser particularmente útil en países con "acceso más limitado a los médicos", y que su variante médica puede ayudar a los facultativos mucho más que chatbots genéricos con el de Bing o ChatGPT.
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No es la primera vez que las grandes empresas tecnológicas hacen anuncios de este tipo, y tratan de captar el mercado de la medicina. Por ejemplo, el caído IBM de Watson aspiraba a eso precisamente, el famoso ordenador que ganó en Jeopardy, y cuya aplicación en la medicina fue un absoluto fracaso.
En esta ocasión, Google no está inflando tanto la burbuja de las promesas, y aspiran a que los doctores puedan emplear la IA para mejorar su búsqueda de información y completar más rápido el trabajo administrativo.
Para evaluar la bondad del software Med-PaLM 2, Google publicó un artículo en Nature en el que explican cómo sometieron a su inteligencia artificial al examen para lograr la licencia médica en EEUU, las cuales fueron 140 preguntas. Los resultados muestran que Med-PaLM 2 logró un 92,6% de las respuestas alineadas correctamente con el consenso médico, mientras que la versión anterior de la IA de Google, Flan-PaLM, logró un 61,9%. Eso sí, ambos siguen superados por los facultativos humanos.
También es llamativo la velocidad a la que están evolucionando estos sistemas en el famoso examen médico de EEUU (USMLE):
El pastel de beneficios de la IA en medicina es muy goloso, y seguro que ninguna de estas multibillonarias empresas no cejarán en su empeño fácilmente. Quizás os interese una bonita historia sobre el primer chatbot que aspiró a introducirse en los servicios médicos, el llamado Eliza, programado por Joseph Weizembaum en 1964, que aspiraba a tener conversaciones con pacientes psiquiátricos, y sobre la que hablé hace poco en el blog.
Si me permitís recomendaros una lectura de verano breve sobre Eliza y otros chatbots que intentaban superar el test de Turing, os sugiero el librito The most human human, de Brian Christian. Aunque probablemente, os proponga alguna lectura de verano más en la próxima entrada.
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