Inteligencia artificial, robótica, historia y algo más.

17/8/20

Surgen cámaras de reconocimiento facial absurdas por encima de nuestras posibilidades

Las expresiones fáciles son algo muy engañoso, y voy a intentar explicarme. Los humanos creemos que viendo qué músculos de la cara mueve otra persona, podemos adivinar su estado de ánimo, humor o intenciones. Es una teoría que tiene su origen en el siglo XIX, con el ínclito Charles Darwin. Tras su obra maestra, El Origen de las Especies, Darwin escribió en 1872 un libro cuyo título rezaba Las expresiones y emociones de los humanos y los animales. En él, describía las expresiones faciales de los chimpancés, y ese antropomorfismo donde parecía que tuviesen gestos como la risa o el miedo, parecidos a nosotros.

Posteriormente, el que le dio el espaldarazo a esta disciplina fue el psicólogo norteamericano Paul Ekman, quien a través de observaciones en diferentes culturas indígenas durante la década de los 60 y 70, llegó a la conclusión de que la relación entre expresión facial y sentimiento de una persona, era una constante universal. Esta teoría también se recoge en la premiada obra de Edward O. Wilson, Consilience, la Unidad del conocimiento humano. 
 
Sin embargo, nuevas investigaciones están demostrando que esta teoría tiene unos pies de barro. En 2018, la también psicóloga, Rachael Jack, realizó un experimento en el que contó con la ayuda de personas de origen caucásico y asiáticos, y la pregunta que realizó a los 80 participantes voluntarios fue: ¿es la expresión de estas personas de estar teniendo un orgasmo, o no?

En ese experimento, quedó claro que los participantes conocían las expresiones de dolor entre caucásicos y asiáticos, pero no estaban tan de acuerdo en la imagen del placer. Por lo tanto, esto empieza a demostrar que las expresiones y el sentimiento de cada persona no es una constante universal.

Fuente: Pexels


Aún así, esto no ha evitado que los gobiernos y las empresas contemplen la cara como el espejo del alma. Incluso muchos sistemas judiciales occidentales, tienen en cuenta la interpretación de la semblanza del acusado en un juicio.

Y no solo nos quedamos aquí, sino que ahora, en la época de la vigilancia masiva y automatización, las grandes empresas tecnológicas se han lanzado a desplegar complejos sistemas de cámaras de reconocimiento facial a partir de complejos algoritmos y patrones. En ellos, se trata de buscar si el sujeto tiene aviesas intenciones, esconde algo, su orientación sexual, posibilidades de cometer un crimen en el futuro, entre otras lindezas.

Los científicos se han lanzado contra estos sistemas argumentando su poca evidencia científica. La interpretación de las caras es una cuestión muy compleja. Recientemente, en un estudio del Mit Media Lab, aseguraron que el software de identificación de caras proporcionado por tres compañías tenía una tasa de error de entre el 21% y el 35% si eras mujer de piel oscura. Sin embargo, la tasa de error era de menos de un 1% si eras varón de raza blanca y piel pálida.

Por lo tanto, queda bastante claro que actualmente, esta relación entre el espejo del alma y los sentimientos es muy difusa, y los estudios que se siguen publicando van en la dirección de desmitificar las ideas de Paul Ekman, de su lenguaje universal.

Los científicos dicen que estos instrumentos de control son un atropello y que perpetúa las desigualdades y los prejuicios que este tipo de sistema se empleen. Hay impactos más suaves que otros. Por ejemplo, una empresa de consumo, donde pueden intentar adivinar cuánto vas a gastar o qué tipo de productos te gustan. Pero este tipo de tecnologías aplicadas a ámbitos con un mayor impacto en la vida es un total abuso. Como que el banco decida tu futuro carácter de moroso con una cámara automática.



Referencia:

Heaven, D. (2020). Why faces don't always tell the truth about feelings. Nature, 578(7796), 502-504.
Comparte:

0 comentarios:

Publicar un comentario

Nos leemos:

descripción descripción descripción

Recibe las entradas por correo

En mi mesilla

Blog Archive

Licencia Creative Commons