Los científicos Dario Floreano y Sara Mitri, del Instituto Tecnológico Suizo crearon robots con sensores que buscaban "comida". Esa comida estaba representada por unos parches de colores en el suelo. Se trataba de robots muy simples con un cerebro artificial equivalente a 14 neuronas con 33 conexiones. El experimento consistía en encontrar la comida y encender una luz azul cuando lo hicieran, para avisar al resto de los compañeros. En el otro extremo del espacio, había un parche más oscuro que significaba "veneno". Los robots ganaban puntos cuanto más tiempo pasaran lejos de esta veneno y más sobre los parches correctos. Después de 100 vueltas, los robots que habían conseguido más puntos pasaban a la siguiente ronda. Para la realización del experimento también se contó con la colaboración del biólogo evolutivo Laurent Keller. El experimento se realizó con 1000 robots divididos en grupos de 100.
El caso es que la primera ronda del experimentó se programó para que los robots se movieran aleatoriamente cuando percibieran una luz. Los "genes" de los 200 robots más exitosos eran recombinados aleatoriamente y transmitidos a la siguiente generación de robots. Para la 9ª generación, los robots eran perfectos buscadores de la comida y guiando al resto hacia la comida.
Sin embargo, para la 50ª generación, el 60% de los robots era capaz de mantener su luz apagada cuando encontraba comida para guardársela para sí!! Y un tercio de los robots evolucionar hasta saber identificar a los mentirosos mediante un rechazo a la luz. Rechazar la luz era justo lo contrario para lo que habían sido programados en un origen!
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