Hace unos días me encontré un interesante artículo sobre tecnología y empleo. No quería dejar pasar un tema tan candente en unos días de pánico tecnológico, gracias a ChatGPT, StableDiffussion y todo lo que vendrá. El artículo se titula Automation and Jobs: When Technology Boosts Employment, que en una traducción libre, se puede entender como "Cuando la automatización y la tecnología fomentan la creación de empleo".
Es de 2019, pero aunque no sea tan reciente, lo bueno de este trabajo de investigación es que realiza un análisis de otros artículos sobre la temática. Un total de datos compilados en los sectores económicos más importantes, a lo largo de los últimos 200 años.
Cuando los ordenadores aparecieron, seguidos de las hojas de cálculo, los contables temieron por sus empleos. Pero pasó lo siguiente:
¡¿Cómo?! ¿Que un empleo tan mecánico como la contabilidad ha duplicado el número de personas dedicadas a ella?
Esto pasó sin embargo a los empleos de la agricultura:
Que se reduzcan drásticamente los empleos en este sector no resulta nuevo. Pero pongámoslo más difícil y comparemos ahora la evolución de empleo de tres sectores industriales: el del algodón, el del hierro y el de la fabricación de coches.
Como se puede ver, en los últimos dos siglos, en el caso de los tres sectores ocurrió un primer impulso de crear más empleo. Sin embargo, en el siguiente siglo en el caso del algodón y la industria metalúrgica, las personas empleadas bajaron casi lo mismo, mientras que en automoción, el número de trabajadores se mantuvo bastante estable. ¿Cómo podemos explicar esto? La respuesta la tenemos que buscar en la productividad de estos sectores:
Tal y como se pueden ver en las gráficas, la productividad sube constantemente. Al principio, esa mejora de productividad era buena para el empleo, pero llegó un momento en que ya no era el caso. La productividad siguió aumentando, pero a partir de ese momento se comió los empleos en vez de aumentarlos. ¿Por qué?
Pongámonos en una de esas situaciones, por ejemplo con el textil. En el comienzo, la ropa tenía un precio prohibitivo, y no podíamos comprar la que necesitábamos. Sin embargo, cuando llega la automatización y las fábricas, la productividad aumenta drásticamente y se fabrican muchas más prendas por parte de todos los fabricantes. Lógicamente, bajan los precios por la competencia. Al bajar los precios, el público se puede permitir comprar ropa que antes era prohibitiva, y se gasta incluso más que antes en ropa.
Es decir, antes de la automatización, quizás los consumidores se compraban la ropa justa, necesaria y aún menos. Imaginemos que la prenda valía 1.000€. Si la prenda se reduce a 100€, cada persona se animará a comprar más ropa, incluso para cada miembro de la familia. ¿Y si luego baja a €10 la prenda? Ya casi ni miras el precio y compras todo lo que necesitas para no pasar frío. No importa que baje a €1 la prenda. Ya tienes toda la ropa que necesitas. Ahora no vas a por más volumen, sino a por más diferenciación, más calidad. La demanda se satura.
Aquí está la demanda (en escala logarítmica) para las mismas tres industrias:
Resumiendo, cuando la gente tiene todo lo que necesita, se centra en otras prioridades, pero la productividad sigue subiendo, y por eso, se eliminan más y más tareas humanas, y con ello, más puestos de trabajo.
¿Y entonces cómo explicamos el caso de los contables mencionado al principio de este artículo? Para ello, recojo las palabras de Tomás Pueyo, en su entrada del blog Suma Positiva:
."Había mucha más demanda escondida (latente) de contabilidad de la que se podía permitir la gente. ¡La contabilidad es muy útil! Cuanta más contabilidad pueden las empresas tener, más quieren para entender mejor la empresa, comunicar mejor sus cuentas, optimizar sus gastos… Así que la automatización ha eliminado tareas aburridas para los contables, pero ahora hacen tareas más interesantes y útiles que no se han podido automatizar aún. Sacan aún más valor por hora trabajada que antes, y los clientes lo pagan. Más empleo."
Al menos hasta ahora