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1/3/22

Reseña de La muerte del Artista

Uno de los twitteros que últimamente más me alegro de haber conocido es @carlosclavijo22. Son incontables las conversaciones de Twitter que hemos tenido y las ganas que tengo yo de desvirtualizarle, y entre los muchos datos que podría daros, ahí va uno muy exótico: es un gran guionista de cine y TV.

Y como su campo profesional y el mío no pueden ser más opuestos, me pica mucho la curiosidad las pequeñas clases artísticas que aprendo, y él fue el que me recomendó el siguiente libro para entender cómo es realmente detrás de las cámaras y fuera de los focos, el mundo del artista. A continuación, la reseña de La muerte del Artista (William Deresiewicz), de la editorial Capitán Swing.

Esta obra es un ensayo dividido en varios capítulos según diferentes disciplinas creativas: pintores, músicos, gente de cine, escultores... en los que en cada uno de ellos, el autor desbroza todos los males que aquejan a esta profesión, y que la abocan a la agonía. O quizás, mejor dicho, aboca a la muerte del Arte tal y como se debería entender: sin presiones, libre, con creatividad, y capaz de provocar emociones.

El libro comienza hablando de mantras muy extendidos entre la población y los artistas, y es que a menudo atribuimos que ser artista equivale a no pensar en el dinero. "Soy tan afortunad@ por trabajar en lo que me gusta, que me da igual no cobrar". ¿Os suena? Algo muy parecido ocurre en el mundo científico, aunque el libro no se centre en ello. Pero volvamos al hilo:

Para poder desarrollar una carrera artística, se necesita unos años para poder encontrar un estilo propio, y desarrollar algunas obras de arte para poder exponerlas, venderlas o lo que sea. El problema es qué ocurre en el transcurso de esa época no productiva. ¿De qué viven los artistas? ¿A qué se dedican? ¿Qué hacen los artistas cuando las ciudades más atractivas para su inspiración tienen alquileres cada vez más y más caros? Como resultado, la realidad es que los creativos que sobreviven, no son los buenos, sino los que pueden permitirse vivir sin esos ingresos recurrentes, o cuyas familias han podido pagarles una escuela en la que logran contactos influyentes. Y a pesar de eso, en muchos casos, malviven, y dependen de fundaciones, becas u otras instituciones que les permiten financiarse, y que en la mayoría de casos, condiciona su tipo de arte para poder subsistir. No es un arte libre.

El libro también dedica un amplio análisis a esa creencia impuesta desde fuera de que con una cámara, o con un equipo de música de ordenador, todo el mundo es artista. ¡Sal, y vende! Y de eso nada, ya que en esa pelea en el barro, solo sobresale uno entre un millón, tal y como le pudo pasar a Ibai Llanos, y ese exceso de oferta creativa está tirando los precios. De manera que se descubre que plataformas como Spotify o Apple Music siguen la regla de Pareto, por la cual unos pocos artistas se llevan la mayoría de ingresos, y que esos artistas son muy escuchados, porque antes de existir Spotify, ya eran famosos.

No os quiero destripar el libro, pero ha sido muy revelador. Yo no sería capaz de escribir un libro así, sin caer en la repetición y sopor constante, así que por esa habilidad de ser ágil, informativo y entretenido, le doy 5 estrellas.

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