Cuando Brett Adcock publicó las fotos este noviembre que acabamos de dejar atrás, nadie esperaba ver eso. Sus robots humanoides Figure 02, recién retirados tras 11 meses trabajando en la planta de BMW en Carolina del Sur, estaban cubiertos de arañazos, rozaduras y suciedad industrial. El acabado negro brillante con el que habían llegado a la fábrica se había convertido en un mapa de marcas de guerra. "Despliegue en el mundo real", escribió Adcock en el post.
Y tenía razón. Porque esos arañazos valían exactamente 36.400 millones de dólares.
En febrero de 2024, Figure AI levantó 675 millones de dólares con una valoración de 2.600 millones. Dieciocho meses después, en septiembre de 2025, la empresa recaudó más de mil millones con una valoración de 39.000 millones. Un crecimiento del 1.400% impulsado, en gran parte, por la narrativa de que sus robots no eran humo de laboratorio, sino máquinas capaces de trabajar en una línea de producción real junto a 11.000 empleados humanos. Y eso, sin que la empresa Figure declare ingresos de ningún tipo. Esa es parte de la historia. Es pura apuesta especulativa basada en el potencial futuro, no en rentabilidad actual.
La tarea que realizaban no era particularmente glamurosa. Los humanoides levantaban piezas de chapa metálica de contenedores y las colocaban en dispositivos de soldadura con una tolerancia de 5 milímetros. Después, brazos robóticos tradicionales completaban la soldadura. Ciclo de 84 segundos. Repetir. Durante 10 horas al día, de lunes a viernes. Al final del proyecto, habían cargado más de 90.000 piezas y contribuido a la producción de más de 30.000 BMW X3.
Los inversores lo adoraron. Microsoft, NVIDIA, Jeff Bezos, Intel Capital: todos apostaron. Goldman Sachs proyecta que el mercado de robots humanoides podría alcanzar los 38.000 millones para 2035, y Figure AI se posiciona como el líder inevitable de esa revolución. Adcock habla de vender "millones, quizás miles de millones" de humanoides.
Pero hay un problema con las narrativas de Silicon Valley: tienden a adelantarse a la realidad.
En junio de 2025, la revista Fortune decidió verificar las afirmaciones de Adcock sobre su "flota" de robots realizando "operaciones de extremo a extremo" en BMW. El portavoz de BMW, Steve Wilson, reveló que solo había un único robot Figure operando en la planta en un momento dado, y que inicialmente trabajaba solo durante horas no productivas. No era exactamente la revolución manufacturera que los titulares prometían.
Figure AI no respondió a las solicitudes de aclaración de Fortune. En su lugar, dejaron que los datos hablaran: 1.250 horas de tiempo operativo, con mínimos fallos de hardware. Precisión superior al 99%. Y sí, esos arañazos que demostraban que las máquinas habían sobrevivido al entorno industrial más duro que existe.
El mayor dolor de cabeza técnico fue, irónicamente, uno de los aspectos más humanos del diseño. El antebrazo emergió como el principal punto de fallo debido a la complejidad de tener tres grados de libertad, gestión térmica y cableado en una extremidad de tamaño humano. El movimiento constante alteraba y hacía sufrir los microcontroladores y el cableado. Resulta que imitar la anatomía humana en metal y silicio es más complicado de lo que parece en los renders 3D.
Esas lecciones alimentaron el diseño del Figure 03, que elimina la placa de distribución y el cableado dinámico en la muñeca. Los controladores de motor ahora se comunican directamente con el ordenador principal. Más simple, más robusto, más preparado para escalar. O eso es lo que Figure promete.
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Conclusiones y viabilidad económica
Mientras tanto, la pregunta sigue en el aire: ¿estamos ante el nacimiento de una industria multimillonaria o ante una burbuja espectacular? Dos robots trabajando en una sola fábrica no son exactamente la singularidad robótica. Pero tampoco lo era el primer iPhone.
No hay información pública sobre el coste operativo específico del Figure 02 en BMW. Pero podemos inferir que si completaron un ciclo de carga en 84 segundos (incluyendo 37 segundos para la carga), un humano probablemente haría esa tarea en tiempo similar o más lento, pero solo trabajaría 8 horas vs las 10 que trabajó el robot.
BMW pagó (presumiblemente) cientos de miles de dólares por robots experimentales que hacen un trabajo que un humano haría por 40.000-50.000 dólares al año. La apuesta es que dentro de 2-3 años, ese mismo robot costará 50.000 dólares y trabajará el triple de horas.
Hay quienes pensamos que un brazo robótico actual ya realiza mucho mejor y más rápido la tarea del robot humanoide en este experimento. Y es verdad. Pero al mismo tiempo, también es verdad que introducir en las fábricas muchísimos brazos robóticos obligaría a transformar sustancialmente el entorno, mientras que meter miles de robots humanoides no lo requeriría.
Una de las claves (en teoría) de la tecnología de Figure es la capacidad de enseñarle nuevas tareas, a través de LLMs e información visual, gracias a su sistema Helix. Pero ojo, porque no es oro todo lo que reluce y enseñar nuevas órdenes a un robot no es tan fácil como hacerlo con un empleado humano y puede que haya mucho marketing en esas promesas.
Los arañazos en esos Figure 02 retirados cuentan una historia diferente a la de los renders perfectos y los pitch decks de capital riesgo. Cuentan la historia de máquinas que realmente trabajaron, que fallaron, que aprendieron. Y en Silicon Valley, donde la diferencia entre realidad y ficción se mide en valoraciones de mercado, eso podría valer 39.000 millones de dólares.
O quizás solo valga unos cuantos arañazos.
Ya veremos.


