/*JULIAN: CÓDIGO CLAUDE /*FIN JULIAN ¿Nos está volviendo ChatGPT menos inteligentes? ~ El blog de Julián Estévez

Inteligencia artificial, robótica, historia y algo más.

4/8/25

¿Nos está volviendo ChatGPT menos inteligentes?

En 2008, Nicholas Carr planteó una pregunta que resonó en todo el mundo digital: ¿Google nos está volviendo estúpidos? Su ensayo publicado en The Atlantic exploraba cómo los motores de búsqueda podrían estar reconfigurando nuestros cerebros, haciéndonos más rápidos a la hora de leer por encima, pero peores a la hora de pensar en profundidad. En aquel entonces, parecía algo dramático. Pero ahora, casi dos décadas después, surge una nueva pregunta: ¿ChatGPT está haciendo lo mismo, solo que más rápido, más profundo y con una interfaz más amigable?

Un estudio reciente del MIT parece sugerir que sí. Titulado (según mi traducción libre) «Tu cerebro en ChatGPT: acumulación de deuda cognitiva al utilizar un asistente de IA para tareas de redacción de ensayos», la investigación analizó lo que le sucede a nuestro cerebro cuando utilizamos herramientas como ChatGPT para escribir ensayos. Los titulares que siguieron fueron dramáticos: «ChatGPT está volviendo perezoso a tu cerebro», «La IA está embotando nuestras mentes» y cosas peores. Pero cuando se analiza el estudio más detenidamente, el panorama es mucho más matizado y, sinceramente, mucho menos aterrador.



Un pequeño estudio con grandes afirmaciones

Los investigadores realizaron un experimento con 54 voluntarios, divididos en tres grupos. Uno escribió ensayos por completo por su cuenta. Otro utilizó un motor de búsqueda tradicional. Y el tercero recibió ayuda de ChatGPT.

Se utilizaron monitores EEG (electroencefalograma) para registrar la actividad cerebral mientras trabajaban. ¿Los resultados? Las personas que utilizaron ChatGPT mostraron menos conectividad en sus cerebros durante la tarea de escritura y recordaban menos lo que habían escrito después. Algunos incluso afirmaron sentir menos propiedad sobre su propio texto.

Suena alarmante, ¿verdad? Pero aquí está la cuestión: el estudio es interesante, pero también increíblemente pequeño. Solo 54 personas, divididas en tres grupos, lo que significa que cada grupo tenía menos de 20 participantes. Eso no es suficiente para sacar conclusiones importantes que afecten a toda la sociedad. Especialmente cuando hablamos de algo tan complejo y personal como la escritura. Los antecedentes de las personas, su comodidad con la tecnología, su familiaridad con la escritura e incluso la cantidad de café que tomaron esa mañana podrían influir en los datos. Y aunque los datos del EEG son fascinantes, también son muy difíciles de interpretar sin muestras de gran tamaño y controles rigurosos.

Las afirmaciones extraordinarias requieren pruebas extraordinarias (Carl Sagan). Es una frase que se aplica perfectamente aquí. Sugerir que una herramienta como ChatGPT puede estar embotando nuestras mentes no es una afirmación menor, especialmente cuando millones de personas la utilizan cada día para trabajar, estudiar y crear. Si vamos a afirmar que está remodelando nuestra cognición de forma duradera y posiblemente perjudicial, necesitamos algo más que un estudio puntual con una muestra muy pequeña. Necesitamos una investigación más amplia, un seguimiento a largo plazo y una comprensión mucho más clara de cómo interactúan los diferentes usuarios con la IA.


Las herramientas más inteligentes requieren hábitos más inteligentes.

Vale la pena recordar que la descarga cognitiva no es algo nuevo. Lo hemos estado haciendo desde siempre. Anotar cosas, usar calculadoras, marcar artículos... Regularmente externalizamos partes de nuestra memoria o carga de procesamiento a herramientas. La verdadera pregunta es: ¿cuándo es útil y cuándo es perjudicial?

La pregunta de Nicholas Carr en 2008 no se refería realmente a si Google era «malo». Se refería a cómo estaba cambiando nuestra relación con la información. Y eso es exactamente lo que deberíamos preguntarnos hoy en día sobre la IA. ChatGPT no nos vuelve estúpidos por defecto. Pero puede hacernos pasivos. Puede fomentar los atajos si dejamos que piense por nosotros. No es un problema tecnológico, es un problema de diseño y hábitos.

Como cualquier herramienta, la IA refleja la forma en que la utilizamos. Si tratamos a ChatGPT como un atajo para evitar pensar, entonces sí, nuestro pensamiento podría atrofiarse un poco. Pero si lo tratamos como un compañero de conversación, uno que nos desafía, nos empuja a reformular, repensar y revisar, entonces puede amplificar nuestras capacidades en lugar de embotarlas.

El estudio del MIT es una valiosa señal temprana. Nos dice que algo está cambiando en la forma en que nos relacionamos con la escritura y las ideas. Pero eso no significa que se nos caiga el cielo encima. Solo significa que debemos ser conscientes de cómo utilizamos las herramientas que hemos creado y asegurarnos de que nos ayudan a pensar más profundamente, no solo más rápidamente.

Entonces, ¿ChatGPT nos está volviendo más tontos? Quizás la pregunta más adecuada sea: ¿lo estamos utilizando de forma que nos haga más inteligentes? Esa parte sigue dependiendo de nosotros.

Veremos.




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