Tras unos ciertos ciclos solares y voluntades oscuras de nuestros políticos, nos aproximamos de nuevo a unas nuevas elecciones, en este caso municipales y autonómicas. Sobra sabiduría a los lectores de este blog para adivinar que en estos días no pararán de haber promesas, debates, discusiones, insultos y demás sarta de productos mediáticos, antes de las elecciones. A veces no se sabe si un político dice algo porque realmente lo crea, o porque simplemente, es una descabellada, pero logra marcar el debate público alrededor de esa propuesta.
Hace un par de días, Mónica García, la candidata de Mas Madrid a la Comunidad de Madrid, se pronunció en algo que claramente atrae miradas y titulares: la aplicación de citas Tinder.
Decía Francisco Quevedo que nadie ofrece tanto como el que no va a cumplir. No son pocos los medios de comunicación que han entrado al trapo, y se han reído de la ocurrencia de esta política, tanto medios a derechas como a izquierdas. Y como un servidor es un habitual en charlas sobre amor digital y Tinder, no podía dejar pasar esta oportunidad.
Según la obra en favor del feminismo El fin del amor, de Tamara Tenenbaum:
...es uno de los logros más importantes de la revolución sexual: coger con alguien ya no quiere decir nada, ni bueno ni malo. No suponen un compromiso, ni un lazo, aunque no lo excluye. Una noche de buen sexo puede ser el comienzo de algo
Tinder no funciona como lo hace porque en la aplicación haya gente peligrosa, obscena del sexo, o potencialmente acosadora sexual. No. También hay bellísimas personas. Pero Tinder, o cualquier aplicación que se invente para hacer match, o la magia de cupido, está más influenciado por factores como:
1- desequilibrio de cantidad de hombres y mujeres. Lo ideal es 50%-50%.
2- la posibilidad de deslizar infinitamente
3- el puntuaje automático de las imágenes mediante inteligencia artificial
4- la gamificación que hay cuando surge un match entre dos personas, animando a que se obtengan más matches, y no hablar con más gente.
Esto lo expliqué en una serie de artículos, que es de lo que más ha gustado hasta ahora del blog, humildemente:
1- Apps de citas online (I): el problema matemático
2- Apps de citas online (II): los patrones oscuros
3- Apps de citas online (III): los usuarios como mercado y un poco de teoría de juegos
4- Apps de citas online (IV): puntuación de usuarios y subasta de datos online
¿Podría existir un Tinder en texto plano, sin efectos visuales, premios, corazoncitos... algo tan soso como el teletexto de la TV? En mi opinión, posiblemente pudo haber existido, pero ahora se me antoja muy difícil.
Además, parece que esta política vaya a favor de un tipo de mojigatería, o parece que tienda a sugerir que el sexo solo será consentido en una relación muy estable. Estar en Tinder no implica dar ningún tipo de consentimiento sexual, ni siquiera coincidir en la calle físicamente.
Sin embargo, casi nadie habla de uno de los grandes problemas a los que llevan las apps de citas, y es a la pérdida total de autoestima, depresiones e incluso suicidios. Cifras que probablente nunca sabremos.
Por cierto, recordad la máxima de que Tinder no quiere que encuentres pareja. Tinder quiere que tindees®. Y en estas estamos, que esta omnipresente aplicación está perdiendo usuarios. Parece que los usuarios más jóvenes, los centenials (o como se llamen los de 18 a 24 años, que me pierdo) están yéndose a Bumble y Hinge, que según ellos, ofrece matches y gente más seria, más estabilidad en las citas, y no tanta morralla. Es decir, ya no buscan el aquí te pillo y aquí te mato, sino que quieren una relación menos volátil y duradera. Tan grave es el panorama que se le pinta a la app de corazones, que ha comenzado a emitir anuncios en la tele.
Y eso está haciendo que baje el precio de la acción de la empresa matriz, Match.com. Y este valor de Bolsa es en definitiva, lo que tanto Tinder, como Match, como cualquier otra gran aplicación comercial quieren que suba, no el número de matrimonios que generen sus aplicaciones.
Como vemos, los usuarios que buscan pareja son suficientemente inteligentes para elegir a qué app irse si una no les gusta. Regular cualquier app es un absurdo, ya que hay cientos de alternativas a Tinder, y si ha tenido tanto éxito, es por algo. Si hay cualquier tipo de acoso digital, ya hay vías legales adecuadas para tramitarlas. Así que veremos en qué queda esta promesa o globo sonda electoral.
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