Inteligencia artificial, robótica, historia y algo más.

23/7/20

Las leyes que convienen y el Siglo de Oro de los Países Bajos

Anda, que no habrán corrido ríos de tinta sobre lo malo-malísimos que son los holandeses con los europeos del sur, o lo catetos-catetísimos que son estos últimos que no están a la altura de los países, denominados - bajo esa expresión, ya oficialmente en peligro de extinción, de-  los países frugales.

Quizás me esté metiendo en charcos yo solo, pero ahí va. Este artículo no tiene más motivo que narrar brevemente un momento en la historia donde Holanda no tenía las cosas de cara, como todos creemos ahora. Pero para llegar a ese momento, hay que transportarse antes a la época de sus Vacas Gordas, el Siglo de Oro neerlandés.

Esta edad gloriosa se considera que ocupó aproximadamente todo el siglo XVII, y se basó en el dominio mercantil naval del que gozó este país durante este tiempo. La Compañía Holandesa de las Indias Orientales superó incluso a su todopoderosa homónima, la Compañía Británica. Distintas decisiones políticas, un buen empuje de la saga de banqueros, los Fúcaros (Fugger), y un puñado de guerras y leyes contribuyeron a ello.



Concretamente, el dominio holandés se basó en la ausencia de leyes. Mientras que otros países intervenían en el comercio marítimo para vender mucho y comprar poco, los holandeses flexibilizaron totalmente esas normas, y eso generó prosperidad y riqueza en muchas ciudades, y la atracción de talento extranjero. Provocó un liderazgo de su industria textil, y esta es la época de la fundación de algunas famosas universidades locales, como la de Groningen y Utrecht.

Sin embargo, nada dura eternamente, y si por algo se caracterizaba aquella edad Moderna era por las continuas guerras en el Viejo Continente. Y la Guerra de los 30 Años terminó debilitando mucho a Holanda, y sobre todo, el desarrollo de Francia e Inglaterra como potencias económicas.

Estos dos últimos países, además de otras decisiones estratégicas, se valieron del robo de talento y contratación de artesanos de los Países Bajos. En estas misiones especiales, estaban embarcados hasta los propios reyes y las más altas instituciones de los países, tal y como se cuenta en la obra Retirar la escalera, de Ha-Joon Chang.

Tal era la fuga de cerebros, que los Países Bajos promulgaron en 1751 una ley para prohibir la exportación de maquinaria y la emigración de personal cualificado (qué utopía, un país protegiendo a sus científicos). Pero no le valió de nada, y Holanda nunca volvió a recuperar ese absoluto esplendor del que gozó antaño.

En el blog os conté hace tiempo otra breve historia sobre cómo Holanda volvió a emplear leyes de propiedad intelectual para robar ciertas ideas tecnológicas, como la margarina.

En resumen, esta breve historia simplemente pretende representar que las leyes y decisiones estratégicas que defienden los países dependen del momento en que se encuentran. Y si algo ha demostrado la historia, es que los estados han tenido sus altibajos, y que siempre han mirado por ellos mismos, como es lógico. Y dedico esta entrada a un emigrante por esas latitudes, Pablo Rodríguez, con quien a menudo he discutido estos aspectos informalmente, y espero que sea por muchos años más.


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13/7/20

Resultados electorales, chocolate y relaciones espúreas

Ayer, Covid mediante, se celebraron unas atípicas y veraniegas elecciones autonómicas en Euskadi y Galicia. Hasta hace un tiempo, un servidor era un firme convencido de que se podía predecir totalmente el comportamiento de la población si supiéramos la mayor información posible sobre ellos y el contexto. Además, la recogida permanente de estos datos existe ya entre nosotros, sobre todo a través de Internet y los teléfonos móviles. Qué escribimos, adónde vamos, a quién escribimos, con qué frecuencia, hábitos horarios, etc.

Es decir, mi convicción era que el ser humano se parecía más a un robot, y que las ganas de alguien de querer tomar un café estaban activadas por una serie de reacciones fisiológicas, que hubiéramos podido correlacionar mediante la precisa e intensiva recogida de sus datos a través de móvil (latidos de corazón, frecuencia de pasos, temperatura ambiente, hora del día, calorías ingeridas en la comida...).

O que una persona, votaría a un partido u otro en función de cuántas horas hubiera estado consultando webs de noticias. O más prosaicamente, podríamos incluso simplificar el modelo: quizás las malvadas tecnológicas hubieran encontrado que existe una relación entre el número de veces que se escriben en Whatsapp entre los usuarios de una región en campaña electoral, el término chocolate, y el resultado electoral del Partido Popular.

Fuente


Quizás los lectores se piensen que estaba totalmente loco... y probablemente tengan razón. ¿Y si hubiéramos encontrado alguna variable absurda que se correlacionase totalmente los resultados electorales de un partido político? ¿Y si entonces, alguien fuese capaz de alterar esa variable absurda? ¿No era eso de lo que se ocupaban los famosos hackers rusos? Si analizamos todos los datos de las elecciones pasadas, quizás descubriríamos que el número de coches que transitan por la carretera Nacional-1 entre las 14.37 y las 16.01 del sexto día de campaña, siempre es proporcional al número de votos que obtiene la izquierda.

Bueno, pues ahora tengo noticias: tengo que dejar claro que ahora soy un total contrario a estos pensamientos sobre la manipulación a la sociedad. Existen varios argumentos para ello:

- En primer lugar, existe evidencia científica de que manipular a la población con diferentes estímulos, como campañas perversas en redes sociales, tiene más bien poco efecto.

- Por otro lado, la predicción de que la población va a realizar una u otra acción está normalmente muy limitada. Abarcar la altísima complejidad y no-linealidad del comportamiento humano es casi imposible.

- Desde hace años, la recogida de datos albergó la promesa de superar el límite del conocimiento humano. Conocernos a través de nuestros datos, y a partir de ahí, entendernos y elaborar teorías. Sin embargo, la realidad es que en este tipo de estudios incidimos continuamente en sesgos, y me explico. Si alguien trata de buscar una correlación entre los resultados electorales de ayer y una variable ocurrida en campaña electoral, la va a encontrar. Siempre hay gráficas que se parecen unas a otras, siempre. Pero de nuevo, correlación no implica causalidad, y tenemos muchos ejemplos de curvas que se solapan, pero nada tienen que ver.


Habría que revisitar las palabras del poeta T. S. Eliot, que escribió: “¿Dónde está la sabiduría que hemos perdido con el conocimiento? ¿Dónde está el conocimiento que hemos perdido con la información?”.

Recolectar más datos no garantiza que sean precisos, ni que estén actualizados y sean relevantes para cumplir nuestros objetivos.



Referencias

Kalla, J. L., & Broockman, D. E. (2018). The minimal persuasive effects of campaign contact in general elections: Evidence from 49 field experiments. American Political Science Review, 112(1), 148-166.

Calude, C. S., & Longo, G. (2017). The deluge of spurious correlations in big data. Foundations of science, 22(3), 595-612.

Sema K. Sgaier, Vincent Huang & Grace Charles. The case for causal AI. Stanford Innovation Review. Summer 2020.
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8/7/20

Tirar los folios por las escaleras para calificar los exámenes, es una mala idea

En esta época de fin de curso, tanto los profesores como los alumnos estamos agotados - y más tras este curso confinado, online, y otros adjetivos no muy agradables. Por eso, siempre sobrevuela la broma y mito popular de que los profesores corregimos 'a huevo', sin leer bien los ejercicios de cada alumno. Yo he escuchado diferentes estrategias para ahorrar tiempo y esfuerzo al corregir:

- Tirar los exámenes por la escalera, y asignar las notas según el escalón en el que se paren los papeles

- Tirar los exámenes al aire, y los que caigan boca abajo están suspendidos, y el resto, aprobados.

- Tirar un dado. Aunque quizás nuestro examen no se pueda evaluar sobre 6. Esto requiere el esfuerzo de tener un dado especial, quizás de 10 caras.


Sin embargo, este tipo de estrategias es un evento aleatorio, y si hiciéramos muchos lanzamientos de dados, al final tendríamos una curva normal, o gaussiana, como queráis. Es decir, algo así:



Las implicaciones de esto es que estamos suponiendo que las notas de una clase son siempre alrededor de un valor medio, μ, y que además hay la misma cantidad de estudiantes a un lado y otro de esa media. ¿Podría ser μ el equivalente a 5?

La realidad es que esta distribución de curva no es representativa de los resultados académicos de un examen, tal y como se explica en ciertas publicaciones:

Grades are not Normal: Improving Exam Score Models Using the Logit-Normal Distribution


Hay cierta bibliografía y sobre todo, muchas preguntas en foros especializados sobre si la distribución de notas de una clase debería seguir una distribución normal o no. Por ejemplo:






¿Deberían las notas de un examen seguir una distribución en forma de campana? La respuesta corta es que no. Tampoco hay una respuesta concisa sobre cómo debería ser. Pero todo apunta a que es más normal tener formas de distribución bimodales o ligeramente exponenciales.


¿Qué puede significar esto? No he hecho la representación de la curva de mis alumnos, pero la distribución bimodal tiene sentido. Hay muchos profesores que evitan notas entre 4,5 y 4,9). Tienden a aprobar o a poner notas que dejen menos dudas sobre la cercanía del aprobado. Aparentemente, según la curva bimodal, hay un grupo de alumnos que claramente suspende y otro grupo de alumnos, que claramente aprueba. Algo que según mi experiencia, así ocurre.

Obviamente, el tipo de curva dependerá del tamaño de clase, de la madurez que tengan (no es lo mismo primer que cuarto curso), entre otros factores. Tener una muestra de alumnos enorme no es garantía de que la distribución de notas vaya a ser Gaussiana, ya que durante unos años el Ministerio de Educación de Polonia recopiló las notas sobre exámenes que realizaban del orden de 300.000 personas, y tal y como se puede observar, tampoco son distribuciones normales.


Por último, es gracioso cuanto menos, el vídeo de un profesor norteamericano que demuestra a su clase que ha habido muchos alumnos que han copiado en el examen, según la distribución de las notas.

En todo caso, y como resumen, el famoso sistema de tirar los papeles al aire, no parece la forma más realista de obtener unos resultados que se parezcan a la realidad.

Y para aquellos alumnos que hayan suspendido este curso, un mensaje:


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