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31/1/18

En Naukas: cómo Isaac Newton se arruinó con una burbuja financiera

Aquí os dejo mi última entrada en la plataforma Naukas. Una mezcla de historia y ciencia. ¡Que la disfrutéis!




"Puedo calcular el movimiento de las estrellas, pero no la locura de los hombres". Esta frase se le atribuye a Sir Isaac Newton en un contexto al que no estamos acostumbrados a situar al genio. Aunque no haya dejado evidencia por escrito de esta frase para la historia, dicen que el científico la pronunció tras perder su fortuna en la burbuja de la Compañía de los Mares del Sur, una manía de especulación que arruinó a muchos inversores británicos en 1720, y una de los factores históricos para que la Primera Revolución Industrial ocurriera tal y como hoy la conocemos. Aunque muchos no la conozcan hoy en día, esta compañía ha sido una de las más grandes de la historia, capaz de ridiculizar a los gigantes tecnológicos de hoy en día. 

La Compañía de los Mares del Sur, South Sea Company, nació en 1711, y fue una empresa estatal que creó el gobierno británico bajo la suposición de que la Guerra de Sucesión española, que estaba por finalizar, terminaría con un tratado que permitiría intercambios comerciales con las colonias españolas en el Nuevo Mundo. Las acciones de la firma, con un interés garantizado del 6%, se vendieron muy bien, gracias a la promesa de las inmensas riquezas que albergaba Sudamérica.

Sin embargo, aunque España no salió nada bien parada de esta Guerra, Felipe V nunca tuvo intención de admitir a los ingleses en sus puertos americanos y el Tratado de Utrecht de 1713 fue menos favorable de lo esperado: otorgó a Reino Unido el derecho a ser el único proveedor de esclavos de las colonias de España en América del Sur durante 30 años, pero también imponía una tasa anual sobre estos esclavos importados, y solo le permitía a la empresa enviar un barco al año para comerciar con tres países: México, Chile y Perú. 

Pero como lo que se lleva en las burbujas no son los hechos, sino las especulaciones, las acciones de la empresa y su popularidad no bajaron. Tanto fue así que cuando falleció la reina británica Ana, que tenía el 22,5% de acciones de la compañía, su sucesor, Jorge I, heredó sus acciones y compró más. Y su hijo se convirtió en inversor y gobernador de la compañía. Y con esta fama y respaldo, invirtió en la compañía gran parte de la aristocracia, los políticos, los comerciantes, y hasta sus sirvientes. Hasta Isaac Newton.

Corrían rumores y especulaciones de que la compañía y sus accionistas se harían de oro. Lo cierto es que el Gobierno Británico de la época lo que necesitaba era financiarse, que por algo las guerras cuestan lo que cuestan, y el tipo de interés estaba por las nubes, lo que no facilitaba las cosas. 
 
Esta es la evolución de las acciones de la Compañía y cómo invirtió Newton en ese período:


Tal y como se ve, la Compañía de los Mares del Sur es un gran ejemplo de burbuja especulativa en la historia. Dicen que el ser humano es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra, y hemos podido ver fenómenos especulativos muy similares en nuestros días. Por ejemplo, en 2015, con la bolsa China:



Pero volviendo a la compañía británica, hubo otras celebridades que tuvieron mucho más acierto que Isaac Newton. Entre ellos, el gran compositor anglo-alemán George Handel, quien invirtió en las acciones originales en 1716, pero vendió a tiempo y luego volvió a invertir, en 1723, sólo 3 años después del colapso. En términos actuales, invirtió 24.000€ y a fecha de su fallecimiento, acumulaba casi 2.300.000€.

Sin embargo, tras la quiebra de la compañía, el Banco de Inglaterra había tomado las riendas de la empresa para reflotarla, y sus actividades estaban mucho más supervisadas. ¿No os suena todo esto?
A pesar de que económicamente este acontecimiento fue un completo desastre financiero, sus consecuencias han sido muy importantes hasta nuestros días. Merced a una buena inversión en esta empresa, al comercio de esclavos y a la gran actividad comercial de la época, muchas personas se hicieron muy ricas, y una de ellas fue la que invirtió en 1769-70 en la patente de James Watt que mejoraba el motor de vapor hasta entonces.




Fuentes: 1, 2, 3



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