Inteligencia artificial, robótica, historia y algo más.

12/4/17

El valle inquietante de la robótica

Cada vez que visito algún centro comercial, veo más expositores de pequeños robots. Son pequeños drones, o robots sociales que imitan a alguna mascota, o algún pequeño dispositivo para aprender a programar. No tengo claro si estarán teniendo mucho éxito o no. La mayoría de estos productos están dirigidos al público infantil, y son un sector particularmente exigente.

Veamos un ejemplo que está teniendo mucho éxito. Se trata de Cozmo:



Este robot en funcionamiento se puede ver en este vídeo. A mí me parece algo alucinante por el tipo de tecnología que tiene, lo bien logrado que está y el precio asequible al que se puede conseguir.  Aquí tenéis más juguetes tecnológicos "con carita graciosa".

De cara a la futura e inevitable masificación de robots en nuestras vidas hay que tener muy en cuenta estos aspectos. Los robots tienen que parecer que son amables con nostros. Por ejemplo, es muy importante para un robot de asistencia geriátrico que muestre empatía. De lo contrario, el paciente muy probablemente lo rechazará. En palabras de la psicóloga cognitiva Helena Matute, las máquinas están domesticando a los humanos.

Aunque no seamos muy conscientes, la caracterización de la vida artificial se ha empleado desde hace mucho tiempo buscando distintos efectos. Es decir, a ninguno de nosotros nos daban miedo los célebres guiñoles de Canal+, pero sí que nos daba miedo los muñecos diabólicos de las películas. A la delgada línea que divide la buena y confiada relación entre máquinas y humanos, y la repulsa por miedo se le denomina uncanny valley, o valle inquietante. La idea fue por primera vez impulsada por el investigador japonés Masahiro Mori en 1970, y su tesis se basa en la anti-intuitiva relación de qué consideran los humanos más semejante a ellos. Se puede resumir en el siguiente gráfico:



En mi opinión, una de las características más importantes para la interacción humano-máquina no sea la estética, sino la velocidad de movimientos, la cual será distinta según el contexto. No sería lo mismo el efecto de un robot infantil, como Wall-E, o en un robot geriátrico o industrial. Y será imprescindible tener en cuenta estos factores para que las distintas soluciones tecnológicas entre nosotros se integren correctamente en distintos ámbitos: juguetes, educación, geriatría, sanidad, servicios, etc.

Otro de los robots sociales más exitosos desde hace un tiempo es NAO.



Todavía se está estudiando el por qué del valle inquietante, y los últimos estudios apuntan a la descoordinación entre el comportamiento del robot y su apariencia.




Mas información en los siguientes enlaces: 1, 2, 3 y 4
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