/*JULIAN: CÓDIGO CLAUDE /*FIN JULIAN noviembre 2025 ~ El blog de Julián Estévez

Inteligencia artificial, robótica, historia y algo más.

17/11/25

El Drone de Reparto: De la Promesa de Amazon a la Cruda Realidad de los Balances

Dicen que el futuro de la logística es silencioso, sobrevuela el tráfico y llega a tu puerta en media hora. La visión de Amazon Prime Air, Walmart o Wingcopter prometiendo la entrega de última milla con drones (ese paquete de cinco libras o menos que te saca de un apuro) es, sin duda, seductora. Es la quintaesencia de la eficiencia: evitar el colapso urbano, reducir las emisiones en un 80-85% por paquete respecto a un vehículo de combustión, e ignorar los atascos.

En el corazón de esta transformación se encuentran gigantes del comercio minorista y la logística, como Amazon y Walmart, que han invertido considerablemente en la materialización de esta utopía aérea. El proyecto más emblemático, Amazon Prime Air, fue concebido no solo como una mejora logística, sino como un intento radical de redefinir el comercio electrónico, ofreciendo un servicio de entrega instantánea inigualable. Jeff Bezos postuló, ya en 2013, que ver drones de Amazon sería tan común como ver camiones de correos en la carretera.

Pero si el modelo es tan brillante, ¿por qué no estamos ya enterrados bajo un manto de drones zumbadores? La respuesta no está en la tecnología, sino en la regulación y, más crudamente, en la economía de la unidad operativa. 

Para diseccionar esta brecha entre la promesa y la rentabilidad, no se me ha ocurrido nada mejor que analizar el modelo de negocio y resultados financieros de una empresa cotizada en Bolsa (en este caso, canadiense) que está luchando en esta arena: Volatus Aerospace Inc. (TSXV: FLT). Sus estados financieros y su estrategia revelan los desafíos que gigantes como Amazon o DHL deben superar para que sus proyectos de reparto sean algo más que costosos ejercicios de marketing. Es importante conocer que Volatus Aerospace es el resultado de la fusión que culminó en 2024, entre dos empresas del sector: Drone Delivery Canada (DDC) y Volatus Aerospace, de cuyo resultado nació Volatus Aerospace Inc.

Este post será un poco más largo que los habituales, pero pretendo demostrar en qué punto de este escenario tecnológico de ciencia ficción estamos, y más allá de los grandes titulares, cómo se puede hacer una empresa de reparto de mercancías con drones, alcance la tan deseada rentabilidad. Y sobre todo, ¿cómo se justifica este comportamiento en Bolsa de la acción de Volatus, capaz de estremecer a los inversores más calmados?



El cuello de botella regulatorio: la clave del negocio


El obstáculo principal de la logística con drones es el requisito de la Línea Visual (VLOS). Durante años, la normativa exigía que un operador mantuviera el control visual directo de su aeronave. Esto limita las misiones a distancias cortas y obliga a tener un operador por dron (o, con suerte, por un puñado de drones en una zona pequeña), disparando el coste operativo.

La verdadera viabilidad económica y la escalabilidad del negocio residen en el BVLOS (Beyond Visual Line of Sight).

Volatus Aerospace ha logrado convertir esta dificultad en su principal ventaja competitiva. Han obtenido un Certificado de Operaciones de Vuelo Especial (SFOC) de Transport Canada que autoriza operaciones BVLOS escalables a nivel nacional.

Su secreto está en la tecnología de Detección y Evitación (DAA). Volatus utiliza una integración de tres componentes:
1.    Radar MatrixSpace: Un sistema ligero que detecta aeronaves pequeñas y no cooperativas (otros drones).
2.    Kongsberg IRIS Terminal: Una plataforma de software para la conciencia del espacio aéreo.
3.    Operations Control Center (OCC): Un centro neurálgico para la gestión remota.

Al certificar un sistema DAA robusto, Volatus ha convencido al regulador de que la seguridad ya no depende del ojo humano, sino de la tecnología, permitiendo a la empresa reducir drásticamente la proporción de personal por dron. Esto es lo que se traduce en rentabilidad.

Tal y como mencionaba antes, Volatus se fusionó con Drone Delivery Canada (DDC) para consolidar el mercado canadiense. DDC se centraba en la logística y entrega de mercancías autónoma, especialmente en el suministro a comunidades y áreas remotas del norte de Canadá. La lógica de esta consolidación es simple: en un sector donde la regulación es la barrera más alta, la unión de permisos regulatorios y la eficiencia del capital son las estrategias de supervivencia.

La principal debilidad de DDC y de la industria en general era el complejo y lento marco regulatorio que impide una rápida escalabilidad, junto con los altos costos iniciales. Sus gastos operativos superan los ingresos, resultando en pérdidas netas continuas.

Al unirse a Volatus, DDC pudo combinar su tecnología propietaria (software FLYTE, drones como el Sparrow) y su enfoque en nichos rentables (suministros médicos y carga de alto valor/urgente en comunidades remotas) con la ventaja regulatoria BVLOS y la infraestructura OCC certificada de Volatus. La fusión consolida un liderazgo regulatorio y tecnológico en el nicho geográfico canadiense. De hecho, Volatus es especialista en la entrega de paquetería en zonas de difícil acceso y poblaciones mal comunicadas, precisamente, el nicho que más sentido cobra en este negocio.


Lección para los Gigantes (Amazon, UPS): El moat de la logística aérea no es el dron más rápido, sino la certificación regulatoria y la infraestructura tecnológica DAA que permite la automatización total.2 Aunque la FAA ha aumentado las exenciones BVLOS (190 a octubre de 2024, frente a solo 6 en 2020) 5, el camino hacia una operación verdaderamente escalable y sin observadores visuales fuera de sitios de prueba designados sigue siendo lento y complejo.



El negocio real: cuando los sueños se estrellan contra el excel


Un error común es asumir que la rentabilidad vendrá solo del reparto de paquetes de última milla. Los documentos de Volatus revelan una estrategia de negocio diversificada, diseñada para generar flujo de caja mientras se construye la infraestructura BVLOS de alto valor.

Volatus Aerospace no es Amazon. Es una empresa canadiense-americana que opera en tres frentes: vende drones de otros fabricantes, ofrece servicios aéreos (inspecciones, vigilancia, transporte) y forma pilotos. En el segundo trimestre de 2025 facturaron 10,6 millones de dólares canadienses. Para ponerlo en perspectiva: Amazon gasta más que eso en café corporativo cada semana.

Pero precisamente por ser pequeña, Volatus nos muestra la anatomía económica del sector sin el maquillaje de las grandes corporaciones. Y los números son brutales.

El margen bruto del 32% que consiguieron en Q2 2025 esconde dos realidades muy distintas. Los servicios aéreos (vuelos de inspección, transporte de carga) generan márgenes entre el 40% y el 50%. Respetable. Rentable, incluso. Pero la venta de equipos (drones físicos) apenas roza el 20-25%, típico de cualquier negocio de distribución.

Y aquí viene lo interesante: en el trimestre analizado, el 48% de sus ingresos vino de vender cacharros, no de volar. ¿Por qué? Porque las guerras —concretamente, la demanda de la OTAN por drones militares tras la invasión rusa de Ucrania— han disparado las ventas de hardware. Volatus vendió un 114% más de equipos que el año anterior. Pero ese boom defensivo no dice nada sobre la viabilidad del reparto comercial.


El agujero negro operativo


Aquí está el problema estructural que Amazon no cuenta en sus keynotes: Volatus perdió casi 4 millones de dólares en el trimestre. Y no es una startup quemando capital para crecer: llevan operando desde 1987 (originalmente como empresa de aviación tripulada). Han volado 75.000 horas. Tienen certificaciones regulatorias que Amazon pagaría millones por conseguir. Y aun así, pierden dinero.

Desglosemos sus gastos operativos trimestrales:

Personal: 2,2 millones
Costes de oficina: 714.000
Marketing y publicidad: 428.000
Partners externos: 473.000
Depreciación: 1,4 millones

Sumemos: 5,6 millones en costes operativos contra 3,4 millones de beneficio bruto. Pérdida operativa: 2,2 millones. ¿Se entiende ahora la gráfica de la cotización de Bolsa?


Pero lo fascinante está en la nota a pie en los documentos financieros de la compañía: "certain costs increased due to termination expenses, legal fees". Traducción: están despidiendo gente y peleando en tribunales mientras intentan ser rentables. Y también es revelador un dato en la página 13 de estos documentos financieros: comparando con el mismo periodo de 2024 (sumando las dos empresas que se fusionaron para crear Volatus), redujeron gastos operativos en 2,7 millones. Es decir, están adelgazando brutalmente la estructura para no desangrarse.

Veamos los costes estructurales que Volatus nos revela:

Gasto operativo: Gastaron 411.000 dólares en seis meses solo en equipamiento. Cada dron cuesta entre 50.000 y 300.000 dólares según capacidad. Se deprecian en 3-5 años. Se estrellan. Requieren mantenimiento constante.

Operaciones remotas: Volatus presume de su Operations Control Center (OCC) en Toronto, que supervisa vuelos BVLOS remotamente. Suena eficiente hasta que piensas que necesitas operadores humanos certificados monitorizando pantallas. A diferencia de un algoritmo que escala gratis, cada operador cuesta 60.000-100.000 dólares anuales y puede supervisar quizá 10-20 drones simultáneos en el mejor escenario.

Infraestructura: Volatus tiene dos productos patentados: DroneSpot™ (zonas de aterrizaje) y Aeriport (estaciones de carga automática). Cada ubicación requiere inversión física, permisos, electricidad, conectividad. Esto no escala como abrir una cuenta de AWS.

Regulatorio: Las 75.000 horas de vuelo de Volatus les han costado años de trámites, SFOCs (Special Flight Operating Certificates) negociados caso por caso, relaciones con Transport Canada. En EE.UU., la FAA es mucho más restrictiva. Amazon lleva años en "pruebas piloto" porque cada nueva ruta requiere aprobación individual.

Y aquí viene una interesante paradoja: Volatus está cerca de ser rentable precisamente porque NO hace lo que Amazon promete.

Su EBITDA ajustado mejoró un 85% interanual: de perder 1,85 millones a perder solo 276.000 dólares en el trimestre. ¿Cómo? No con reparto urbano masivo, sino con:

- Inspecciones industriales de alto valor: Oleoductos, líneas eléctricas, parques solares. Facturaron la inspección de 760.000 paneles solares en Norteamérica. Una empresa de energía paga 200.000-500.000 dólares por un contrato de inspección que con helicópteros tripulados costaría el doble o triple.
- Ventas B2B de equipos: El 48% de sus ingresos viene de vender drones a gobiernos y empresas. Son un distribuidor especializado, no un operador puro. Amazon nunca hará esto.
- Formación: Han entrenado 114.000 pilotos desde su inicio. Es negocio de margen alto y recurrente. ¿Amazon va a montar academias de pilotos?
- Servicios de defensa: La guerra de Ucrania les disparó la demanda. Drones de vigilancia para militares. Esto es geopolítica, no logística.

¿Qué tienen en común estos negocios? Densidad de valor sobre volumen. Un contrato de inspección de 300.000 dólares con 50 vuelos es viable. Cincuenta entregas de 15 dólares cada una (750 dólares) con la misma infraestructura, no.

Ahora viene la parte que explica por qué Amazon sigue jugando a esto sin resultados. Volatus ha levantado capital desesperadamente:

Mayo 2025: 3 millones
Junio 2025: 5 millones
Julio 2025 (post-trimestre): 10 millones
Agosto 2025: 4,8 millones adicionales

Total: 22,8 millones en tres meses. ¿Para qué? Para no quedarse sin liquidez mientras buscan la rentabilidad.

Miren su estructura de capital: tienen 85,4 millones de warrants (opciones de compra) con precio de ejercicio entre 0,20 y 0,30 dólares. La acción cotiza alrededor de 0,50 dólares. Están diluyendo brutalmente a los accionistas para sobrevivir. Es decir, cada vez emiten más acciones al mercado, y eso hace que las que ya están en él pierdan valor. Están inundando de acciones, y eso no gusta nada a los accionistas (¿se sigue entendiendo ahora la gráfica de la cotización?). Su deuda a largo plazo asciende a 19,7 millones, con préstamos al 12,5-15,5% de interés de inversores privados y el gobierno de Quebec.

Compare esto con Amazon. Bezos puede quemar 500 millones anuales en Prime Air sin pestañear porque Amazon Web Services genera 90.000 millones al año. Prime Air es marketing, es señalización al mercado. No necesita ser rentable nunca.

Pero Volatus, como cualquier empresa normal, tiene que dar beneficios o morir. Y precisamente eso hace su caso tan ilustrativo: están haciendo lo máximo posible con la tecnología actual, las regulaciones reales y las economías de escala alcanzables. Y aun así, apenas sobreviven.



Lecciones de un Sector que Nunca Despegó


La historia de los drones de reparto comercial es una fábula moderna sobre la diferencia entre el bombo tecnológico y la viabilidad económica. No es que la tecnología no funcione: funciona, como Volatus demuestra con sus 75.000 horas de vuelo. Es que los números no funcionan.

El sector del dron comercial será real. Pero será en:

Inspecciones industriales (ya es rentable)
Respuesta a emergencias (valor infinito del tiempo)
Logística rural extrema (donde no hay alternativas)
Aplicaciones militares (presupuestos ilimitados)
Monitorización agrícola (Volatus acaba de firmar contratos nacionales en esto)

No será en entregarle a usted unas pilas en 30 minutos porque se le olvidó comprarlas.

Volatus Aerospace, con sus pérdidas trimestrales y sus rondas de financiación desesperadas, es más honesta que cualquier presentación de Walmart o Amazon. Sus estados financieros son la radiografía de una industria que prometió el futuro y entregó nicho.

La próxima vez que vean un anuncio de drones de reparto, acuérdense de los 276.000 dólares que Volatus sigue perdiendo cada trimestre haciendo exactamente eso, pero con clientes reales, reguladores reales y física real.

El futuro del transporte de carga con drones es prometedor, pero es un juego de alto riesgo y de gran capital. La lección de Volatus es clara: el negocio despegará primero en los mercados verticales de alta demanda (inspección y defensa), y solo después, de forma silenciosa y eficiente, se expandirá a tu buzón. La rentabilidad no es un sprint de marketing, sino una maratón de certificación BVLOS y ejecución de contratos.

El futuro llegó. Solo que no era rentable.


Ya veremos.



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3/11/25

La Gran Congelación: cuando las máquinas no roban empleos, simplemente dejan de crearlos

En junio de 2025, Jerome Powell todavía era cauteloso. Ante el Comité Bancario del Senado, el presidente de la Reserva Federal admitía que los efectos de la inteligencia artificial en la economía "probablemente no son grandes en este momento", aunque advertía de su potencial para generar "cambios dramáticos" cuyo momento y magnitud eran "tremendamente inciertos". Era la prudencia característica de un banquero central: reconocer el fenómeno sin alarmarse.

Cuatro meses después, en octubre, esa cautela había desaparecido.

"La creación de empleo está bastante cerca de cero", declaró Powell el 30 de octubre tras la reunión del Comité Federal de Mercado Abierto. Ya no hablaba de potenciales futuros. Hablaba de un presente que se puede medir: "Una cantidad significativa de empresas ha anunciado despidos o congelación de contrataciones, y gran parte del tiempo están hablando de IA y lo que puede hacer".

Algo había cambiado en esos cuatro meses. Y ese algo tenía datos concretos detrás.



Los canarios en la mina


Durante meses, economistas y analistas se frustraban con la misma limitación: las bases de datos públicas que rastrean el mercado laboral no estaban diseñadas para detectar disrupciones específicas en tiempo real. No había forma de saber con confianza qué estaba pasándoles a los desarrolladores de software de entre 22 y 25 años en mayo de 2025. Los datos agregados mostraban estabilidad general, pero nadie podía ver a los canarios en la mina.

Hasta que un equipo de Stanford se asoció con ADP, la mayor empresa de software de nóminas de Estados Unidos, con datos de millones de trabajadores. Y lo que encontraron debería quitarnos el sueño.

El empleo de desarrolladores de software de 22 a 25 años ha caído casi un 20% desde su pico a finales de 2022 —justo cuando se lanzó ChatGPT— hasta julio de 2025. Para los de 26 a 30 años, también hay descenso, aunque menor. Para los mayores de 30, prácticamente ningún cambio. La gráfica es brutal en su claridad: una línea descendente perfecta que comienza exactamente cuando ChatGPT sale al mundo (el paper está bien explicado por uno de sus autores en este hilo de X).



Y no son solo los programadores. Los representantes de atención al cliente, otro trabajo altamente expuesto a la IA, muestran el mismo patrón exacto: caída dramática en los jóvenes, estabilidad en los veteranos. Pero cuando miras trabajos que la IA no puede hacer (auxiliares de enfermería, cuidadores) ves lo contrario: crecimiento robusto precisamente entre los más jóvenes.



El patrón es tan claro que resulta inquietante. Para trabajadores de 22 a 25 años, el empleo está creciendo en los trabajos menos expuestos a la IA y cayendo en los más expuestos. Para trabajadores de 41 a 49 años, no hay diferencia. La IA no está destruyendo empleos de forma indiscriminada. Está cerrando la puerta de entrada.




Automatización versus aumentación


El estudio de Stanford hace otra distinción crucial. No todos los usos de la IA son iguales. Cuando un trabajador usa ChatGPT para escribir un email más rápido, eso es aumentación: la IA amplifica sus capacidades. Pero cuando una empresa rediseña todo un proceso para que funcione sin humanos, eso es automatización.

Usando datos del Índice Económico de Anthropic, que clasifica conversaciones de Claude según si sirven para automatizar o aumentar, los investigadores encontraron algo revelador: en trabajos donde la IA se usa principalmente para automatizar (programación, contabilidad), el empleo juvenil ha colapsado. En trabajos donde se usa para aumentar (gestión, reparaciones), el empleo juvenil crece con normalidad.

Los trabajadores individuales usan la IA para trabajar mejor. Las empresas la usan para trabajar sin ellos.


¿Y los salarios?


Aquí viene lo extraño: a pesar de la caída del 20% en empleo juvenil en sectores expuestos a IA, los salarios no se han movido significativamente. ¿Por qué? Los investigadores tienen hipótesis pero no respuestas definitivas. Quizá el empleo se ajusta más rápido que los salarios. Quizá la IA está cambiando los requisitos de expertise de formas que no se reflejan en el salario promedio. O quizá - y esto es lo más inquietante - estamos en un período de transición donde las empresas simplemente han dejado de contratar juniors mientras experimentan con IA, sin despedir todavía a los seniors. ¿Es la gerontocracia de los puestos laborales?


El panorama completo


Noviembre de 2022. ChatGPT se convierte en la aplicación de más rápido crecimiento de la historia. Casi tres años después, los números macro cuentan una historia extraña. Las ofertas de empleo en Estados Unidos cayeron un 33%, mientras el S&P 500 se disparó un 75%. Es una divergencia sin precedentes: durante décadas, cuando las empresas ganaban dinero, contrataban. Esa lógica acaba de romperse.



Amazon hace 6 días despidió a 14.000 mandos intermedios mientras invertía miles de millones en IA. Según Challenger, Gray & Christmas, las empresas estadounidenses han anunciado casi 946.000 despidos en 2025, la cifra más alta desde 2020. Más de 17.000 están explícitamente vinculados a la IA.

Algunos autores como Derek Thompson, señala acertadamente que no todo es culpa de la IA. Las ofertas de empleo empezaron a caer cuando la Fed subió tipos de interés en marzo de 2022. Los aranceles han golpeado sectores como manufactura y construcción. Pero hay algo que Thompson reconoce: las empresas están diciendo abiertamente que la IA les permite hacer más sin contratar. Marc Benioff, CEO de Salesforce, afirmó que entre el 30% y el 50% del trabajo en su empresa ya lo hace la IA.

La Reserva Federal confirma estos patrones con sus propios datos: cuando cruzan exposición teórica a la IA con tasas de desempleo reales encuentran una correlación de 0,47; cuando miden adopción efectiva de IA frente a incremento del desempleo, la correlación sube a 0,57. Las ocupaciones en informática y matemáticas, precisamente las que más han adoptado herramientas de IA generativa, muestran los mayores incrementos en desempleo.


La pregunta incómoda


Los investigadores de Stanford son cautelosos. No afirman que la IA explique todos los patrones. Probaron explicaciones alternativas: ¿sobrecontratación tech durante la pandemia? Los resultados se mantienen excluyendo el sector tech. ¿Vuelta a la oficina post-COVID? Los patrones aparecen en trabajos que nunca fueron remotos. ¿Peor preparación educativa post-pandemia? El efecto es igual de fuerte en ocupaciones sin título universitario.

Pero aquí viene lo más perturbador del estudio: en trabajos que no requieren educación universitaria, el efecto negativo de la IA se extiende hasta los 40 años. Para trabajadores menos educados, la experiencia no protege tanto. Sugiere algo inquietante: la IA es excepcionalmente buena aprendiendo el tipo de conocimiento que viene de libros o educación formal, pero no tanto el conocimiento tácito que viene de años de experiencia. Y si tu trabajo no requiere mucha experiencia acumulada, la IA te alcanza antes.

Lo que Powell describe, y los datos de Stanford confirman, es una economía en forma de K: arriba, las empresas tecnológicas y los trabajadores seniors; abajo, los jóvenes graduados que descubren que la escalera de ascenso social simplemente ya no está ahí. Los recién graduados universitarios en Estados Unidos tienen una tasa de desempleo superior al 5%, y muchos están optando por volver a la universidad como "tiempo muerto estratégico". "Los consumidores en los segmentos más bajos están teniendo dificultades", dijo Powell en septiembre.

Quizá lo más escalofriante no sean las cifras actuales, sino la normalidad que se perfila: corporaciones más eficientes y rentables mientras la puerta de entrada al mercado laboral se cierra para una generación entera.

En junio, Powell admitía incertidumbre. En octubre, constata una realidad. Ese cambio de tono en cuatro meses, respaldado por datos de millones de nóminas, debería preocuparnos.

Porque el verdadero horror no es que las máquinas nos roben el trabajo. Es que nos dejen sin la posibilidad de conseguir el primero.

Ya veremos.





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