Inteligencia artificial, robótica, historia y algo más.

29/12/21

2021, un año de lecturas

Otro año más. Y por lo tanto, es tradición en este blog hacer la lista de los libros leídos en 2021, que han contribuido a que la pandemia y el ruido de alrededor pase un poco más desapercibido. Este año han caído 44 libros, así que no haré la reseña de todos, que no soy tan importante y la Red está llena de recomendaciones y listas. Pero para quien le interese, estas son las reseñas de 5 libros que sí que me llamaron mucho la atención:


La única historia (Julian Barnes): no es por ser mi tocayo, pero no dejéis de leer a Julian Barnes, ya que creo que será uno de los mejores escritores ingleses del momento, junto a Ian McEwan. En esta obra, Barnes describe al protagonista y su relación con una mujer madura. Describe cómo la vida pasa de la efervescencia del amor, y de la consecución de los objetivos y la cascada de emociones positivas, y cómo esas burbujas dejan paso al dolor, a la memoria, y a la enfermedad, y qué difícil es capear con ellas. Ha sido uno de los escritores que mejor ha reflejado el alma humana en lo que he leído este año. Las alegrías, las miserias y la esencia mismo de cada uno.

Ante todo, no hagas daño (Henry Marsh): un libro escrito del puño y letra de un reputado neurocirujano británico, ya jubilado. Es un libro quizás un poco desaconsejable a los aprensivos a las vísceras humanas, pero a mí me ha calado muy hondo. Refleja perfectamente la parte humana y científica del trabajo de estas personas, capaces de marcar la diferencia entre la vida y la muerte. Sobre todo, lo que más me importa es cómo describen sus sentimientos, si se llevan las malas noticias a su casa, o cómo decir a un paciente que su dolencia no tiene solución.

La guerra futura (Lawrence Freedman): este libro me impactó sobremanera. Si pensáis que Twitter, las redes sociales, y los medios de comunicación y su influencia sobre la esfera pública es algo de nuestros días, no dejéis de leer este libro. Os sorprenderéis cómo los diarios manipulaban a la población en pleno XVIII, o la curiosa historia de cómo nació el MI6. Las deepfakes no son cosas del presente.

 

Drone Theory (Gregoire Chamayou): un libro para entender las armas bélicas del futuro, los drones autónomos, y cómo cambiarán totalmente el panorama de la guerra. Hice una reseña hace unos meses, y sigo pensando que ha sido una de mis mejores lecturas.

¿Dónde vamos a bailar esta noche? (Javier Aznar) Javier, autor de un podcast del que soy incondicional, y escritor ecléctico donde los haya, tenía un blog bajo seudónimo y el título "Manual del buen vividor". En este libro, recopila algunos de los mejores artículos de ese blog, en el que se entremezclan anécdotas de amores, de pensamientos que pasan por la cabeza de cualquier joven, de confesiones íntimas con alguna chica, y en definitiva, una ventana abierta a la cabeza de un gran columnista. Me reí mucho.


La lista completa de libros está a continuación. Y si queréis buenas recomendaciones de libros, no dejéis de leer a Lara Hermoso y Enric González.

 

LIBROS DE 2021

Los Europeos (Orlando Figes)

Un caballero en Moscú (Amor Towles) 

La España vacía (Sergio del Molino) 

Los viajes de Tuf (George R. Martin)

Silencio administrativo (Sara Mesa)

Viaje al país de los blancos (Ousman Umar)

El libro del porqué (Judeah Pearl)

Semillas Amargas (Ian Tregillis)

¿Dónde vamos a bailar esta noche? (Javier Aznar)

Allegro, ma non tropo (Carlo Cipolla)

El Gatopardo (Tomasi di Lampedusa)

Drone Theory (Gregoire Chamayou)

Confía en mí, te estoy mintiendo (Ryan Holiday)

¿De qué hablamos cuando hablamos de amor? (Raymond Carver)

La única historia (Julian Barnes)

A world without work (Daniel Susskind)

La guerra futura. Un estudio sobre el pasado y el presente (Lawrence Freedman)

Se acabó el pastel (Nora Ephron)

Nunca te pares (Phil Knight)

Catedral (Raymond Carver)

Fundación (Asimov)

El Guardián entre el centeno (J.D. Salinger)

Kill Chain (Andrew Cockburn)

Lolita (Nabokov) 

El extranjero (Albert Camus)

Human Compatible (Stuart Russell)

Puentes volados (Carlos Clavijo)

Los Mandible (Lionel Shriver)

Crisis 2038 (Gerald Huff)

Me llamo Lucy Barton (Elizabeth Strout)

Yo confieso. 45 años de espía (Fernando Rueda)

Ensayo sobre la ceguera (José Saramago)

Ante todo, no hagas daño (Henry Marsh)

El gran salto al abismo (Jesús Sáez)

Lo raro es vivir (Carmen Martín Gaite)

La gente feliz lee y toma café (Agnes Martin-Lugand)

Dataclysm (Christian Rudder)

Deshaciendo errores (Michael Lewis)

Las defensas (Gabi Martínez)

La mano invisible (Isaac Rosa)

Rebelión en la granja (George Orwell)

No mires debajo de la cama (Juan José Millás)

Ubik (Philip K. Dick)

La vida juega conmigo (David Grossman)

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7/12/21

Herramientas digitales para una educación en evolución constante

¡Cómo se divertían!’ es un relato corto de Isaac Asimov, publicado en 1951, pero ambientado en 2157. En el futuro imaginado por ese autor de ciencia-ficción, la educación de los niños se realiza en cada casa particular a través de un profesor robótico que adapta las enseñanzas al niño de manera absolutamente personalizada. El relato, concretamente, trata con ironía sobre nuestras percepciones del pasado, y cómo los alumnos del presente echan de menos el caos, la pereza y el aburrimiento al que a menudo atribuimos las clases tradicionales, hoy en día.

Quizás en los meses de confinamiento en pandemia, hayamos estado cerca de ese tipo de metodologías de aprendizaje y, sin lugar a duda, haya aumentado la necesidad de reflexión acerca del uso de la tecnología en nuestras aulas. Este artículo versa sobre uno de los aspectos que atañen a esa constante transformación. 

En los últimos años, los científicos están investigando cada vez más sobre la incorporación de técnicas digitales y de inteligencia artificial en la educación. Concretamente, se persigue la optimización del proceso de enseñanza y el aprendizaje de los alumnos en las aulas. Es decir, se habla de emplear algunos sencillos algoritmos de inteligencia artificial -en adelante, IA-, no como un objetivo de aprendizaje, sino como herramienta para la mejora de la educación. Veamos un par de ejemplos para entenderlo bien.

Los sistemas de tutorización inteligentes (intelligent tutoring systems), son sistemas informáticos que ajustan los ejercicios o contenidos de la asignatura al nivel individual de cada estudiante. Imaginemos una clase de cálculo muy sencilla, de operaciones aritméticas: los primeros ejercicios son de sumas. Si algún estudiante falla demasiado en ejercicios de sumas, el software le planteará más ejercicios de esa operación, hasta que considere que ha entendido el proceso. Por el contrario, si otro estudiante no tiene problemas con las sumas, el programa le pasará directamente a las restas.

Normalmente, el criterio de superación del nivel no es decidido por un programa, sino por un profesor. Algunos modelos comerciales de esos tutores inteligentes son ACTIVE Math, MATHia, Why2Atlas, Comet, and Viper, los cuales han sido testados para diferentes asignaturas.

Otra posible incorporación tecnológica podría ser un algoritmo que facilitara seleccionar una universidad u otra, tal y como se realiza ya en Francia y Reino Unido, o que permitiera predecir el suspenso en la asignatura de algún estudiante, antes de que ése ocurra.

La evidencia del impacto positivo en todos los niveles educativos sobre el proceso de aprendizaje y enseñanza es, aún, escasa, pero prometedora. De hecho, gran parte de esa falta de rotundidad científica se debe a la heterogeneidad de las asignaturas, el número de alumnado en clase, el proceso de enseñanza y otras muchas variables. En todo caso, ese empleo de IA en la educación no pretende sustituir al profesor, al estilo del relato de Asimov, sino complementarlo y darle más información para decidir. Precisamente por esa razón, conviene hacer un inciso sobre qué es -y qué no- lo que se persigue con esa adaptación tecnológica.

Incluso antes de que la pandemia nos obligase a improvisar una docencia online, desde hace más de 10 años, las grandes empresas de tecnología en EEUU comenzaron a penetrar en los colegios e institutos de ese país, y a ofrecer sus servicios digitales. Bajo un prisma económico de la educación, hablaban de las ineficiencias de atención en una clase de 30 estudiantes, donde el docente no llega a atender correctamente a todo el alumnado, y hay estudiantes que están por encima del nivel de clase, y otros, por debajo. Valiéndose de esa excusa, las grandes empresas tecnológicas que a todos nos vienen a la cabeza (Google, Facebook, Amazon, etc.) comenzaron a inundar las aulas con ordenadores, a defender el proceso aislado y autodidacta de aprendizaje y, probablemente, a recoger todos los datos posibles de ese alumnado.

Realmente, el empleo de la IA para mejorar la educación poco tiene que ver con la búsqueda de la privatización de ese servicio público, del uso intensivo de la tecnología o de convertir a las aulas en generadores de datos infinitos.

De hecho, la Comisión Europea ha creado un grupo de expertos -al que han invitado también al que les escribe- para evitar esos efectos. Esos expertos asesorarán y fijarán las normas éticas que tendrán que cumplir los sistemas para que ningún software o algoritmo discrimine a ningún estudiante, independientemente de su edad, origen o sexo. Al mismo tiempo, al igual que ocurre con otros sistemas de inteligencia artificial, las decisiones que tome cualquiera de esos programas deberán ser explicables y entendibles. La tecnología no será el fin, sino la herramienta.

Tal y como dice el profesor y filósofo italiano Nuccio Ordine, “solo los buenos profesores pueden cambiar la vida de un estudiante”.

 

Este artículo se publicó originalmente en el blog de la Universidad del País Vasco

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